Para la vuelta a las clases

Cápsulas de aprendizaje en EEUU: las microescuelas se imponen con la Covid

La disrupción de la pandemia en la enseñanza impulsa alternativas privadas que amenazan con incrementar la brecha educativa en un país donde las diferencias entre escuelas las marca el nivel de renta.

Las microescuelas se imponen entre las familias con recursos de Estados Unidos.
Las microescuelas se imponen entre las familias con recursos de Estados Unidos.
EP

La ansiedad de los padres crece al ritmo que se acerca el inicio del curso escolar. Pero la disrupción creada por de la pandemia amenaza con agravar aún más la desigualdad del sistema educativo en Estados Unidos. Nueva York es un caso evidente. El plan es ofrecer clases presenciales limitadas a dos o tres días a la semana, porque no hay espacio para congregar a todos los niños preservando la distancia social. Algo similar pasa en San Francisco y Los Ángeles. Así que en plena confusión, las familias desesperadas experimentan con alternativas de aprendizaje para evitar otro semestre de clases por Zoom. 

Bienvenidos a la era de los 'pandemic pods', las microescuelas privadas de la generación del Covid-19. Lograr un equilibrio entre la enseñanza remota y el trabajo va a ser todo un reto. E incluso para las familias que pueden dedicar tiempo a sus hijos, es posible que la formación online no sea la opción. La mayoría de los padres en Nueva York quieren que vuelvan a clase, de acuerdo con una encuesta realizada por la ciudad entre todas las familias. Pero no son pocos tampoco los que se oponen por miedo a las infecciones. 

El de Nueva York es el sistema de enseñanza más importante del país, con 1,1 millones de estudiantes y 1.800 colegios. Los directores de cada centro tienen que presentar antes de mediados de agosto sus propios planes individuales. Pero reina el caos. Por complicar más las cosas, se cuestiona políticamente las directrices del Centro para el Control de Enfermedades. Y mientras los estados y las localidades tiran y aflojan con la agencia federal en diferentes direcciones, los científicos adaptan sus recomendaciones a la luz de los nuevos datos.

Con esta especie de cápsulas de aprendizaje los padres tratan de anticiparse al retraso que sufrirán sus hijos en la educación. Esta solución es una nueva versión de la educación en casa, un modelo muy usado en las zonas rurales aisladas o al que recurren padres que tienen hijos con necesidades especiales, que no están satisfechos con la educación que imparten los colegios en sus distritos, por motivos religiosos o a los que les preocupa el ambiente en los centros. Las clases suelen impartirlas los propios padres o tutores. 

Kara quiere que sus hijos vuelvan a clase en septiembre. "En teoría", matiza en un mensaje que intercambia con otros padres del colegio, en el que le propone crear un grupo integrado por entre cuatro y seis niños para los días que los días que no podrán ir al colegio. El aprendizaje remoto no funcionó tampoco para Marion y todo apunta a que el retorno inicial tendrá más la estructura de una guardería que de clases. "Es la furia", comenta otra una madre al referirse a esta idea de los pods. 

Explorando las redes sociales se encuentran miles de anécdotas similares. Y las conversaciones revelan las múltiples incógnitas que hay para resolver la ecuación. La industria educativa ve el filón y se moviliza. Agencias de nanny, plataformas que ofrecen servicios de tutoría, hay una amplia variedad de compañías que ofrecen programas para a cubrir el vacío creado por la enseñanza remota. Los hay incluso que proponen reemplazar el colegio por completo. Pero como advierte Emily Oster, profesora de economía en la Universidad de Brown, a nadie se le escapa que es una alternativa para las familias con recursos. 

La enseñanza privada en EE UU es prohibitiva. Contratar a un profesor un año entero puede costar fácilmente unos 100.000 dólares. Incluso si se comparte con cinco niños, sería muy caro para la mayoría. El tutor virtual en grupo cuesta entre 45 y 75 dólares la hora, dependiendo del curso. El frenesí provocó que los tutores privados de buena calidad y que ofrece precios razonables escaseen. Otra posibilidad es contratar a una niñera debidamente formada para supervisar las tareas de los niños. 

La opción más barata es que los padres se turnen en la labor docente, aunque antes deben entender si el colegio va a dividir los cursos en clases diferentes, porque la experiencia en las clases presenciales con distintos profesores puede ser muy diferente. Este modelo de enseñanza alternativa privado, advierten los responsables de los distritos escolares en Nueva York y California, minará la enseñanza pública y en especial a los niños sin recursos. Pero los padres que apuestan por esta solución responden a las críticas sobre las cuestiones éticas de los pods argumentando que es el sistema el que está fracasando. Es un debate que, según Oster, sirve para poner en evidencia las desigualdades que existían antes de la pandemia.

La solución de las cápsulas de aprendizaje puede parecer extrema. Pero no dista mucho de la realidad del sistema educativo en EE UU. Los colegios públicos se financian con los impuestos sobre la propiedad. Eso provoca que las áreas más ricas en las ciudades tengan mejores centros de enseñanza. Los padres, además, hacen donaciones que permiten contratar profesores adicionales, comprar material educativo, organizar excursiones o ampliar las clases. Todo eso se traduce en mejores resultados para los económicamente más aventajados. 

La vuelta al colegio se está convirtiendo así en una de las cuestiones que van a definir el curso de las presidenciales a menos de 100 días de las elecciones. El voto en los suburbios será clave y no hay nada que preocupa más a esos electores que la educación de sus hijos. Joe Biden no se opone a que retomen las clases presenciales, aunque evita ser tan contundente como Donald Trump. La mayoría de los padres quiere que los niños vuelvan y el republicano lo explota a su favor. Pero el sindicado de maestros es un hervidero de votos para los demócratas. Incluso si las autoridades establecen con claridad las condiciones del retorno, no está dicho que vayan a impartir las clases presenciales hasta noviembre en el caso de Nueva York. Es una dinámica con serias implicaciones futuras, en un momento en el que educadores y expertos no ocultan su preocupación por la brecha que se abre con la enseñanza remota por los problemas de acceso a los dispositivos, a Internet o la falta supervisión de los padres.

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