La Píldora Económica

La geopolítica complica todavía más la reducción de las emisiones

La división entre países por el futuro de los combustibles fósiles tensa la COP28
La geopolítica complica todavía más la reducción de las emisiones.
EFE

La probabilidad de que se alcancen los objetivos de reducción de los gases de efecto invernadero previstos inicialmente en el Acuerdo de reducción de emisiones de la Cumbre de París de la Conferencia de las Partes sobre el cambio climático (COP), para estar por debajo de los dos grados de calentamiento en el año 2100 son cada vez menores, con la información hoy disponible.

El acuerdo original de París supone alcanzar el objetivo de emisiones netas cero en 2075. Este objetivo fue modificada en la COP de Glasgow hace tres años con la declaración de que será necesario ser más ambiciosos ante la previsión de mayores riesgos climáticos, y habría que limitar el calentamiento a 1,5 grados centígrados en 2100, para lo cual se debía alcanzar el objetivo de emisiones netas cero en 2050. Hoy según los expertos climáticos estamos ya en 2023 por encima de los 1,35 grados sobre la media del periodo de 1850 a 1900 y además las emisiones han aumentado en 2022 y en 2023.

Pero, ¿cuáles son los compromisos realmente aceptados por los países firmantes? Pues muy pocos, básicamente presentar unos objetivos nacionalmente determinados de reducción de emisiones y actualizarlos cada 5 años. La auditoría de las emisiones de cada país las hace el estado en cuestión; no hay régimen sancionador y los países emergentes pueden argumentar que sus emisiones históricas son muy bajas y que no propondrán alcanzar objetivos tan ambiciosos, a no ser que haya subvenciones de los países ricos, que también tienen que crear un fondo para daños y perdidas, porque los países pobres sufren más los negativos efectos del cambio climático.

Esta senda de compromisos domésticos es la que se presenta en el escenario de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que ellos bautizan ahora con el nombre de STEPS, que representa los compromisos adoptados y por lo tanto ya incluidos en la legislación. Alcanzar las previsiones del STEPS ya es bastante ambicioso, teniendo en cuenta la historia de retrasos en la consecución de esos objetivos legales. Pues bien, este escenario implica un aumento de temperatura de 2,4 °C en 2100. También en el STEPS se estiman 4,9 millones de muertes prematuras en 2030 causadas por contaminación atmosférica y 2,5 millones causadas por la contaminación de los hogares, debido al uso de biomasa para cocinar o calentarse. Pero de estas cifras se habla menos.

Para entender dónde estamos y cuál es el escenario más probable, se debe analizar los compromisos legalmente comprometidos por los países firmantes del acuerdo y lo que implica para las futuras emisiones de efecto invernadero.

Las cifras no son muy positivas y deberían llevarnos a pensar si no será mejor gastarse ya más dinero en adaptación al cambio climático. Pero es que si, además, lo comparamos con lo que realmente ha ocurrido en los últimos dos años (incumplimiento de esos compromisos) y sobre todo tenemos en cuenta las últimas decisiones también firmadas o adoptadas por el gobierno americano y chino, a fecha de hoy sabemos que la reducción prevista de emisiones no se va a alcanzar, por lo que la AIE debería revisar al alza las emisiones previstas ante los efectos de las tensiones geopolíticas entre Occidente y China. Los cambios jurídicos ya están aprobados. Por una parte, el gobierno norteamericano ha decidido limitar los materiales chinos contenidos en sus inversiones en renovables y movilidad eléctrica, es decir, los materiales chinos contenidos en baterías, automóviles eléctricos, paneles solares, torres eólicas, etc. Esta limitación se une a la ley de los chips que limita a las compañías americanas su venta en China.

La respuesta del gobierno chino a estas medidas ha sido exigir nuevos requisitos, como licencias de exportación a las ventas al extranjero de tierras raras como el germanio -metal clave en los instrumentos militares de precisión- y ahora, más recientemente, a las ventas al exterior de grafito (EEUU es el primer importador) que es el material que más pesa en cualquiera de los tipos de batería hoy en día comercializadas en el mundo.

Si a esto le unimos la investigación en curso por la Unión Europea sobre las importaciones de vehículos eléctricos chinos, el resultado es que en los próximos años se frenará la fabricación y venta de vehículos eléctricos que según la AIE era el área donde esperaba avances más importantes en la reducción de emisiones de petróleo, que no de carbón.

El STEPS incluido en la publicación 'Perspectivas Energéticas Mundiales' de 2023 (WEO-2023) presenta un crecimiento más rápido en las ventas de automóviles eléctricos que los anteriores, estimando unos 220 millones de turismos eléctricos en las carreteras en 2030. Prevé una compra de casi 40 millones de coches eléctricos en 2030, es decir casi el 40% de todas las ventas de vehículos. Este aumento reduciría la demanda de petróleo en 2030 en alrededor de 1 mb/d. Esta perspectiva tan optimista incluida en el STEPS se debió a los nuevos objetivos voluntarios de vehículos eléctricos por parte de los principales fabricantes de automóviles, así como a los nuevos estándares, mandatos y subsidios para vehículos en China, la Unión Europea y los Estados Unidos.

El problema es que esa perspectiva es ya parte del pasado y aparece como imposible de lograrse ante las limitaciones al material chino, para acceder a subvenciones en EEUU y también a la reducción de ventas de eléctricos en Europa por razones parecidas. Pero es que si estas sanciones continúan en el tiempo, es imposible que en los próximos diez años la producción de estos materiales chinos sea sustituida por materiales estadounidenses, una imposibilidad es aún mayor si hablamos de materiales europeos. De hecho, la AIE espera que en 2030 China siga dominando estas cadenas de producción. Las razones son la falta de estos recursos y que estos materiales son intensivos en energía para su procesamiento y refinación, por no mencionar que normalmente son procesos muy contaminantes.

Por ejemplo, hasta ahora se había hablado más del litio y del cobalto, y menos de grafito. Pero pensemos que en una batería de un 'full electric' de gran autonomía el material más abundante es el grafito, con 50 kilos, frente a 12 de cobalto, 6 de litio y 27 de níquel. Recordemos que, con la tecnología actual, para obtener una tonelada de grafito sintético se necesitan hasta 100 toneladas de carbón, frente a 6 por ejemplo para el acero o las 18 del cobre. Así que la geopolítica complica la transición, pero desde luego la intensidad en carbón del grafito y de otros materiales necesarios debería llevar a pensar donde está el racional de prohibir los combustibles fósiles, porque sin ellos no hay transición energética.

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