OPINION

'Fama a bailar 2018' llega a su final: luces y sombras del talent show de baile de Movistar Plus

Paula Vázquez y los profesores de Fama 2018
Paula Vázquez y los profesores de Fama 2018

Ha sido visto y no visto. Fama a bailar cierra su primera etapa en la TV de pago después de tres frenéticos meses de escuela de baile. Porque eso ha sido este Fama de 2018: una escuela profesional de baile. Muy profesional, de hecho.

Si las primeras ediciones del formato de Zeppelin se centraron más en un intenso reality con mucho de magnético culebrón entre baile y baile, el retorno de este talent show se ha centrado en la búsqueda de la excelencia académica. El disfrute de la coreografías ha sido el epicentro del espectáculo. Lo que ha supuesto un éxito de audiencias para el canal Cero (#0), donde se emitían las coreos. Así este concurso se ha colocado como lo más visto del canal. En cambio, Fama no ha triunfado tanto en la oportunidad de la emisión gratis en Youtube. El canal (casi) 24 horas en abierto ha mantenido un público muy fiel, pero no ha logrado generar un volumen de comentarios (y memes) que amplificara sus adeptos e impulsara la imagen de Movistar Plus.

A pesar de que, tras el final de Operación Triunfo 2017, había un público dispuesto a engancharse a la emisión en Youtube de un nuevo reality-talent juvenil, Fama no ha cogido el testigo del programa de cantantes porque su emisión en directo ha sido más hueso. Muy bonita, pero más hueso. Perfecta para aquellos que entienden de baile -que son los que han estado ahí con vehemencia- pero más aburrida para el público generalista por estar, en gran medida, muy enfocada a la vertiente más profesional: clases, clases y más clases con los concursantes.

Concursantes tan buenos que, a veces, ha sido complicado entender su evolución a ojos de un espectador no erudito. Concursantes con mucha personalidad que, sin embargo, más allá del baile, no ha dado tiempo a conocer por televisión sus diversos carismas. Error, pues lo profesional se hace mucho más grande construyendo lazos con lo personal.

concursantes Fama 2018
Son buenos, a pesar de los estilismos.

Pero da la sensación de que Movistar Plus ha tenido algún que otro complejo con el género del reality juvenil que siempre atesoró Fama, cuando bien enfocado no es morboso ni polémico: simplemente hace más entendible, identificable y emocionante el devenir de una escuela de estas características.

Al final, la televisión se cuenta mejor en plano corto, ese plano que transmite con transparencia la sensibilidad cotidiana sin necesidad de explicar o subrayar nada. Fama ha tenido muchos planos generales, algunos muy artísticos y muy bonitos, pero en la convivencia han faltado más planos cortos para narrar el devenir diario de las bailarinas y bailarines. Es la forma de que se fueran perfilando tramas en directo entre los concursantes para, televisivamente, empatizar mejor con su esfuerzo, dudas, vínculos y crecimiento en la escuela. También ha faltado más invitados populares en la escuela para despertar más conversación social sobre el programa y el propio canal.

Porque Fama es el 'Formato Killer' -un formato que moviliza el interés sobre el canal- que Cero necesitaba para poner a la cadena en el mapa de la conversación social y, así, tener más visibilidad -el talón de Aquiles de la TV de pago-. De momento, la cadena premium de Movistar Plus ya ha logrado con Fama atraer a un interesante público joven y ha levantado la audiencia de una complicada franja -de 9 a 10 de la noche-, creando un evento diario que organiza la programación de Cero. El público sabe que a las 9 de la noche existe Fama y, después, puede picar el anzuelo de quedarse y descubrir una programación de Cero que está perfectamente ordenada para que nadie se pierda nada.

Una parrilla articulada en tres inteligentes citas que no fallan en horario, cuentan con cierto apego a la actualidad y con una personalidad muy bien definida: Fama, Late Motiv y La Resistencia. Porque Fama ya es una marca que define y complementa Cero: un espectáculo diario de calidad que, en una segunda temporada, puede conseguir también más calidez. Porque los programas necesitan tiempo para brillar más y mejor, más aún en una frecuencia de pago como Cero.

Fama 2018 ya ha demostrado una puntera apuesta visual, con una atractiva fotografía, una vanguardista línea gráfica -que apunta por donde van los tiros en la tele que viene- y una interesante narrativa a la hora de presentar en cada capítulo una trama argumental: desde el inicio, con la cámara siguiendo a Paula Vázquez en su entrada al estudio -sugestionando al espectador en una especial emoción- a los créditos finales, que aparecen con atractivo en pantalla hasta crear una envolvente apoteósis. Porque unos créditos bien puestos también son decisivos para fomentar el clima ideal para un colofón.

Concursante de Fama 2018
Incluso en foto baila bien.

En cada programa, la escaleta de Fama va al grano. No sobreexplica, fluye, ya que centra su atención en el trabajo de los concursantes. Un casting de primera división que acudió a las audiciones con el aliciente de un claustro de profesores dirigido por Igor Yebra. En este Fama, como en todo, ha ganado la reputación al show. También con los maestros.

Aunque el show no es incompatible con la reputación. Así se ha visto en las galas diarias realizadas desde un lugar icónico -la antigua Fábrica Gal de Alcalá de Henares- con una arquitectura que marca la diferencia y  amplitud perfecta para un prime time televisivo. Nada que ver con aquel claustrofóbico plató con columnas (dos) de la vieja etapa de Fama en la que cantó Lady Gaga bien apretada con los bailarines.

Un espacio escénico en el que ha brillado el talento de unos alumnos y profesores que han divulgado por televisión las tendencias actuales del baile. Lo han hecho con buena dosis de modernidad desde una televisión que ha plasmado la danza con una apuesta visual sencilla, perfecta para el consumo en directo pero, sobre todo,  para el visionado en diferido. Fácil de ver, compartir y sin grandes vaivenes de cámara en los directos -que hacen que te pierdas algún elemento de la coreografía- y con una realización exquisita en las coreografías grupales pregrabadas, que se han convertido en virales por méritos propios.

Ahora, de producirse una segunda temporada, el reto está en llegar a nuevos públicos a través de la emisión en Youtube. Ahí Fama tiene mucho potencial por exprimir para dar más visibilidad al trabajo que está realizando Cero en un público joven que quiera aprender a la vez que los alumnos y sus vivencias. Alumnos que no son perfectos o no serían alumnos. Aunque, no obstante, los canales tradicionales de la televisión de pago caigan, a veces, en una histórica obsesión 'hipstérica' porque todo parezca perfecto. Pero la perfección está sobrevalorada, lo que nos hace diferentes, atractivos y nos permite crecer son las imperfecciones. De ahí que la presentadora de Fama, Paula Vázquez, sea infalible, haga lo que haga. Porque no es perfecta, es mucho mejor: es de verdad.

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