En mi molesta opinión 

El feminismo dividido y ser mujer un asunto discutido

Irene Montero, ministra de Igualdad
El feminismo dividido y ser mujer un asunto discutido. 
Europa Press

Hubo un tiempo en que las mujeres, casi todas, iban a una, a una misma manifestación; tenían claro por quién doblan las campanas y a quién hay que proteger todas las mañanas. A lo sumo, el 8-M seguían insultando a la derecha, como de costumbre, y si no, pregúntenle a los de Ciudadanos la de golpes y escupitajos que sufrieron en la calle por intentar colarse en lo que algunas feministas exclusivas y aturdidas consideraban su fiesta privilegio de cumpleaños.

Pero la fiesta terminó. Ya no hay más que niebla entre tú y yo. La música ha dado paso a la ruda realidad de los amores perdidos en los que se impone la vieja estrategia de las batallas de antaño: Divide y Vencerás. Y el feminismo ya está dividido y vencido. O lo que es lo mismo: divide y perderás. Costará tiempo y mucha sutura restaurar las viejas heridas que ha provocado este hundimiento político y social, que sin duda también dañará al Gobierno de coalición aún más. Los partidos lideran, pero los partidos -sobre todo sus codicias electorales- también pueden destrozar todo cuanto tocan, incluido el concepto de mujer que ya se ha convertido en un mero sentimiento de quita y pon.

Que levante la mano la persona que crea que este 8-M español y casquivano es un ejemplo de unión para los millones de mujeres que quieren romper sus techos de cristal pero se sienten solas e indefensas. Millones de mujeres que no entienden nada y sólo comprenden que la izquierda y la extrema izquierda -siempre tan reivindicativas de palabra- las utilizan y las engañan en sus peleas y cuitas ideológicas. Cuando llega su día y su fiesta grande todas corren en busca de sus intereses partidistas y mirando de reojo las elecciones de mayo. Hay que tener mucho rostro para que no se te caiga de vergüenza el susodicho morro.

O de repente, montan un nuevo circo con los afiliados para que resuenen las palabras pero no los hechos: obligar a la paridad en la política y en las empresas –algo que ya lleva 15 años contemplado en la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres-, pero Pedro Sánchez no se ha enterado todavía; es más, ni el propio presidente del Gobierno cumple los requisitos de esa paridad en su mismo gabinete de presidencia en Moncloa, donde después de cuatro años todo son hombres y solo hay una mujer en la retaguardia. Veremos qué hace ahora, si además de vender humo cumple con su palabra.

El feminismo se ha transformado en un asunto complejo y dividido por la “Ley del sí es sí”, no digamos ya cómo se ha puesto el tema de ser mujer por culpa de otra Ley, “la Ley Trans”: algo tan discutido y discutible, según muchas feministas, y al alcance de cualquier ser que levante la mano y tenga deseos de experimentar un cambio. Para ser mujer basta con sentirse mujer, eso dice la Ley y eso pretende Irene Montero ministra y benefactora de este dislate. Enfrente, está la ex ministra socialista, Carmen Calvo, que tendrá sus cosas raras pero tiene sus ideas claras, y sabe que ser mujer no es un simple constructo social o mental; que ser mujer requiere algo más que un deseo corporal o intelectual, por muy vehemente que este sea o por mucho ímpetu que le pongamos al asunto.

Para entrar en las listas “cremallera” que desde ayer está “cosiendo” Pedro Sánchez bastará que cualquier señor modifique su nombre para que inmediatamente pase a ocupar una plaza de señora en un cargo público, empresa pública o lista electoral, aunque toda su vida haya sido un heterosexual de tomo y lomo y de pelo en pecho. Hay mucho loco que por menos es capaz de cualquier cosa, y si no atentos con el “Tito Berni” al que le gustan tanto las prostitutas que si le meten en el saladero, o sea, en prisión, es capaz de convertirse en hembra para que le lleven a una cárcel de mujeres.

Debido a la naturaleza que no perdona por mucho que algún ser humano se empeñe, no todas las “mujeres” pueden experimentar lo mismo. No sólo delante de un espejo o de un ginecólogo, sino también delante de un violador, como esos más de 700 agresores que han visto reducida su condena gracias a la Ley Montero, que destroza todo lo que toca. Además, como advierten muchas mujeres feministas hartas de estar hartas y con ideas mucho más claras: no nos hemos librado de la tutela de los hombres para acabar bajo el yugo de las frustradas y exaltadas del Ministerio de Igualdad. ¿Quiénes son ellas para aconsejar y decidir en materia de gustos sexuales? ¿Quiénes son ellas para meterse en la intimidad de las mujeres? 

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