Entrevista al responsable de la patronal venezolana

"Un ala del Gobierno de Maduro quiere ir a la privatización... con otro nombre"

Ricardo Cusanno, presidente de Fedecámaras, la organización empresarial de Venezuela, cree que se impondrá la línea más pragmática del Ejecutivo frente a la crisis que tiene aislado al país sudamericano. 

Ricardo Cusanno es presidente de Fedecámaras, la patronal empresarial de Venezuela.
Ricardo Cusanno es presidente de Fedecámaras, la patronal empresarial de Venezuela.
La Información

Ricardo Cusanno (44 años) es desde julio de 2019 el presidente de la patronal venezolana llamada Fedecámaras. Cusano es empresario hotelero y tiene uno de los establecimientos más emblemáticos de Caracas, hotel El Conde, cerca del palacio presidencial de Nicolás Maduro. En el centro de Caracas se venden compresas, insecticidas y cortes de pelos en dólares. ¿Qué está pasando? En 2018, entrábamos en el segundo año de hiperinflación y la respuesta del Gobierno fue cerrar el grifo del flujo de bolívares en la calle.

Pregunta-. ¿Por qué lo hizo el Gobierno?

Ricardo Cusanno.- La teoría del Gobierno era que los créditos bancarios se estaban utilizando para adquirir dólares con tasas reguladas. Obviamente, con una inflación de un millón por ciento, hubo personas que lo hicieron, pero no era especialmente la razón por la que el dólar subía. Con la restricción de la liquidez no había dinero, no había crédito.

P.- ¿Cómo pagaba la gente en la calle?

R.C.- En esos días, si no tenías efectivo, no podías pagar en los terminales del punto de venta porque no había electricidad. 

P.- ¿Fue cuando hubo el apagón nacional después de que se rompieran los transformadores de la hidroeléctrica del Guri?

R.C.- Bueno, la verdad es que colapsan. El sector oficial lo achacó a las sanciones pero la verdad es que fue a la falta de mantenimiento e inversión de antes de las sanciones. 

P.- ¿Y qué pasó con los terminales de ventas?

R.C.- En esos días, si no tenías efectivo, no podías pagar en el punto de venta. Colapsaron los mecanismos de pago. Entonces, cuando se fue la luz, los usuarios y los comerciantes dijeron: "No me queda otra cosa que aceptar el dólar públicamente a pesar de que está prohibido". 

P.- El Gobierno echaba la culpa a una página web.

R.C.- Tenía muchos años culpando de la hiperinflación y de hacer perder el valor del bolívar a una página web llamada dolartoday [daba el cambio extraoficial del dólar]. Lo llamaban “dólar criminal”. Pero después de marzo se dio el fenómeno casi religioso de que los voceros más importantes del poder le dieron gracias a Dios de la existencia del dólar. Equipararon la tasa oficial al dólar paralelo. 

"Lo llamaban 'dólar criminal'. Pero después de marzo se dio el fenómeno casi religioso de que los voceros más importantes del poder le dieron gracias a Dios de la existencia del dólar".

P.- ¿De dónde venían todos esos dólares de repente?

R.C.- Hay entre cuatro y seis millones de venezolanos en el exterior que estaban enviando remesas antes de 2019. A raíz de la aceptación del uso de divisas, empezaron a llegar a Venezuela remesas transfronterizas y se insertaron legalmente en el sistema. 

P.- ¿Cuánto llegó?

R.C.- En 2019, ingresaron en Venezuela 3.200 millones de dólares en remesas transfronterizas. ¿Qué ocurre? Esas remesas empezaron a buscar bienes y servicios de una manera más agresiva. Unos empresarios que tenían buenas relaciones con sus proveedores o tenían crédito, inyectaron 3.500 millones de dólares en inversión, o en materia prima, o en líneas de producción o en producto terminado

P.- ¿Qué pasó cuando el gobierno abrió la mano a la importación? 

