Cuaderno de venta

Cripto-represión: emitir tokens sin control ya no es una opción

La ofensiva de los supervisores en EEUU para sancionar a posteriori actividades habituales en el sector de las criptomonedas durante años supone un aviso a navegantes a todas las empresas involucradas.

La escena de las criptomonedas sufre la entrada de los reguladores.
La escena de las criptomonedas sufre la entrada de los reguladores.
Europa Press

Soplan vientos de represión regulatoria sobre las criptomonedas. La era de libertad extrema y descentralización parece haber llegado a su fin. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC), con el impulso de la FinCen, ha comenzado a blandir el martillo regulatorio para poner orden donde antes no lo había. Han bastado un par de quiebras de decenas de miles de millones como TerraForms (Terra-Luna) y FTX (Sam Bankman-Fried) para que los supervisores de EEUU se pongan las pilas después de años de dejadez.

Aunque a posteriori, la SEC ha marcado el terreno a los granujas que buscan el dinero ajeno con persecuciones a empresas, personas y actividades que hasta ahora se movían en la sombra de la alegalidad y vivían, en el caso de los fraudes, de la sensación de impunidad. Pero ya no será así. 2023 marca un antes y un después en la esencia de las criptomonedas: su capacidad de emitir tokens o valores digitales únicos que conllevan una propiedad digital única y pueden representar, o no, activos como acciones, bonos, inmuebles o, simplemente, actuar como medio de pago entre dos partes.

La historia es que la SEC ha decidido ahora equiparar la emisión de tokens bajo su jurisdicción -que abarca EEUU y su socios en ultramar- con la de los valores, sea cual sea su fin o función. El caso de Terraform, la empresa detrás de las criptos Terra y Luna que colapsaron en mayo de 2022, parece dar carta de naturaleza a una cuestión que era objeto de debate: ¿Qué son las monedas estables o 'stablecoins'? ¿Qué representan? Y sobre todo, ¿se compran y venden como si fuesen un valor? La SEC ha decidido que eso de emitir tokens sin control para que los inversores los compren con dólares no está bien si esa venta no pasa su filtro, trámites y registro como cualquier otra emisión de acciones, bonos, derivados, pagarés o 'cosa' negociable en mercado.

Para ello, el equipo del supervisor ha llevado a cabo una investigación, doce meses después de que todo ocurriera, para terminar concluyendo lo que todos sabían: Terra y Luna configuraban un fraude humano que bajo el disfraz de una moneda algorítmica tenía como objetivo enriquecer a unos pocos (sus fundadores y partners), facilitar el blanqueo de capitales y quedarse con el dinero real de los más incautos. 

La SEC ha vuelto a contar con los medios de la Fincen, una de las agencias más poderosas de EEUU, y temida allende los mares. Que se lo pregunten a Banco Madrid, propiedad del BPA andorrano, que contaba en el momento de la intervención del Banco de España en 2015 con Soledad Núñez en su consejo de administración. La de vueltas que da la vida, solo tres años más tarde acabó ingresando en el supervisor con el pasaporte de afín al PSOE y el de directora del Tesoro cuando la prima de riesgo se fue a 600 en 2011. 

Más allá del extraño caso de la banca andorrana en Madrid, el inciso sirve para escenificar el poder y temor que provoca la Fincen (Financial Crimes Enforcement Network) porque un solo aviso desde su central sirvió para poner patas arriba a uno de los bancos, por entonces, más solventes y reputados en el escena financiera española. Para quienes no lo sepan es la agencia del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos encargada de combatir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Fue creada en 1990 bajo la Ley de Secreto Bancario y su misión es detectar delitos.

De un tiempo a esta parte, la FinCen se ha metido de lleno en la escena de las criptomonedas bajo la dirección de Him Das. Quizá porque sus responsables por fin vieron la serie 'Startup' donde se describen todas las posibilidades de las criptos para el crimen organizado o porque el sector les robó a su mayor talento: Michele Korver, ex agente del servicio secreto y apodada la 'cryptozar', pasó a ocuparse de los asuntos regulatorios de A16Z (Andreessen y Horowitz) después de un breve paso por la Fincen como la primera Chief Digital Currency Advisor (asesora jefe de criptomonedas), un cargo de nuevo cuño que aparentemente desapareció con su marcha a los pocos meses.

Lo único cierto a estas alturas es que la Fincen está impulsando la reciente ofensiva regulatoria desde EEUU tras su salto sobre la plataforma Bitzlato, ligada al cibercrimen ruso y al blanqueo de capitales, pero que estaba ampliamente ligada a monedas estables y a firmas bien conocidas como FTX, Binance, Terraforms... Paradójicamente, el llamado mundo de las finanzas descentralizadas ha terminado aflorando profundas interconexiones entre las principales plataformas del mundo y sus grandes inversores anónimos.

Se va estrechando el cerco para intercambiar criptomonedas de distinto pelaje pero, sobre todo, sobre los emisores de tokens que ahora deberán rendir cuentas ya esté su sede en Singapur, el Caribe o cualquier otro paraíso fiscal. El rastro del dinero perdido en el colapso de FTX ha encendido a los centinelas regulatorios, quizá porque esta vez es diferente y ha terminado salpicando a grandes inversores como Blackrock, Softbank o Sequoia. Además, el lanzamiento de las monedas estables centralizadas (CBDC) y respaldadas por bancos centrales es cada vez más una realidad. China lo ha hecho, Japón está en ello y pronto lo harán tanto en EEUU como en Europa.

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