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‘Sánchez, ese hombre’, una película con dos finales muy distintos

El documental que Moncloa prepara sobre Sánchez no es más que el NODO de una campaña electoral en la que tan básico es explotar las opciones de victoria como dejar todo atado y bien atado en caso de derrota.

Luces, cámara, acción. Sánchez ha emprendido una campaña de imagen descarada para iluminar su perfil con claros objetivos electorales
Luces, cámara, acción. Sánchez ha emprendido una campaña de imagen descarada para iluminar su perfil con claros fines electoralistas.
EFE

Sánchez, ese hombre. Este podría ser perfectamente el título de los episodios nacionales sobre el funcionamiento, usos y costumbres de La Moncloa que los edecanes de Palacio preparan a modo de Noticiario Documental (NO-DO) como anticipo de la Presidencia española de la Unión Europea. El turno del jefe del Ejecutivo como máximo representante comunitario tendrá lugar durante la segunda mitad del próximo año y la telenovela de aclamación institucional sobre la obra y gracia del líder socialista está encargada para su emisión preferente en junio. No obstante, los convenios firmados establecen la cesión de derechos de imagen durante siete años. Con estas perspectivas, y por muy selectiva que se haga la memoria, es inevitable pasar por alto el recuerdo de aquella vieja y apolillada producción que realizó José Luis Sáenz de Heredia en 1964 para conmemorar los 25 años de paz en la figura de “Franco, ese hombre”.

El relato oficial con que se ha promocionado la ‘peli de Sánchez’ evidencia a las claras el narcisismo de un personaje que se resiste a ceder el poder sin pasar a la historia. Pero más allá de cualquier motivación de carácter antropológico o incluso freudiana, la faceta actoral que, en términos literales, quiere mostrar el presidente del Gobierno responde a una interpretación mucho más trascendental en el plano político de la actual crisis que vive España. Ante una situación económica difícilmente reconducible, en la que no existen soluciones mágicas a corto plazo y las que pudieran adoptarse dependen de decisiones supranacionales, los ocupantes del ala oeste de La Moncloa no disimulan sus esfuerzos por dejarlo todo atado y bien atado desde que su general en jefe diera la orden de zafarrancho de combate electoral poco antes de emprender sus vacaciones estivales.

Los menestrales de Sánchez trabajan con un doble programa estratégico. De un lado apurar al máximo la ofensiva electoral desde la precampaña iniciada con el nuevo curso político, lo que implica un ataque furibundo a diestro y siniestro para inflamar los ánimos dentro de la parroquia socialista. El cordón sanitario orquestado contra el líder de la oposición, Alberto Nuñez Feijóo, constituye la estación de partida de una hoja de ruta orientada con el objetivo previo de superar por la izquierda a ese caballo morado de Troya que cabalga con la montura de Podemos y de los neocomunistas encarnados en la figura de Yolanda Díaz. Las invectivas contra las grandes empresas del Ibex y la manifiesta repulsa frente a toda representación de riqueza constituyen un remake grosero, una copia mala, de los ataques contra la casta que catapultaron hace más de un lustro la figura de Pablo Iglesias.

En la 'España de fanfarrias y faroles' toda mercancía parece que puede ser limitada en su precio menos la capacidad del Gobierno para proclamar sus más peregrinas ocurrencias

El presidente se ha deslizado por el túnel del tiempo para rebuscar en la retórica de los años treinta del pasado siglo algunos de los argumentos que hicieron célebre al Frente Popular. Todo ello aderezado con una serie de maniobras cara a la galería que volverán a poner de manifiesto la ineficiencia de su acción política en los últimos coletazos de la legislatura. Las baladronadas para renovar la extinta Junta Superior de Precios en un intento impostado de abaratar la cesta de la compra o las hipotecas han exacerbado una ‘España de faroles y fanfarrias’ donde se supone que cualquier mercancía puede ser limitada en sus precios reales menos la capacidad del Gobierno para proclamar peregrinas y estériles ocurrencias. Sánchez se aprovecha de los tiempos evanescentes con la confianza interesada de que lo peor de la crisis ya ha pasado.