R.C.- Los anaqueles se llenaron de productos. Hoy Venezuela está abastecida en todos los puntos cardinales. Por supuesto, siempre luchando con el sistema que es hostil: la falta de electricidad, de agua y los problemas de gasolina, que se agravaron en los últimos seis meses. Pero ya ves menos gente comiendo en la basura. Eso no es poca cosa. En 2018 era dramático y lamentable. No estoy diciendo que estemos bien, sino que estamos mejor aunque en la precariedad

P.- Ahora todo el mundo tiene dólares.

R.C.- El fontanero, el pintor, el barbero… Más venezolanos tienen un dólar en el bolsillo. Ahora todo se está moviendo en divisas. Hay informes que dicen que las sanciones [de EEUU] favorecieron eso, aunque yo difiero de ese análisis.

P.- ¿Camina Venezuela a la dolarización total?

R.C.- Difícilmente puede ir a un proceso de dolarización por dos razones: no tiene las condiciones de una institución que te apoye como el FMI o el Banco Mundial; y, segundo, porque el gobierno tendría que vencer su adicción a la emisión. En Venezuela ha habido una adicción a la emisión de bolívares por populismo, o para soportar el andamiaje público. 

P.- ¿Es autónomo el Banco Central de Venezuela?

R.C.- Es una impresora de dinero que está en manos políticas, no en el propio Banco Central.

P.- ¿Qué pasará en 2021?

R.C.- La economía será igual: con un PIB de 50.000 millones de dólares. Habrá rodando la misma cantidad de efectivo que este año. 

P.- Parece que a las empresas les va bien.

R.C.- Casi todas las empresas que han logrado mantenerse vivas venden más. En algunos casos 100% o 200% más. Alimentos, licores... Y en temas de producción, la agroindustria crece porque la pandemia sensibilizó al gobierno e hizo menos hostil el entorno legal para producir. Se tomaron decisiones para que la agroindustria fuera más eficiente.

P.- ¿Cree que el Gobierno ha aprendido la lección?

R.C.- Hoy parece que un importante ala del Gobierno desea ir a un proceso de privatización, y no lo llamo así porque va en contra de sus dogmas.

P.- ¿Usarán otra palabra en lugar de privatización?

R.C.- Sí, algo inventarán, algún termino de mercadeo. Van a procurar lo que sea para levantar la economía, para que eso tenga impacto positivo en lo social, manteniendo los controles en lo político. 

"Destruyeron la industria del petróleo, deterioraron todos los servicios públicos y hay mil empresas públicas. Mil empresas que no sirven para nada"

P.- ¿Qué ha pasado en el sector público? 

R.C.- Destruyeron la industria del petróleo, deterioraron todos los servicios públicos y hay mil empresas públicas. Mil empresas que no sirven para nada, pues no están generando retorno a la sociedad. 

P.- ¿Cree que EEUU eliminará las sanciones?

R.C.- Todo es posible. A Sudán, que por cierto, tiene problemas más complejos que los venezolanos, le quitaron las sanciones la semana pasada. Sí creo que pueda haber una negociación si la nueva administración de Biden decide sentarse con Maduro. Pero es meramente especulativo.

P.- Si no es verdad, suena bien. 

R.C.- Puede ocurrir. Pero seguimos con restricciones. Hoy la banca pública y privada en Venezuela tiene una capacidad de crédito que no llega a 170 millones de dólares. Eso es el salario de Messi y Ronaldo juntos. Aquí las tarjetas de crédito con más saldo no llegan 120 dólares. Pero el promedio es dos o tres dólares. Las tarjetas de crédito en Venezuela solo sirven para abrir puertas. Visa y Mastercard nunca se hubieran imaginado que eso era una línea de negocio.

P.- ¿Cómo pide un crédito un empresario venezolano?

R.C.- No existe crédito en bolívares. Si quieres comprar un barco de soja o de maíz, que te puede costar 15 millones de dólares, tienen que ponerse de acuerdo los 30 bancos del sistema a ver si logran pagarlo. Lo que está ocurriendo es que las transacciones se hacen sobre flujos de divisas. El gobierno permitió las cuentas de custodia en dólares, pero son extremadamente costosas, con tasas muy altas. 

P.- Insisto, ¿cómo piden dinero?

