Cuaderno de venta

Lagarde, Powell y el punto de ebullición en el que se evapora la liquidez

Los movimientos de la la Fed y el BCE, los dos grandes bancos centrales, están dando pasos cada vez más firmes en las restricciones de la liquidez que potencian los efectos de las subidas de tipos.

Christine Lagarde (i) junto a Jerome Powell (d) en el último foro del BCE en Sintra.
Christine Lagarde (i) junto a Jerome Powell (d) en el último foro del BCE en Sintra.
BCE / Archivo / L. I.

Subir tipos a la velocidad que lo están haciendo en 2022 tanto el BCE como la Fed es lo más parecido a caminar con los ojos cerrados en línea recta sin saber qué obstáculos hay por delante. Tarde o temprano llegan los tropezones. Las actas de las últimas reuniones de ambos bancos centrales -de finales de octubre y principios de noviembre- desvelan la disposición a bajar el ritmo de aumentos de tipos de 75 puntos básicos “reunión a reunión” por movimientos de 50 puntos básicos. Por si alguno decide echar las campanas al vuelo, no es que hayan cantado victoria en la guerra contra la inflación. Todavía quedan unas cuantas batallas antes de que eso suceda. Lo que sí han surgido ahora son algunos escalofríos acerca de la gravedad de la recesión que se avecina, en especial, para Europa.

Leyendo entre líneas esos registros, hay una preocupación notable sobre los efectos acumulativos del tsunami monetario que despertó en marzo y que han levantado Christine Lagarde y Jerome Powell. La fórmula elegida para enfriar la inflación ha sido destruir la demanda e inducir la recesión por mucho que se niegue la mayor. El mejor de los escenarios posibles es un 'aterrizaje suave', término eufemístico con el que políticos y autoridades económicas se refieren a la contracción de la economía en términos reales, ex-inflación. La posibilidad de una recesión media, que no suave, es más probable y el riesgo de un retroceso severo o profundo es cada vez mayor. ¿Qué es lo que se está cociendo en las mentes de las altas esferas?

Más allá de las subidas de tipos de interés de las que se habla con extrema superficialidad en las tertulias televisivas, radiofónicas y en cierta prensa generalista, hay una cuestión más importante que está por encima del nivel de tipos y ha pasado desapercibida por completo hasta la fecha pero que quienes dirigen la política monetaria tienen muy presente. ¿Qué consecuencias tendrá la drástica retirada de liquidez que acompaña a las subidas de tipos? Es un factor clave que hasta ahora ha hecho más llevadero el ciclo al alza de los intereses de préstamos y deuda. Suben, sí, pero los grifos seguían abiertos a pleno rendimiento. Tanto si se trataba de un emisor de deuda soberana, una administración pública, una empresa o de una pyme que iba al banco a renovar o ampliar sus líneas de crédito, no había mayores problemas para obtener la financiación pretendida. Ahora eso ha cambiado.

La Fed y el BCE están calentando el precio del dinero, los tipos, hasta una temperatura que les está llevando a reducir su balance a una velocidad sin precedentes. Diríase que Lagarde y Powell han puesto la olla de la liquidez al punto de ebullición y comienza la evaporación, lo que provocará tarde o temprano eventos problemáticos para la economía y los mercados. No solo se trata de la financiación bancaria, hay que recordar que los mayores compradores de deuda pública en los dos últimos años han sido los bancos centrales. En esta legislatura, el Gobierno de España, por ejemplo, ha disparado en más de 300.000 millones de euros el endeudamiento con cargo a la mano amiga del BCE. ¿Qué va a ocurrir cuando ya no sea así? Básicamente, volveremos a oír hablar de primas de riesgo, subidas de impuestos y recortes. Equilibrar ingresos y gastos es la fórmula mágica que permite esquivar las tensiones de liquidez.

La cifra de los 300.000 millones de euros tiene su eco en otros ámbitos. Es justo el volumen de liquidez que ha retirado el BCE de los bancos privados esta semana después del cambio de condiciones de las subastas de liquidez masivas a tres años que había realizado el banco central por la crisis de la pandemia Covid en 2020. Las entidades financieras europeas se han beneficiado del mejor entorno financiero de la historia en Europa con descuento en la financiación del emisor de moneda respecto a los tipos oficiales y una rentabilidad garantizada. Los 300.000 millones son, más o menos, el tamaño en el que ha menguado el balance de la Reserva Federal (Fed) en EEUU al dejar de comprar y reinvertir en la deuda pública de EEUU, o en los bonos federales hipotecarios. Se trata de un paso que el BCE todavía no ha dado pero que puede anunciar en diciembre presionando la liquidez de los estados miembro, que tendrán más difícil la emisión de sus bonos.

¿Es grave, doctor? Si echamos un vistazo a la jungla de las criptomonedas podemos observar cómo el colapso de la plataforma FTX se produce por los problemas de liquidez para dar contrapartida a sus clientes, que luego evoluciona a la insolvencia, mucho antes de descubrir que había un gran fraude detrás de la criptoempresa. Como en toda crisis de grandes dimensiones, el contagio no ha tardado en llegar al resto del sector. Es de interés el ejemplo porque las criptos habían creado un sistema monetario paralelo que se parece al tradicional, o más bien está construido a su imagen y semejanza aunque con una oscuridad mayúscula. En este caso, los Lagarde & Powell de turno fueron reemplazados por opacos algoritmos que crean y destruyen moneda, manejados por una gobernanza anónima y fake, que en realidad son tres o cuatro operadores que programaron las criptos u ordenaron crearlas. La lección de la criptocrisis es clara: todo va bien con liquidez y se estropea se va. Sirve también para el BCE y la Fed.

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