Es cierto que las tensiones geopolíticas y su descomunal quebranto energético remitirán en la medida en que Putin vaya perdiendo la guerra. La de Ucrania y, principalmente, la del gas, que ha sido el arma de destrucción masiva con que Rusia ha tratado de arrasar la economía europea. Pero no se debe olvidar que, una vez más, España marcha con el pie cambiado y aunque la inflación pueda dar un mínimo respiro, algo que está por ver, nada induce a pensar que nuestro país vaya a recuperar los niveles previos a la pandemia ni siquiera al término del próximo año. Es más, 2023 es un ejercicio en el que la economía española puede entrar perfectamente en recesión, con los consiguientes efectos perversos en los datos de empleo. El panorama no es nada halagüeño y eso explica el que podríamos entender como plan B o segundo objetivo en la estrategia monclovita de campaña.

Por mucho que José Félix Tezanos trate de dorarle la píldora desde el CIS, el truchimán socialista sabe que el consenso promedio de las encuestas apunta a una futura coalición de gobierno en España entre el Partido Popular y Vox. La teoría del péndulo induce a pensar en un escenario que revertiría la posición actual del PSOE con Podemos, dando una oportunidad a la más ortodoxa derecha política en España en términos equivalentes a la que ha disfrutado la izquierda montaraz desde que a finales del año 2019 Pedro Sánchez decidiera agarrarse al clavo ardiente del poder. Esa irreductible ambición no se ha visto amedrentada ni ha perdido un ápice de fortaleza, si acaso el oscuro objeto de deseo del líder socialista pasa ahora por reconducirla y diferirla en el tiempo para el supuesto previsible de un resultado poco favorable en las urnas.

El marido de la ministra Ribera sale de la Comisión de Competencia y entra en la Comisión de Valores. Es la estrategia 'Control C, Control V' para copar las instituciones antes de que sea tarde

Las elecciones autonómicas y locales de mayo dictarán sentencia sobre el protagonismo de Sánchez en la política nacional y para nada se puede descartar que el flamante candidato a la Internacional Socialista tire la toalla en España al estilo Zapatero y no se presente a las generales seis meses después. Eso sí, a diferencia de su antecesor, y dado el instinto egotista que persigue al jefe del Ejecutivo, la instrucción en Moncloa pasa ahora por acaparar el control máximo en las instituciones y entes reguladores. A falta de pan buenas son tortas que se dice, y comoquiera que el Partido Popular se resiste a tragar carros y carretas con la renovación del Poder Judicial la misión inmediata pasa por colocar a gente afín dentro de las comisiones de supervisión de la actividad económica, organismos que serán decisivos como contrapoder ante un eventual cambio de ciclo político.

El trasvase de Mariano Bacigalupo, marido de la vicepresidenta Teresa Ribera, desde la CNMC a la CNMV no es más que el reflejo por regar la ruleta del poder con las mejores fichas. Resulta que un comisionado elegido en amparo y garantía de independencia por seis años no renovables en la entidad que regula los mercados liberalizados pasa ahora, cuando está a punto de extinguirse su actual cargo, al organismo de supervisión bursátil con un mandato de cuatro años extensibles a otros cuatro. La pulcritud con que se adornan los procesos electivos en las grandes instituciones paraestatales deja mucho que desear porque el mismo que hizo la ley ha dispuesto la argucia para preservar parcelas de mando en contra de la más deseable alternancia democrática. En prevención de que, una vez perdidas las elecciones, la legislatura se convierta en una bomba económica de relojería, Sánchez no va a arrendarle las ganancias a Feijóo. Sólo quiere darse un respiro para poder cobrarse los dividendos a la vuelta.

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