OPINION

Daniel Écija: "Lo más difícil es que el espectador quiera ver el cuarto capítulo"

Daniel Écija
Daniel Écija
Daniel Écija
Daniel Écija.

La ficción televisiva española de los últimos 25 años no se entendería sin series que han llevado su firma. Hablo de Daniel Écija. Médico de Familia, Periodistas, 7 Vidas, Aida, Los Serrano, Águila Roja... La lista de sus éxitos que han marcado a la audiencia es larga. Y, en un tiempo de cambio de los consumos televisivos, acudo en su búsqueda tras el buen rendimiento de Estoy Vivo, en audiencias tradicionales y también bajo demanda (es uno de los productos más seguidos 'a la carta', junto a La que se avecina y MasterChef, con casi 400.000 visionados semanales online).

No lo puedo evitar, lo primero que hago nada más ver a Écija es caer en el tópico sobre su ficción. ¿Cómo fabricas ficciones que gustan a todos los públicos? Rápidamente me desmonta su propio estereotipo. "No se diseña. Nuestra denominación de origen ha sido siempre nuestra propia cultura, nuestras características, nuestra riqueza, lo que no permite muchos matices, ser muy irónicos con nosotros mismos y tremendamente competitivos, porque tenemos una identidad única. Me he equivocado, y no pocas veces, cuando precisamente se me han olvidado estos principios: tirar de nuestra identidad y hacer series a partir de nuestras características", explica un apasionado Écija.

"Para mí, Estoy vivo es una gran catarsis personal porque cuenta muchas cosas de mi biografía. La temprana desaparición de mi padre y como mi madre se queda viuda: ese ha sido un poco el sostén. También mi vida como divorciado, yendo cada día a las cinco de la tarde al colegio de mis hijos para no perderme ese instante. Hacer ficción es desnudarte, es un ejercicio muy catártico. Cuando haces ese ejercicio, es muy doloroso y, a la vez, muy honesto. Y como fui un niño muy mediterráneo, luego resulta que eso no me ha pasado sólo a mí", reflexiona Écija sobre Estoy vivo, ficción que habla mucho de ese sentimiento de renuncia que parece que él también ha experimentado.

Al final, uno de los grandes éxitos de la ficción global radica en que el espectador se sienta, de alguna forma, partícipe de la historia. Una conexión que las producciones de Écija, desde la productora Globomedia, han logrado gracias a su habilidad para observar las peculiaridades españolas. Es lo que nos diferencia de otros países de nuestro entorno, donde la producción propia de ficción no ha sido tan competitiva ni ha tenido tanto peso como en España. Ahora, con la llegada de los nuevos operadores "se vuelve a repetir lo mismo", dice Écija ante las posibilidades del nuevo escenario audiovisual.

EL DATÓMETRO

Estoy vivo, lo más visto en diferido de TVE

'Estoy Vivo' es la serie más vista en diferido en La 1 desde que se tienen registros (febrero de 2015). De las 20 emisiones con más audiencia en diferido en La 1, 10 son capítulos de ‘Estoy vivo’. El más seguido fue el episodio 11 (emitido el 23 de noviembre), que sumó 409.000 seguidores a su emisión lineal, seguido de 'MasterChef', otro éxito 'bajo demanda' de la cadena pública.

"Con la llegada de Nexflix y HBO, me excita el momento. Volvemos a jugar el mismo partido en el que hay que averiguar quién gusta más, y a mí me gusta gustar. Lo más difícil en este sector es que el espectador quiera ver el cuarto capítulo", razona Écija. Y es que en el cuarto capítulo está el punto de inflexión que demuestra si una serie funciona realmente o no. En definitiva, si ha fidelizado a un público con interés o no. De hecho, esta noche de martes 19 de diciembre, El accidente en Telecinco, otra ficción de Globomedia, llega a su carta emisión en Telecinco. Será la noche que consolidará su repercusión... o no.

Porque se revolucionan los consumos audiovisuales, pero para los trabajadores de la televisión, el escenario no cambia tanto como parece, pues como constata Écija, la competencia feroz existe desde que llegaron las teles privadas: "Llevamos años expuestos al hecho de que con un clic te cambian por otro canal". Esto no es nuevo. Ahora, además de lo que ofrece el mando a distancia, también se compite con mil posibilidades de visionados a la carta o bajo demanda.

Y, en esta nueva televisión multioferta, para Daniel Écija existen dos claves: "Tener todos los capítulos del tirón, es decir, tener tú el power y también no exceder los cincuenta y tantos minutos por episodio", y añade: "Que los capítulos de nuestras series duren menos es lo deseable, pero no depende de nosotros. Y lo cierto es que en este país hay tanto talento, que hemos conseguido hacer temporadas de series con 13 episodios que en realidad son 13 pelis de setenta y tantos minutos".

DEL ANALÓGICO AL BAJO DEMANDA

"La técnica al servicio de la historia y no la historia al servicio de la técnica"

T ambién durante la charla pregunté a Écija por otro tópico que cae sobre Globomedia y la luminosa iluminación en sus series. Aquí el motivo: "Influenciado por un viaje que hice a Los Ángeles, donde vi que en 'La Ley de Los Ángeles' iluminaban con aquel papel vegetal que permitía huir de anclar al actor de una marca en el suelo. Habían liberado al actor y la posición técnica estaba al servicio de la historia. Venía de trabajar en Prado del Rey y de ver como el actor iba a la marca por la posición de las luces. Mis series permitían, de alguna manera, una libertad de acción al actor. Esa es una cosa que he intentado siempre y sigo intentando, porque creo que la técnica debe estar al servicio de la historia y no la historia al servicio de la técnica", explica Écija que, con este ejemplo, da en una de las claves de las nuevas narrativas multiplataforma: la decisivo es la historia por encima de la sofisticación de un desenfoque o una tonalidad de la paleta de colores de la fotografía. Las nuevas generaciones se han criado con la transparente verdad de los vídeos amateurs de Youtube.