R.C.- Si tienes una panadería en Madrid, te vas a una agencia y pides un crédito para flujo de caja. Aquí el empresario habla con el dueño del banco. Pero eso no es natural.

P.- ¿Se han destruido muchas empresas?

R.C.- En 1998 Venezuela tenía 620.000 empresas. Hoy no llega a 250.000. Se perdieron el 60% de las empresas. Y el promedio de las que quedan vivas trabajan a un 30% de su capacidad. El sector de la construcción está detenido, pues trabaja a un 3% de su capacidad, o tiene un 97% parado, como quieras. Pero tienes a otros sectores como las telecomunicaciones que hoy trabajan a un 120% de su capacidad, como telefonía o internet. 

P.- ¿Por qué no se reactiva la construcción? 

R.C.- Porque no hay capacidad de crédito. El principal comprador de vivienda es la clase media, y si te vas a un banco y no te da crédito, es imposible.

P.- En 2002 ustedes en Fedecámaras se involucraron con un golpe de estado contra Chávez. ¿Ha tenido relación con Maduro?

R.C.- No. Y llevo aquí desde julio de 2019. Pero nuestro tejido gremial sí se reúne con alcaldes, gobernadores, o con ministros.

P.- ¿Y este año tampoco?

R.C.- Cuando se conocieron los primeros casos de coronavirus nos convocaron a Miraflores [palacio presidencial]. Nos reunimos con Delcy Rodríguez, ministra de Economía, y Tareck El Aissami, ministro del Petróleo. Primera reunión en años. Fue una reunión respetuosa.

P.- ¿Qué esperaba el Gobierno de ustedes?

R.C.- Abastecimiento y sostenimiento de los puestos de empleo. De hecho, el gobierno dijo que iba que iba a pagar la nómina en bolívares a quien quisiera. Pero nuestra preocupación era mayor: le pedimos no diera asistencia al empresario en términos de nóminas, sino a la economía informal. Si confinaban a la ciudadanía, impactaría en el 60% de nuestra economía, pues se trata de trabajo informal. 

"Los venezolanos hoy estamos vistos en los sistemas financieros del mundo como los musulmanes del 11 de septiembre".

P.- ¿Y los resultados?

R.C.- Las soluciones no han sido tan integrales como deberían ser. Porque ellos tienen sus costes por reunirse con Fedecámaras. Hay grupos que comandan unos sectores…

P.- ¿Se refiere a que hay un sector más pragmático y otro más ideológico en el gobierno de Maduro?

R.C.- La parte pragmática es la que parece que domina y crece. Pero en el marco de la pandemia, antes y después, esa voluntad de ser pragmático que ellos expresan en sus formas, procede del drama que ellos mismos crearon: institucional, social, estructural y económico. 

P.- ¿Qué opina de las sanciones de EEUU a Venezuela?

R.C.- Fedecámaras fue la primera institución que levantó la voz contra las sanciones generales, no contra las personales. Esas no son problema nuestro [hay cargos del chavismo que han sido acusados por la Justicia de EEUU]. Pero las sanciones generales no han logrado su cometido, y empiezan a generar daños colaterales.

P.- ¿Se refiere a que nadie puede comerciar con el estado venezolano?

R.C.- Sí. Los venezolanos hoy estamos vistos en los sistemas financieros del mundo como los musulmanes del 11 de septiembre. Por ejemplo, los proveedores de cauchos [ruedas de coche] que tenían una relación de 50 años con el importador venezolano empezaron a decir que no les servían porque no sabían si los cauchos iban a terminar en una patrulla de la policía. 

P.- ¿Fue tan devastadora la política de nacionalizaciones y expropiaciones?

R.C.- En 2006 y 2006 empezaron con las expropiaciones de más de cinco millones de hectáreas. En rubros que antes exportábamos, hoy sencillamente dependemos de importaciones para cubrir la demanda. El mejor ejemplo es que somos importadores de gasolina. 

P.- El Gobierno acusa a los empresarios de subir los precios artificialmente. ¿Cómo fijan los precios? 

