Refugio anti-recesiones

¿Cómo afectaría una recesión en EEUU al comportamiento del precio del oro?

La evolución del metal precioso tiene una mejor evolución en recesiones en las que también se combina una alta inflación pero depende del grado de contracción económica y sus causas.

¿Cómo afectaría una recesión en Estados Unidos al comportamiento del oro?
¿Cómo afectaría una recesión en Estados Unidos al comportamiento del oro?
Europa Press

El oro ha tenido un comportamiento brillante en lo que va de año, pasando de alrededor de 1.800 a más de 1.900 dólares por onza troy en solo cuatro semanas. Aunque los rendimientos reales suelen ser el motor más importante del metal precioso, ha sido sobre todo la debilidad del dólar estadounidense la que ha ayudado al oro a subir últimamente. 

De hecho, se observan tres razones que están debilitando el dólar en los últimos meses: el ciclo de subidas de tipos de la Reserva Federal, la debilidad de la actividad en Estados Unidos y la reapertura de la economía china, que proporcionan a las divisas de las economías orientadas a la exportación una ventaja relativa sobre el dólar estadounidense.

“Aunque es probable que la mayor parte del movimiento bajista del dólar ya se haya producido, pensamos que la divisa seguirá debilitándose, aunque a un ritmo más moderado. Esto significa que es poco probable que el apoyo al oro disminuya en los próximos meses”, asegura Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable AM.

Los mercados financieros llevan tiempo anticipando una recesión en Estados Unidos. Una señal clara es la curva de rendimientos invertida en Estados Unidos, lo que significa que los tipos de interés a largo plazo están por debajo de los de corto plazo. “Esto suele ser una señal de que la recesión llegará tarde o temprano. Los débiles datos del ISM de servicios de Estados Unidos publicados recientemente sugieren que la recesión podría llegar muy pronto”, considera James Luke, gestor de materias primas de Schroders

Asimismo, a finales de 2021, los bancos centrales tenían 35.516 toneladas de oro como parte de sus reservas de divisas, las mayores tenencias desde el cambio de milenio. En noviembre pasado, el Consejo Mundial del Oro (WGC) calculó que las instituciones financieras habían comprado 673 toneladas en el ejercicio y, solo en el tercer trimestre, compraron casi 400 toneladas de oro, el mayor volumen en tres meses desde que comenzaron los registros trimestrales, en el año 2000.

El aumento es un máximo absoluto en reservas totales de oro en 2022: 36.745,8 toneladas. Ni en 1970, durante el patrón oro modificado por el Acuerdo de Bretton Woods, alcanzaron estas cifras. Es un factor que favorece a su comportamiento a largo plazo. Por lo tanto, los inversores estarán considerando sus asignaciones a diferentes clases de activos.

Aunque el pasado no siempre es una guía fiable para el futuro, desde la gestora británica piensan que sería útil echar un vistazo a cómo se han comportado tanto el oro como las acciones relacionadas con él durante anteriores periodos de recesión en Estados Unidos.

Siempre puede discutirse la relación causa-efecto pero las conclusiones generales son bastante claras. El oro tiende a obtener buenos resultados en términos absolutos y relativos durante las recesiones en Estados Unidos, pero la renta variable relacionada con el oro lo ha hecho aún mejor.

“Si observamos las rentabilidades desde seis meses antes del inicio de las recesiones hasta seis meses después del final de las mismas, podemos ver que el oro ha ofrecido una rentabilidad del 28% de media y ha superado al S&P 500 en un 37%”, analiza Luke. La renta variable relacionada con el oro ha batido esta cifra y ha generado una rentabilidad media del 61%, superando al S&P 500 en un 69%.

Cada ciclo es diferente y, evidentemente, el ciclo económico estadounidense dista mucho de ser el único factor que influye en el mercado del oro. Una observación es que cuando las respuestas políticas del país norteamericano han sido particularmente laxas/acomodaticias, la rentabilidad del precio del oro ha sido aún más explosiva. Así ocurrió en 1973 (cuando Arthur Burns era gobernador de la Reserva Federal) y también en 2008 y 2020.

Creemos que las respuestas políticas a futuras recesiones en Estados Unidos también serán muy acomodaticias e implicarán un retorno al apoyo fiscal y monetario combinado. Esto se debe a que los niveles de deuda agregada extremadamente altos y los grandes déficits significan que el riesgo de que una recesión se transforme en algo mucho peor seguirá siendo demasiado alto para que los responsables políticos se arriesguen.

Los ejemplos de 1981 y 1990

Lo ocurrido en 1981 se conoció como la "recesión de Volcker", iniciada por las enormes subidas de tipos de interés destinadas específicamente a aplastar la inflación sin tener en cuenta el impacto económico (podría decirse que las recesiones de 1980 y 1981 deberían combinarse, ya que Volcker estaba en el cargo desde 1979).

El periodo de "dinero fácil" y alta inflación de finales de los años sesenta y setenta hizo que los precios del oro pasaran de 35 dólares la onza en 1972 a más de 800 dólares la onza a principios de 1980. Esto ocurrió cuando la credibilidad del dólar se hundió tras la decisión del presidente Nixon de suspender la convertibilidad internacional directa del dólar estadounidense en oro, poniendo fin a la estabilidad de los tipos de cambio (lo que se conoció como "cerrar la ventana del oro").

Lo que esto significaba al entrar en la década de 1980 era que la base tanto para los lingotes de oro como para las acciones de oro era increíblemente alta. La agresiva política monetaria del presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, supuso el inicio de un prolongado mercado bajista para el oro.

“Una vez más, una de las razones por las que somos estructuralmente positivos con respecto al oro es que, dados los elevadísimos niveles de deuda soberana y los grandes déficits, creemos que repetir una intervención al estilo de Volcker conduciría muy probablemente a un colapso financiero sistémico”, dice Luke.

En el caso de 1990 fue una recesión leve que siguió a la invasión de Kuwait por Irak. Desde la perspectiva del mercado del oro fue el comienzo de un periodo de ventas agresivas del metal dorado por parte de los bancos centrales que se prolongó durante toda la década de 1990 y principios de la de 2000. “Una vez más, el contraste con la situación actual es muy llamativo, ya que la demanda de oro de los bancos centrales se sitúa en niveles récord y se prevé que se mantenga fuerte”, termina el experto de Shroders.

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