En mi molesta opinión

En el fondo Sánchez le hace un favor a Feijóo con el 'lío' de la sedición

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En el fondo Sánchez le hace un favor a Feijóo con el 'lío' de la sedición. 
Europa Press

Centrémonos en las amistades “peligrosas” que ha coleccionado Pedro Sánchez desde 2019, con Unidas Podemos dando la vara y con los separatistas en la retaguardia, principalmente ERC, que han sido, junto a Bildu y PNV, sus fieles aliados. Ahora toca sacar adelante los Presupuestos, la ley más importante para un Gobierno, y por ende empieza el baile de negociaciones con esos supuestos socios que venderán cara su piel soberanista y comunista. Por cierto, nunca acaban saliendo a la luz pública -gobierne quien gobierne- los acuerdos entre los partidos que pactan los Presupuestos; algo que no iría nada mal que cambiara para una mejor información del ciudadano y del contribuyente, que a la postre es el que paga este gran dispendio y luego no le informan de nada, como si lo pactado fuera algo oculto y prohibido. Al menos eso es lo que dan a entender. Dónde está la socorrida transparencia.

Sin embargo, lo más preocupante en todo este lío político está siendo la “negociación” encubierta entre La Moncloa y los independentistas catalanes, principalmente ERC y JuntsXCat, para reformar las leyes con el tema de la sedición. Según los expertos, Sánchez y su ministro, Félix Bolaños, negocian con Gabriel Rufián y Pere Aragonés una reforma que reduciría la condena a la mitad y dificultaría la entrada en prisión de los presos pendientes de juicio, como es el caso de Carles Puigdemont, o anularía los años de inhabilitación de políticos como Oriol Junqueras.

Que un asunto de esta envergadura jurídica forme parte de las negociaciones de los Presupuestos pone en evidencia a los implicados en la misma. Los problemas del separatismo con la Justicia nada tienen que ver con los Presupuestos Generales del Estado en los que se determinan las partidas económicas del próximo año. Es tanto el rubor y el escándalo que esta situación provoca que hasta el propio Rufián ha tenido que salir a fingir en los medios de comunicación y hacernos creer que ERC desliga completamente su voto a los Presupuestos de la cuestión sobre la reforma de sedición.

Según el clarividente Rufián: “La población está desconectada de estos temas y no está preocupada por si se reforma o no este delito”. Quizá por ello Sánchez lo reformará en breve, porque siempre hace lo que no les preocupa a los ciudadanos… aunque en cambio, sí hace todo lo que les preocupa e interesa a sus socios independentistas. Rufián añadió que a la gente “lo que le preocupa es pagar su hipoteca o ir al súper”; no le falta razón al líder de ERC, pero a la gente después de solventar sus problemas económicos lo que desea es que no le metan un gol judicial por la retaguardia, mientras paga como puede su hipoteca. Es más, para que no haya dudas, el influyente exdiputado republicano, Joan Tardà, ha pedido públicamente que las dos cosas, presupuestos y reforma del Código Penal, estén vinculadas. Por mucho que Rufián intente disimular está claro que aquí hay gato encerrado.

En breve veremos las verdaderas intenciones de unos y otros. Pero la urgencia apremia para los separatistas ya que si Sánchez no gana las elecciones generales de 2023 sus intereses para reducir condenas y anular las inhabilitaciones de cargos políticos podrían retrasarse o, incluso, quedar como están, ya que el PP tendría la potestad de dejarlo todo igual que ahora. Algo que muchos juristas y muchos ciudadanos creen que sería lo mejor, continuar con estas leyes porque son válidas y pertinentes y se ajustan a derecho, como indicó el propio tribunal Supremo en su informe contra los indultos, donde se reflejaba el “carácter delictivo” de los hechos que se llevaron a juicio por la “proclamación unilateral de independencia” de 2017, y que son un delito “incuestionable” en todos los países de nuestro entorno. Y añadía el Supremo, que en Alemania, Francia o Italia sancionan con más dureza los actos inconstitucionales como los del ‘procés’.

En el fondo, el único beneficiario -sin pretenderlo- de este conflicto de intereses puede ser Alberto Núñez Feijóo. Por un lado, si Sánchez no consigue reducir las penas de sedición quedará mal con sus socios de Gobierno, y ello puede ser muy incómodo para las partes en un periodo conflictivo y electoral como el que nos espera en 2023. Por otra parte, si Sánchez logra su objetivo conseguirá que la opinión pública, esa que cada día le entiende menos, según las encuestas, se vuelva contra él por favorecer a unos socios que han atentado contra la Constitución y contra la unidad del país. Sabiendo, además, que la reforma judicial no la hace para mejorar unas leyes que también están vigentes en otros países de la UE con el mismo criterio penal que en España, por mucho que algunos medios y algunos ministros teledirigidos por Moncloa pretendan engañar o mentir sobre esta cuestión. Será como negarle el indulto a José Antonio Griñán mientras le rebajas las leyes y las penas a los separatistas catalanes, que ya fueron indultados en su día.

En el fondo, el favor se lo hace Sánchez a Feijóo porque, de producirse la reforma de la sedición, el líder del PP -en caso de ganar las elecciones- encontraría despejado su camino con la Generalitat y el terreno para “hablar” con el independentismo catalán y no tendría que enfrentarse a ellos por unos temas que para una mayoría ya son agua pasada, aunque algún día, guiados por el “Ho tornarem a fer”, esta historia puede repetirse, sobre todo si la intentona sale barata. Recuerden lo que dijo Santayana: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.

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