Cuaderno de venta

Riesgo Meloni y los chicos del gas de Putin en Italia

La conexión de Berlusconi con Putin, o la compleja situación económica con la que la derecha italiana accederá al poder si gana las elecciones, pueden ser grandes desestabilizadores para el conjunto de la Unión Europea.

Silvio Berlusconi junto a Giorgia Meloni en un acto electoral.
Silvio Berlusconi junto a Giorgia Meloni en un acto electoral.
DPA vía Europa Press

Para entender la actual crisis del gas natural y la posición dominante de Rusia en el suministro a la Unión Europea hay que recurrir a la vieja Roma. Italia fue la clave para que Vladimir Putin extendiese su red de suministro por medio continente, la misma a la que ahora ha cerrado la llave de paso. La estrecha relación del amo del Kremlin con el exprimer ministro transalpino, Silvio Berlusconi, no es ningún secreto pero todavía hoy alguno se sorprende con la explícita justificación de la invasión de Ucrania por parte de Rusia que acaba de realizar el magnate de Mediaset. "Putin fue empujado a inventarse esta operación especial por el pueblo ruso, el partido, los ministros...", aseguró en la cadena pública Rai 1, para después asegurar que el objetivo ruso era cambiar al gobierno de Zelenski por "uno de gente decente".

A grandes trazos, Putin y Berlusconi fueron los artífices del actual mapa de la gasificación europea que se ha convertido en una trampa para Alemania. La insistencia de llevar el gas ruso a Italia a través del Sud Stream, un proyecto no nato a través del Mar Negro vía Bulgaria, terminó con la alternativa del gasoducto Nabucco que iba reducir la dependencia europea de Rusia desde el Mar Caspio. Su gran promotor en Bruselas era el primer ministro checo Mirek Topolanek que, haciendo memoria, acabó envuelto en un escándalo por unas fotos en una mansión de Berlusconi en Cerdeña en la que celebraba frecuentes encuentros con Putin durante su etapa al frente de Roma. En su lugar, se potenciaron alternativas bajo la influencia de Moscú como el tránsito a través de Ucrania y, sobre todo, los Nord Stream 1 y 2 alemanes, tras el fichaje para su causa del excanciller Gerhard Schroeder.

La reaparición de Berlusconi como padrino político de Giorgia Meloni para lanzarle carrera electoral italiana que termina este domingo tiene múltiples lecturas en política interior. Pero sin lugar a dudas hay una evidente de cara al exterior porque se abrirá una fisura de grandes proporciones sobre el papel de Italia en la Unión Europea. Bajo el gobierno de emergencia de Mario Draghi, Italia ha cerrado filas junto al resto de socios europeos para hacer frente a la Rusia de Putin. Con la líder de la ultraderecha italiana liderando las encuestas y virtualmente tocando poder en Roma, la conexión rusa con la derecha italiana volverá a reactivarse. Que la mitad del gas de Italia tuviese procedencia de Rusia no es casualidad, pero pocos lo entienden pese a que Argelia tiene tres infraestructuras con los transalpinos. El gas barato ruso inundó Alemania, primero, y Europa después para llegar a Italia.

Meloni podría replantear la postura italiana en múltiples áreas pero sin lugar a dudas uno de ellos será el gas ante la prueba de fuego de un invierno para el que se prevén apagones y racionamientos en Europa. El futuro gobierno alegará causa mayor. Italia es una bomba de relojería desde el punto de vista financiero y económico. No ahora sino desde la crisis de deuda europea hace una década cuando esquivó 'in extremis' la petición de rescate. Tras la pandemia del Covid-19, la situación italiana es si cabe mucho peor que entonces con un 150% de deuda pública sobre PIB, 3.000 puntos básicos más que entonces, o unos 2,7 billones de euros. 

El interés de su deuda a diez años se sitúa en el 4,4%, su nivel más alto desde 2013, casi 240 puntos básicos más que Alemania y 120 puntos más que España. El riesgo al que se exponen los transalpinos con un gobierno radical al frente que se desmarque de Europa es notable. La buena noticia es que Bruselas (Comisión) y Fráncfort (BCE) ya están advertidas ante esa posibilidad, con lo que el riesgo italiano para el resto de países socios es menor. El bazuca durmiente TPI que se creó en julio permitiría compras ilimitadas de bonos vía operaciones monetarias, aunque para su activación habría que cumplir las reglas comunitarias, mantener la lealtad a Europa y evitar las tentaciones de reestablecerlas con la Rusia de Putin.

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