OPINION

El peligro de Twitter como fuente de información

Serrat alerta de la gran fractura social en Cataluña y critica el referéndum
Serrat alerta de la gran fractura social en Cataluña y critica el referéndum
Serrat alerta de la gran fractura social en Cataluña y critica el referéndum
Serrat alerta de la gran fractura social en Cataluña y critica el referéndum

La vida cabe en un tuit. Las redes sociales se han convertido en una caudalosa catarata de información constante, que se abre camino sin tiempo para ser contrastada o meditada. Un flujo de comentarios, imágenes y valoraciones que pueden desvirtuar la realidad hasta inventar una situación que, en verdad, es inexistente. Y ahí se requiere la mano maestra del periodismo clásico como instrumento para digerir el vaivén viral de noticias que no siempre son tan fiables como parece. Menos aún, si las redes se utilizan desde la pasión de los sentimientos que ciegan la razón.

Así ha sucedido estos días -antes, durante y después del referéndum secesionista de Cataluña-, en plataformas como Twitter, Facebook o Whatsapp. En momentos de alta vehemencia, las redes se convierten en una contradictoria plataforma cargada de información verídica pero, también, de grandes dosis de propaganda tóxica.

El control interesado de la información es habitual en conflictos de calado. Sin embargo, surge un nuevo escenario cuando las redes sociales se transforman en fuente para crear noticias que tal vez no lo son. El ejemplo más claro es lo que ha pasado, hace unos días, con Joan Manuel Serrat. El cantautor opinó sobre el referéndum y fue insultado por un grupo muy minoritario de usuarios de Twitter.

Rápidamente, se realizaron capturas de esos mensajes y se publicaron noticias en las que se denunciaba que unos intransigentes denominaban 'facha' a Serrat. El asunto se colocó como trending topic. O, lo que es lo mismo, el caso se situó como lo más comentado de Twitter.

La realidad se estaba desvirtuando. Los medios engrandecieron la percepción de un hecho aislado hasta dar la sensación de que el ataque era masivo. Un efecto dominó que provocó más críticas a Serrat de las que habían surgido en verdad.

A nivel televisivo, sucedió algo parecido con la indignación de supuestos seguidores del programa Mujeres y hombres y viceversa, que vilipendiaron la cancelación puntual de la emisión del espacio para informar de los terribles atentados en Bruselas en marzo de 2016. También eran casos muy aislados, que no representan a la audiencia, pero a nivel mediático se proyectó la percepción de que el show de Emma García contaba con un público fiel deshumanizado.

"En Twitter no siempre una imagen vale más que mil palabras"

Que la realidad no estropeé un artículo de éxito. Aunque la función del periodismo es bien diferente. Es el momento de retratar lo que se cuece en las redes sociales dotando al vaivén de información viral de contexto y perspectiva necesaria para explicar bien lo que sucede sin agrandar o deformar el hecho en sí. El propio usuario de las redes debe adquirir herramientas para traducir los impactos que se encuentra.  Difícil tarea en un contexto en el que todo transcurre con una frenética velocidad que afecta al propio profesional de la información. De hecho, es fácil que salten imágenes falsas o manipuladas de las redes a la televisión. Sin tiempo para contrastar su veracidad.

Incluso, en ocasiones, se denuncia la falsedad de imágenes o textos y, días, meses y hasta años más tarde, tales falacias siguen siendo compartidas por usuarios que se lo creen sin dudarlo, como sucede con dos cartas fraudulentas sobre la independencia de Cataluña que se atribuyen a la credibilidad de Julia OteroIsabel Coixet. Ambas misivas son mentira, pero son imposibles de frenar. Objetivo cumplido por parte de aquellos que se inventan contenido y utilizan las redes y aplicaciones como trampolín perfecto para expandirlo como un contagioso virus.

Son las consecuencias de las prisas que promueven los nuevos consumos de información desde unas impulsivas redes sociales. Y ahí será imprescindible la función del buen periodismo como aliado para comprender mejor lo que se cuece, a golpe de retuiteo, en plataformas como Twitter, donde se cuelan estampas equívocas entre mucha información valiosa. Porque en Twitter una imagen no siempre vale más que mil palabras.

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