Si quieres mejorar tus presentaciones, utiliza la regla de los 30 segundos

  • Para que tu mensaje llegue a la audiencia, es importante arrancar y cerrar con fuerza una presentación
Hacer buenas presentaciones es fundamental para triunfar en el trabajo. / Pixabay
Hacer buenas presentaciones es fundamental para triunfar en el trabajo. / Pixabay

A la hora de realizar una presentación, suelen surgir nervios y dudas que pueden afectarte y tirar por tierra horas de trabajo e incluso noches en vela. ¿Cómo empiezo a desarrollar el tema? ¿En qué aspectos debo incidir más? ¿Está bien explicado este o aquel punto? ¿Qué preguntas es más probable que me hagan y cómo debo responder? Nadie, ni los más veteranos, es inmune al pánico escénico que rodea a una presentación. Sin embargo, existen varias técnicas para sobrellevar este tipo de situaciones, especialmente si se realizan con el inconveniente añadido de tener que exponer en otro idioma distinto al materno.

Pero también hay una clave genérica que puede salvar la mayoría de las presentaciones -y discursos en público-: lo que en este artículo de Inc. se denomina la regla de los 30 segundos, que implica la necesidad de enganchar a tu audiencia en los primeros 30 segundos para poder gozar de la atención necesaria para que tus ideas sean escuchadas. Asimismo, ese período es el mismo que debe emplearse al final de una presentación para poder cerrarla con la fuerza necesaria para que tus conceptos sean retenidos por los asistentes. Pero, además, hay una serie de técnicas que ayudan en cualquier presentación.

Estructurar, jerarquizar y visualizar

Una de las tareas previas a una presentación debería ser la preparación de múltiples y variadas ideas que introducir estructuradamente durante la misma. Por ejemplo, si vas a hablar del sector de la automoción, no estaría de más echar un vistazo al contexto legislativo y social que afecta al mercado: aunque no tenga estrictamente nada que ver con la temática de la que tratarás, es útil conocer detalles sobre nuevas tendencias, como el auge de los coches eléctricos, o sobre posibles factores que puedan influir, como los acuerdos internacionales para reducir las emisiones de dióxido de carbono, algo que afecta indirectamente al sector.

Steve Jobs en una de las presentaciones de su última época en Apple / Ben Stanfield
Steve Jobs en una de las presentaciones de su última época en Apple / Ben Stanfield

Por otra parte, resulta casi imposible exponer todas las ideas que hayas preparado, no sólo por falta de tiempo sino también por el riesgo de aburrir soberanamente a tu audiencia, por lo que es importante elaborar un esquema previo que las jerarquice y te permita omitir aspectos que, por el propio desarrollo de la presentación, no sean tan relevantes.

En ese esquema, además, deberían incluirse interrelaciones entre conceptos que ayuden a explicar mejor esas ideas. En este sentido, las descripciones gráficas a través de imágenes o vídeos suelen ser de gran ayuda. De hecho, existen estudios que demuestran que aquellas informaciones presentadas de forma gráfica se retienen hasta en un 95 %, mucho más que cualquier elaborado discurso o texto.

Practicar, y preparar un arranque y salida fuertes

Una vez establecido el marco esquemático, es la hora de ponerlo en práctica. Ensayar una presentación es similar a ensayar un discurso, por lo que es importante mantener cerca el guión para poder anotar acotaciones y cambios en el mismo mientras observas cómo se va desarrollando. Si cuentas con alguien para que haga de público objetivo durante el ensayo, mejor, ya que podrás observar sus reacciones con cada una de las ideas expuestas, practicar momentos concretos para introducir pausas o chistes y comprobar si surten el efecto deseado o provocarán un mutis generalizado e incómodo.

Especialmente, es conveniente practicar esa regla de los 30 segundos antes citada. Por eso, es recomendable imprimir mucha fuerza al arranque de tu presentación. Existen varias fórmulas para lograrlo, desde una anécdota a una pregunta retórica que te permita hilar con lo estrictamente informativo, pero lo importante es que pueda enganchar a la audiencia desde el principio para que le sea más fácil seguirte a partir de ese momento. Tampoco conviene iniciar una presentación con conceptos excesivamente complejos o difíciles de interrelacionar, por lo que la energía que imprimas a ese arranque es crucial.

Lo mismo sucede con el cierre de tu presentación. Deben ser unos 30 segundos entusiastas, medidos, capaces de resumir lo presentado hasta ese momento y de cerrar con conceptos fáciles de hilar la o las ideas que quieres transmitir. Con ello conseguirás que tu audiencia retenga esos conceptos clave que has expuesto.

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