En los nuevos soportes, como en la tele tradicional, "nosotros tenemos que conseguir que se suscriba gente a las nuevas plataformas". Porque los suscriptores son una nueva audiencia, argumenta Écija, que atisba un problema: "En este sector, no digo que hayamos caído, pero sí podemos caer en mirarnos mucho el ombligo y vivir y crear para una microélite, perdiendo la noción y la humildad de tener claro para quién trabajamos", piensa. Y recuerda a Chaplin: "En el arte se puede permitir todo menos aburrir". Y, en la TV, no aburrir se traduce en audiencias.

"Audiencias que ahora de una manera más sofisticada se llaman 'bajadas' o suscriptores. Si para cada capítulo vamos a pedir no menos de medio millón de euros, que es muchísimo dinero, entiendo y comprendo que el resultado tiene que satisfacer al público y que se tiene que tratar de devolver la inversión a la compañía", reflexiona Écija, defendiendo la base de la industria audiovisual española.

Una industria televisiva que es más complicada de lo que parece a la hora de crear protagonistas perdurables. No es cine, es televisión: "Los personajes deben tener muchos matices en el medio y largo recorrido". Una dificultad añadida en un tiempo en el que hay más operadores y las audiencias están más fragmentadas que nunca. "Estas características te propician que seas más punki, más rockero", afirma. Y es que la televisión, como el punk, es riesgo. Y el riesgo es lo que distingue lo evidente de lo diferente.

Pero el riesgo, a veces, no se ve a simple vista. Y pone un ejemplo con el personaje de Javier Gutiérrez en Estoy vivo: "A mí me excitaba mucho creativamente que Gutiérrez pasara de ser el cómico con mayúsculas, Satur en Águila Roja, a convertirse en el chico de la serie. Habría sido más conservador darle el papel del cómico. En estos matices y estas decisiones hay mucho más riesgo que en otros detalles".

Aunque no lo parezca a priori, el rock define a Écija. Ya antes de Médico de Familia, cuando estuvo detrás de programas de entretenimiento de Emilio Aragón como Vip Noche y El Juego de la Oca, que supieron romper corsés televisivos y hablar el lenguaje de la sociedad del momento.

EL PODEROSO NICHO DE NEGOCIO DE LA IDIOSINCRACIA NACIONAL

Un país tolerante (también en ficción)

Las series de Globomedia también han ido de la mano de la evolución de la sociedad y sus núcleos familiares. La incorporación del personaje de Anabel Alonso en '7 vidas' o el papel de Eduardo Casanova como Fidel en 'Aída' son sólo dos ejemplos. "España es muy tolerante, un país al que nos cuesta a los creadores ir con los ciudadanos porque va a toda velocidad. Es una de las sociedades más tolerantes y es difícil estar a la altura del espectador, analiza Écija sobre este país que es "mezcla de tantas cosas".

"Siempre me pareció que era importante que fuéramos detrás de lo que estaba pasando, ser muy libres, muy frescos, con un grandísimo efecto sorpresa. Me sigue pasando en las ficciones, donde promuevo que exista un margen para la improvisación. Aunque sea una improvisación controlada, pero es muy importante que el guion esté vivo. Trabajar con Emilio (Aragón) era fantástico, por ejemplo, porque es un comunicador con una capacidad extraordinaria que lo hace todo más fácil", recuerda.

Desde entonces, da la sensación de que ha cambiado mucho la televisión, pero su esencia quizá no tanto: "El espectador sigue siendo el mismo, le hemos acostumbrado a tener un paladar más evolucionado, pero le preocupa lo mismo que hace 25 años; lo que pasa es que ahora hay una factura técnica con una dirección de fotografía y calidad de imagen tremendas", explica, aunque, al final, lo importante sigue siendo la necesidad de contar una historia con identidad propia. Y eso lo ha conseguido también con Estoy Vivo.

¿Y ahora qué? ¿Hacia dónde va la ficción? Écija, que es seguidor de series internacionales como Stranger Things ("me ha pegado un castañazo en la cabeza", dice), afirma que "es el momento de crear un nuevos escenarios. Especular con la ficción mola mucho. La televisión va de que, como en un concierto, la gente saque el mechero y al rato esté botando. La televisión es rock en estado puro, poner al público en estado incandescente, y esto sólo se consigue haciendo muy buenas composiciones, con las que hay que ser rentable emocionalmente y económicamente", analiza un Écija que recuerda aquello que decían Los Serrano: "No hay camino corto, esto va de camino largo". Al final, "el camino corto puede ser lo efectista, pero el largo es la honestidad y las historias de verdad.  La emoción parte siempre de ser muy honesto con el espectador".

Y parece claro que este ADN de la emoción nunca cambiará, por más que pase el tiempo, cambie la sociedad o crezcan los escenarios audiovisuales. Siempre, como espectadores, seguiremos buscando y necesitando emocionarnos.

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