Cuaderno de venta

Gotham, CNMV y los interrogantes de la fiesta contable entre Grifols y Scranton

Un panel de bolsa con Grifols en la Bolsa de Madrid, a 12 de enero de 2024.
Un panel de bolsa con Grifols en la Bolsa de Madrid, a 12 de enero de 2024.
Eduardo Parra / Europa Press

La crisis de Grifols ha degenerado en un circo dominado por el periodismo asombro, la indignación de las redes sociales y el desconocimiento del tertuliano medio que tiene la necesidad de pronunciarse sobre cualquier tema. Unos descubren una empresa que convierte sangre en euros (sí, su negocio original consiste en tener donantes para fabricar hemoderivados); otros ven una multinacional que vive al límite con una deuda excesiva (los 11.000 millones de euros de pasivos en este caso). Luego, la masa, se pregunta indignada por el conflicto de interés de una firma de inversión (Gotham City Research y su 'hedge fund' General Industrial Partners) que se ha forrado operando en corto o a la baja sobre las acciones después de publicar un informe en el que acusa a la empresa de esconder deuda e inflar beneficios.

Una vez más, cuando vienen mal dadas, la injusta costumbre de matar al mensajero vuelve a dominar el debate que ha desviado su foco de lo importante y grave del asunto. La principal denuncia contenida en el informe de Gotham es de suma gravedad y, lejos de ser rebatida, ha sido confirmada al 100% por Grifols en sucesivos comunicados y una conferencia para inversores de solo 45 minutos. Encuentro virtual, por cierto, sin acceso a preguntas de la prensa y con un respaldo casi unánime de los analistas. ¿Esa es la transparencia que asegura defender el presidente Thomas Glanzmann en su discurso?

Los hechos son tozudos: Grifols compró empresas estratégicas para su negocio que revendió después a Scranton Enterprises BV (sociedad controla por 22 directivos de la compañía) con la garantía de convertirlo en un proveedor de plasma en exclusividad a 30 años. Todo eso se publicó en prensa hace cinco años, pasó el filtro de CNMV y, sobre todo, de los acreedores de la compañía. Casi nadie dijo nada. Juan Gómez Bada, de Advantage Capital, se llevó las manos a la cabeza y no solo vendió sus acciones sino que publicó su razonable crítica en en 'El Confidencial' por la cuestionable transferencia de activos de la matriz cotizada a una sociedad en Países Bajos que es propiedad de la cúpula directiva y algunos miembros de la familia Grífols, pero a la vez controla el 8,6% de las acciones de la empresa cotizada. 

Tassan, el cerebro de Scranton 

El informe Gotham pone sobre la mesa cuestiones de alta ingeniería financiera y contable que la propia CNMV no entiende y está pidiendo explicaciones al respecto. En 2018, Grifols vendió la doble transacción como una desinversión de 538 millones de dólares que reforzaría su estructura financiera de cara la mega-refinanciación (5.300 millones) que estaba negociando con la banca. De lo que nadie se había percatado, y aquí el mérito es de los analistas de Gotham que encabeza Daniel Yu, es que Grifols ha seguido consolidando los resultados de dichas sociedades (BPC Plasma y Haema) que no son suyas, pero no la deuda asociada a aquella transacción. El pasivo se queda en Scranton, que recibió préstamos de Bank of America (360 millones) y la propia Grifols (95 millones) para llevarla a cabo. Según la compañía, esta práctica contable se ajusta a la normativa internacional (norma NIIF 10) que regula las participadas sin control accionarial pero sí por otras vías. Todo legal según parece, pero que evidencia que la contabilidad esconde demasiados trucos.

Grifols y Scranton crearon un esquema financiero-legal para que la primera pudiese anotar los beneficios contables de dichas empresas, pero no la deuda asociada a los mismas, mientras la segunda disfrutaba de los ingresos reales de los negocios. Todo con tal de cumplir los ratios financieros que exigía la banca para refinanciar la deuda de la multinacional farmacéutica.  Si hay una persona que tiene todas las respuestas es Luca Tassan-Din. El veterano banquero de inversión (ex Nomura, Lehman, RBS y JPMorgan) es el consejero delegado de Scranton desde hace ocho años. Es justo el tiempo en el que dicha sociedad de Países Bajos ha pasado de ser un mero contenedor de acciones de Grifols, a convertirse en un vehículo societario con negocios inmobiliarios (Centurion Real State), deportivos (Joventut), bebidas (Juve & Camps) y farmacéuticos (Plasma). Ahora sabemos que también es clave en la propia estructura financiera de Grifols para aligerar su deuda.

¿De quién es Scranton Enterprises? Son 22 accionistas, 3 de ellos de la familia Grífols con un 20% del capital de Scranton, junto a altos directivos y consejeros en activo -o jubilados- como Tomás Dagá, Ramón Riera, Jordi Fábregas, entre otros. El rastro de un potencial conflicto de interés más allá de lo que recogen los documentos oficiales es otro de los interrogantes a responder. Los informes de gobierno corporativo enviados a la CNMV recogen en 2022 pagos de hasta 10 millones de euros desde Grifols SA, la cotizada, a su accionista Scranton Enterprises en concepto de alquileres de oficinas, servicios, patrocinios deportivos y cava, pero poco hay de la verdadera dimensión de un nexo que va más allá y vincula tanto al negocio central de ambas como a la capacidad de financiación de ambas sociedades.

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