Invertir en bolsa es una alternativa para rentabilizar los ahorros. No obstante, antes de tomar la decisión es importante ser consciente de la inversión que se va a realizar y asegurarse que se adapta al perfil del inversor. A partir de ese perfil se podrá determinar el estilo de inversión y el riesgo que se debe y puede asumir. No todo el mundo tiene las mismas características económicas, ni objetivos.
Por ello, el punto de partida de cualquier inversión debe ser conocer conjunto de características y condiciones personales que ayudarán elegir los productos financieros que mejor encajan con las necesidades y preferencias. Para determinar el perfil, la CNMV plantea analizar la situación económica, los objetivos financieros, el plazo de inversión y el nivel de riesgo, que pueden variar en función de la edad o la psicología de la persona.
Adverso o propenso al riesgo
El riesgo es uno de los principales puntos a tener en cuenta. Desde BME, operador de la bolsa española, recomiendan “definir con precisión qué riesgo está dispuesto a asumir, o dicho de otro modo, qué nivel de beneficio/pérdida espera aplicar a dicha inversión”. Esto determinará un perfil adverso o propenso al riesgo.
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Por ejemplo, si el inversor no está dispuesto a perder mucho dinero y quiere correr poco riesgo, se considera un inversor muy adverso al riesgo. Para ese perfil, se debería estar dispuesto a aceptar un rendimiento bajo, ya que riesgo y rentabilidad suelen estar directamente relacionados: cuanto mayor sea la rentabilidad esperada, mayor será el riesgo asumido.
No obstante, es posible tener un perfil conservador y que, en un momento dado, sea conveniente para invertir parte de los ahorros en productos destinados a inversores más moderados o agresivos. Y al contrario, aunque haya sido catalogado como inversor agresivo, puede verse en la necesidad de destinar los ahorros a productos con menor nivel de riesgo.
Por otra parte, en relación al plazo de inversión, la CNMV señala que, para la mayoría de los inversores minoristas, es mucho más aconsejable concebir la inversión como estrategia a medio o largo plazo, lo que reduce el riesgo de precio.
BME también afirma que es importante definir el plazo de vigencia de la inversión: “Como se ha demostrado en distintos estudios sobre distintos mercados, incluido el español, la Bolsa a largo plazo es una inversión rentable y segura. Para periodos suficientemente largos, de 10 años en adelante, una cartera diversificada de acciones ofrece rentabilidades superiores a las de cualquier otro activo financiero”.
Componente psicológico
Además, existe un componente subjetivo vinculado con la forma de ser y la disposición psicológica a asumir pérdidas del inversor. Pese a que su situación económica y otros factores permitan un perfil que asuma mayor riesgo, no todo el mundo se siente cómodo con la posibilidad de perder parte de sus ahorros. “Los inversores con mucha aversión al riesgo pueden sentir pánico durante los reveses momentáneos del mercado y vender cuando no sea el momento adecuado”, apunta el regulador financiero español.
Evaluación de los intermediarios
Pese a conocer cada inversor su propio perfil, en muchas ocasiones se recurre a profesionales para que se encarguen de gestionar las inversiones o de asesorar. En ese caso, tener un perfil determinado también es importante porque las entidades financieras deben ofrecer productos adaptados. En ese caso, pueden recurrir a lo que se denomina “evaluación o test de idoneidad”.
Sobre esta cuestión la CNMV señala que las recomendaciones o decisiones de inversión deben adaptarse al nivel de riesgo recogido en los objetivos de inversión del cliente y, en ningún caso, deben suponer niveles de riesgo superiores a los que el cliente esté dispuesto a asumir. El nivel de riesgo máximo recomendable o asumido, por lo tanto, será el que el inversor indique como cliente.
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