Cuaderno de venta

El secreto de tu factura de gas: 3.200 millones a Rusia y 7.400 a EEUU

El coste de consumir gas natural en España se ha triplicado. Solo en materia prima se compraron cerca de 26.500 millones de euros en 2022 para calefacción, agua caliente y producción de electricidad.

Terminal regasificadora de GNL.
Terminal regasificadora de GNL.
Sener vía Europa Press

Acaba de comenzar 2023 con un susto generalizado en las facturas del gas natural de millones de hogares en España. Se veía venir a lo lejos pero muchos no querían escuchar o leerlo. Solo 500.000 consumidores enganchados a este combustible para agua caliente y calefacción se han cambiado del mercado libre a la TUR (tarifa regulada) en 2022, según la vicepresidente 'energética' Teresa Ribera. Solo 2 de los 8 millones de clientes del gas han esquivado la bala de enero en forma de facturas desorbitadas por parte de los operadores eléctricos. Para el resto ha sido una puñalada en la cuenta corriente ante la que poco pueden hacer. Es la mayor subida del coste de este suministro de la historia, que hace sombra incluso a la de las hipotecas variables ligadas al volátil Euríbor.

Salvo que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, nos sorprenda saliendo a dar explicaciones sobre cualquiera de estas dos cuestiones que preocupan de verdad a los consumidores, hay que poner sobre la mesa los datos, el contexto y el relato para poder entenderlo. Si usted es un habitual de este diario sabrá que los precios del gas se han desplomado en cinco meses un 85% en Europa (TTF, Mibgas) y un 75% en EEUU (Henry Hub), pero que las facturas de los consumidores se han disparado a la vez. Esto ocurre porque los contratos de abastecimiento para este invierno se cerraron a largo plazo hace meses y a otro precio entre bambalinas al más alto nivel que implican a los operadores y gobiernos. Cuestiones de diplomacia económica.

Pero el verdadero susto del gas en el arranque de 2023 viene por la procedencia de este hidrocarburo. España acaba de triplicar (+192%) en enero la importación de gas natural desde Rusia respecto al mismo mes de 2022 y ha reducido la entrada del mismo combustible desde EEUU a la mitad. El gas de Putin supone ahora un 18% del total y el de Biden un 20%, frente a apenas el 6% y 34% de hace doce meses en la antesala de la invasión rusa de Ucrania y el inicio de una guerra está a punto de cumplir un año. El motivo o la estrategia del Gobierno de Pedro Sánchez para validar este movimiento es algo que debe ser discutido en otra esfera, la parlamentaria principalmente, pero ante la que hay que arrojar transparencia para no llevar a engaño.

Quienes saben de la materia lo vinculan directamente a un hecho: el cierre del gasoducto argelino que pasa por Marruecos (Magreb-EU-Durán Farrell) en noviembre de 2021, que obligó a España a buscar alternativas. El resultado es que tanto EEUU, sobre todo, como Rusia ahora son dos de nuestros proveedores estratégicos junto a Argelia, que a través de el gasoducto Medgaz ha supuesto este enero un 25% del gas total que ha entrado en el sistema, según los datos del operador Enagás. Nigeria, el cuarto en liza, es el 20%. Entre los cuatro países suponen el 85% del suministro español de gas, es decir, que la mayoría del tiempo que calienta su radiador o se ducha con agua caliente está gastando un combustible que se extrae desde allí.

España: 26.500 millones en gas

Para el particular, la factura del gas se ha multiplicado por dos (+100%), por tres (+200%) o por cuatro en función del tipo de tarifa contratada. Para el país, el sobrecoste del pasado ejercicio es un 200% superior al de 2021, hasta 26.500 millones de euros. Ese es el valor total de todas las importaciones de gas durante 2022, según datos estimados a partir de los oficiales de la Secretaría de Comercio Exterior.  Solo de enero a noviembre, la cifra oficial es de 24.134 millones en materia prima. Si añadimos otros 10.000 millones en costes del sistema, la 'dolorosa' duele de verdad.

Aunque los precios que se han pagado a los diferentes suministradores son distintos, también podemos inferir cuánto dinero se ha enviado a esos países que nos dan el gas nuestro de cada día. Rusia, con el 12% de la tarta el año pasado, exportó a España el equivalente a 3.200 millones de euros en gas; EEUU (28%), unos 7.400 millones; Argelia (23%), 6.100 millones; y Nigeria (14%), 3.710 millones. Después de un año de guerra, ¿por qué nos seguimos calentando con gas ruso y financiando su maquinaria de guerra?

Se escapa de lo comprensible el sentido estratégico de pagar miles de millones de euros a un país que amenaza a Europa y está bombardeando Ucrania, mientras enviamos material militar en ayuda del agredido, así como tropas, cazas y soldados a los países limítrofes de Europa del Este aliados de la OTAN, como Bulgaria, Letonia o Rumanía. También está en cuestión que el satélite argelino, aliado en órbita del Kremlin, esté recibiendo ahora tres veces más por un gas que la tecnología española le ayudó a desarrollar. Pero más allá de lo que está costando hay otras preguntas más altas que siguen sin respuesta amparadas en el más absoluto de los secretos

Cuestiones de seguridad nacional, dirán, pero que permanezcan en la sombra suponen quizá una amenaza. Es de recibo saber, por ejemplo, a qué precio se paga el gas a Argelia, EEUU y Rusia pero también por qué sigue llegando gas ruso. La referencia Henry Hub cotiza ahora en torno a los 2,4 dólares por mmBtu, el equivalente al cambio a unos 7,6 euros/MWh, con lo que vuelve a niveles de 2020, el año en el que los contratos del petróleo llegaron a negativo. En cambio, el precio en Mibgas -el mercado ibérico- se encuentra todavía por encima de 50 euros/MWh, siete veces más. Eso sigue siendo un problema de primer orden a solucionar sin parches como el tope del gas, que solo traslada a la factura de la luz parte del coste del gas.

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