"2024 podría marcar el inicio de la mayor caída de las acciones que veremos en nuestras vidas", advierte el reputado economista norteamericano, Harry Dent, fundador de la firma HS Dent Investments y una de las voces más pesimistas sobre la situación actual: "Lo que hemos visto desde 2009 ha sido 100% artificial: una impresión de dinero y déficits sin precedentes. Estamos hablando de 27 billones de dólares en 15 años. Nos encontramos en un territorio desconocido y peligroso".
Los inversores bajistas siempre captan la atención, especialmente cuando sus argumentos revelan las ineficiencias subyacentes de la economía y los mercados, junto con la posibilidad de eventos negativos inesperados. No hay que remontarse muy lejos para recordarlo: la pandemia global de 2020, las oleadas adicionales de Covid-19 en 2021, la invasión rusa de Ucrania y el aumento de la inflación en 2022, el colapso de varios bancos regionales en Estados Unidos y un nuevo conflicto en Oriente Medio en 2023.
El sombrío pronóstico de Dent parece haber tocado la fibra sensible del mundo financiero, convirtiendo su análisis en uno de los más debatidos estas semanas en redes sociales y plataformas como ThinkAdvisor.com. Mientras algunos analistas creen que nos encontramos solo al principio de una tendencia alcista prolongada que durará años por factores como la Inteligencia Artificial, otros temen un colapso similar al de la burbuja tecnológica de los 90, una crisis de deuda o la crisis de 1987.
Puestos a sacar nuestro lado más sombrío, entonces, ¿cuál podría ser el próximo gran susto? ¿Una Reserva Federal (FED) más agresiva? ¿Petróleo a 200 dólares por barril? ¿Una burbuja de deuda y falta de liquidez? ¿O tal vez un evento inesperado? ¿Hedge Funds? ¿Banca en la sombra?
Deuda y liquidez: dos grandes amenazas para las bolsas en 2024
Desde la crisis financiera de 2008, la liquidez ha sido el motor de los mercados financieros. José Basagoiti, cofundador de TradingPRO, nos recuerda que nuestro sistema monetario ha sufrido una transformación total: "Hemos pasado de una escasez a un exceso de reservas. Ahora, la liquidez dicta los mercados, no los datos macroeconómicos", afirma.
Basagoiti ve en esto el gran riesgo para 2024: la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed) no actúe a tiempo, lo que podría impactar gravemente los mercados, especialmente entre marzo y abril, cuando se prevé que se agoten las principales fuentes de liquidez. La deuda también plantea preocupaciones significativas. Históricamente, ha sido un detonante de grandes crisis económicas. La deuda global, tanto pública como privada, asciende ahora a 307 billones de dólares, un aumento de 100 billones en la última década.
En Estados Unidos, 2024 se perfila como un año crítico para las necesidades de financiación. Ante la disminución del interés por la deuda a largo plazo, los hogares y las grandes corporaciones se inclinan por títulos de corto plazo y emisiones de deuda a más largo plazo, respectivamente. Sin embargo, la reciente devaluación de la deuda ha causado pérdidas significativas en las carteras bancarias, superando los 600.000 millones de dólares.
2024: un año de riesgo para Wall Street
Más allá del crédito y la liquidez, diversos factores, tanto económicos como geopolíticos, se perfilan como potenciales catalizadores de distorsiones en los mercados este año. Firmas como JPMorgan y BCA Research han señalado las altas valoraciones de acciones, las elevadas tasas de interés, un consumidor debilitado, los riesgos geopolíticos crecientes y la posibilidad de una recesión como limitantes del potencial alcista de las acciones en 2024.
En particular, BCA Research anticipa que el S&P 500 podría fluctuar entre 3,300 y 3.700 puntos antes de una recuperación, lo que implicaría una caída del 20% al 30% desde los niveles actuales. Además, la tensión entre China y Estados Unidos, la guerra en Ucrania y las próximas elecciones en EE.UU. se perfilan como los grandes focos de tensión que podrían afectar a los mercados financieros en 2024. Estas perspectivas sugieren que, aunque hay un cierto optimismo cauteloso, los inversores deben estar preparados para la volatilidad y los desafíos potenciales, especialmente en la primera mitad del año.