R.C.- La primera gran variable es el dólar, que se ha triplicado en el último año. Además, la voracidad fiscal municipal, regional y estatal es agresivísima, porque al haberse perdido el presupuesto nacional, tienen que mantener su burocracia y todo eso lo recargan al empresario. La otra gran variable es la incertidumbre. Hoy tienes electricidad, pero no sabes si mañana la tendrás. Hoy estás pagando el litro de gasolina a 0,5 dólares pero si te vas al estado Bolívar, está entre 2 y 4 dólares. Además, la inseguridad.

P.- ¿Inseguridad?

R.C.- En 2019, al no haber electricidad, los ganaderos que se dedicaban a la leche empezaron a hacer más quesos artesanales. Un dirigente gremial nos dijo que cuando se transportaba queso desde Maracaibo a Caracas, perdía entre un 18% y un 30%. 

P.- ¿Se evaporaba?

R.C.- No. Van repartiendo quesos en las alcabalas [controles del estado] que están en las carreteras. Esos son costes. 

P.- Si usted fuera ministro de economía, ¿qué haría?

R.C.- Primero, respetar los preceptos constitucionales. Segundo, darle vital importancia, respeto y salvaguarda a la propiedad privada, porque si no la hay no llegará la inversión extranjera. Tercero, protección a la capacidad de consumo. Directa al ciudadano, y no al empresario.

P.- ¿Cómo se haría eso?

R.C.- Gran parte de la gente no está en capacidad de pagar la electricidad, la gasolina... Vas a tener que subsidiarlo de manera directa, con dinero en la mano, por un tiempo determinado: seis, doce o 24 meses máximo, según tu condición social. Y en ese tiempo tienes que generar las condiciones económicas a la producción para crear la mayor cantidad de empleo para que la gente pueda vivir sin ese subsidio. Cuando digo directo a la gente y no a la empresa, es porque cuando los apoyos van dirigidos a las empresas, terminan existiendo distorsiones y alcabalas. 

P.- ¿Cómo vería un modelo chino con economía de mercado, y sin libertades políticas?

R.C.- A mí no me preocupa que estén en el gobierno. Lo que me preocupa es que no gobiernen para todos. Si se respetan los preceptos constitucionales, no oiré tu discurso porque me caes mal, pero eres un gobierno democrático, donde la institucionalidad se respeta. 

P.- ¿Usted se cree eso?

R.C.- El problema es que son muchos años de decepciones políticas, de ofertas incumplidas, tanto del chavismo como de la oposición, de ofertas de cambio. Y el país se ha empobrecido. 

P.- ¿Cómo está reaccionando la sociedad?

R.C.- Esta realidad vivencial está llevando a la gente al pragmatismo de la subsistencia: nos está volviendo actores de la antipolítica, o de la apatía. Apáticos en términos políticos. 

P.- ¿Me puede explicar eso?

R.C.- Hoy hay jóvenes de 25 a 35 años, que se graduaron y no pueden ir a EEUU, porque no les dan visa. No tienen un segundo pasaporte, y no les queda otra cosa, y me disculpa, que “echarle bolas” en Venezuela. Y esa necesidad, ganas, ímpetu, de trabajar y diseñar su propia vida, solo la pueden lograr con apatía política. 

P.- ¿Adónde lleva eso?

R.C.- A una sociedad con grandes restricciones políticas. Y ahí nos meteríamos en un problema mucho peor. 

P.- ¿O sea, que el riesgo es que los venezolanos renuncien a sus derechos como hombres libres?

R.C.- El 70% del país es una masa silente. No es chavista u opositora. A esa gente le da miedo emitir su pensamiento porque va a ser sometido al escarnio. Pero si no haces algo, pierdes fuerza y capacidad para dar la lucha verdadera de las libertades plenas.

P.- ¿Y cuál es el papel del empresario?

R.C.- Una empresa privada, cuando genera empleo, está generando empoderamiento ciudadano para poder elegir en un anaquel. Si no logramos fortalezas, quienes ganan son los aliados naturales del sistema, los empresarios a los que no les importa la democracia.

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