En casi dos siglos y medio

¿Es Trump el peor presidente de EEUU? Los escándalos de los otros 'candidatos'

De Nixon y su 'Watergate' al hasta ahora indudable peor ocupante de la Casa Blanca: James Buchanan, que avaló el esclavismo y cuya gestión desastrosa terminó con la Guerra Civil americana en el año 1861.  

Nixon dimitió, hace 40 años, como presidente de EEUU
Richard Nixon se vio obligado a dimitir a raíz del escándalo reciente más famoso: el 'Watergate'
La Información

"Nadie tiene derecho a calificar a un presidente, -ni siquiera al pobre James Buchanan- si no se ha sentado en su silla antes, si no ha examinado su correo, si no vio la información que le llegó a su mesa y por tanto si no sabe las decisiones que tuvo que tomar". 

El presidente John F. Kennedy se quejaba así de amargamente al historiador y biógrafo de Abraham Lincoln, David Herbert, durante una visita de este a la Casa Blanca en 1962. Sin embargo, es una constante en los Estados Unidos desde hace ya muchos años: las puntuaciones y opiniones de los historiadores y periodistas acerca de varios aspectos clave de toda presidencia para elaborar rankings de mejor a peor. -VVAA ‘The Presidents: Noted Historians Rank America’s Best -and Worst- Chief Executives’-

Todos, por cierto, han oscilado siempre invariablemente a lo largo de todos esos años entre Abraham Lincoln -el más valorado- y James Buchanan -el peor considerado-. No podía ser menos ahora con la campaña entre Donald Trump y Joe Biden, especialmente por los cuatro turbulentos años del presidente que aspira a la reelección plagados no ya de una errática administración, sino de una colección de escándalos que ha sido capaz de acumular superando a cualquier otro inquilino del despacho oval hasta la fecha. 

Si fuera por la prensa de EEUU Trump sustituiría probablemente a Buchanan en la lista, y por lo menos sobrepasaría incluso a Nixon, si le preguntasen en cambio a los historiadores. Sin embargo, la puntuación y los rankings se escapan a menudo a los escándalos. De todos los modernos, 'Watergate' se mantiene como el más notable y significativo de la historia de EEUU: Richard Nixon teniendo que dimitir ante ante la casi certeza del impeachment por parte del Congreso. 

Sirvió para dejar claro que un escándalo no era un broma: la vida política del presidente estaba en juego y las alegaciones de haber actuado de forma corrupta no se podían tomar a la ligera. Solo que no ha vuelto a a ocurrir y eso a pesar de que haya habido más que motivos de preocupación e indicios de acciones ilegales en la propia Casa Blanca. 

La gran diferencia con las listas más habituales de los peores presidentes de EEUU que suelen incluir a Warren Harding (1921-1923), Franklin Pierce (1853-1857), Andrew Johnson (1865-1869) y siempre a James Buchanan (1857-1861), el hombre que avaló las tesis de la esclavitud y arrojó prácticamente al país a la Guerra de Secesión. Watergate se inscribió en las mentes de los ciudadanos que iban a votar y afiló el escepticismo y la capacidad crítica no sólo en académicos o politólogos. 

Así el propio Jimmy Carter, que ganó las elecciones esgrimiendo una renovada ética en la forma de gobernar precisamente para ganar a Gerald Ford -que había heredado la presidencia tras la dimisión de Richard Nixon- fue vapuleado por su gestión de la crisis de los rehenes de Irán. Ronald Reagan, que devolvió al país el orgullo de ser americano tras la década de los 70, se vio envuelto en el escándalo del Irán-Contra y Bill Clinton ,inmerso en una batalla con medio país por sus mentiras y su posterior impeachment. A pesar eso, no están casi nunca entre los peor valorados. 

Donald Trump ha vivido cuatro años con la amenaza de ambas investigaciones del Senado, federal y acusaciones de todo tipo, desde escándalos sexuales pasando por las irregularidades de su campaña cuando fue elegido y los sobornos y revelación de secretos a países como Rusia y Ucrania. Se esperó durante mucho que se recurriese a la figura del impeachment sin éxito. La diferencia con Nixon, con quien se le comparó en los primeros compases de su legislatura, es que Trump en vez de tapar las acusaciones decidió atacar, al igual que lo hiciera otro republicano de la Casa Blanca antes que él: Ronald Reagan. 

Un aspecto crucial de la política de EEUU es su propia evolución. No es casual que cuando se comenzó a conocer la trama que llegaba hasta el presidente Reagan que consistía en la venta de armas por parte del gobierno nada menos que a su enemigo Irán, cuya crisis de los rehenes en Teherán le costó la presidencia a su predecesor Jimmy Carter, tomase un derrotero distinto al del caso 'Watergate'. Además de vender armas al país que le había declarado la guerra tras la Revolución de los Ayatollah liderada por Jomeini, usaban los beneficios para financiar a la contra nicaraguense que intentaba deponer el régimen sandinista. 

Las lecciones de 'Watergate' no se habían aprendido definitivamente en la administración. De nuevo había suficientes pruebas para que los ayudantes de la Casa Blanca, encabezados por el coronel Oliver North, arrastrasen al presidente Reagan, pero de alguna forma el terremoto del 'Watergate' sirvió para que se tratase de forma distinta.  Así como los medios habían vociferado contra Nixon durante el Watergate, en el caso del Irán Contra le proporcionaron a Reagan el suficiente espacio, al menos en la superficie, para capear el temporal, lo que al final sirvió para protegerle de una dimisión o un impeachment -Robert Busby ‘Reagan and the Iran-Contra Affair’, (Macmillan)-. 

A Bill Clinton por su parte el fiscal Rober Starr demostró que había cometido perjurio y obstrucción a la justicia cuando negó que hubiera mantenido relaciones sexuales con Monica Lewinski en el despacho oval. Clinton siempre esgrimió que se estaba manipulando al propio sistema. La cámara finalmente decidió por cinco votos de diferencia que era inocente del cargo de obstrucción a la justicia y toda la historia quedó prácticamente en una anécdota. 

No ha sido el caso de Trump, a quien a un día del debate en el enésimo golpe de efecto contra su figura el 'New York Times' desveló una investigación de más de un año en el que se ponía en duda nada menos que la propia declaración de impuestos del entonces candidato. No llega demasiado tarde porque otras muchas lo hicieron antes. De no ganar las elecciones podría acabar en la cárcel, que es algo que ni siquiera Nixon, el único presidente de EEUU que ha dimitido no tuvo ni que valorar.

Es cierto que la evolución de las crisis políticas en la Casa Blanca ha variado mucho, pero Trump podría haberle dado la puntilla. El historiador Robert Strauss escribió sobre Buchanan: "Creo que se puede aprender de los errores. Si el próximo presidente de EEUU quiere aspirar a ser alguien, probablemente intentaría ser como Washington o Lincoln. Bueno, no puedes volver a fundar la nación y no puedes tener una Guerra Civil, así que ¿qué viene ahora? ¿quieres ser como James Monroe? No lo sé, pero lo que sí puedes hacer es no emular a James Buchanan". En Estados Unidos han sustituido al último ya por Donald Trump, salvo que vuelva a ser elegido en cuyo caso sólo aspirará a ser él mismo. ¿Qué nuevo escándalo político vendría después?  

Mostrar comentarios