En cuatro pasos

El método Feynman para mejorar la memoria y prepararse unas oposiciones

El ganador del Nobel de Física en 1965 creó una técnica basada en aprender comprendiendo, en lugar de tener que 'hincar los codos' durante horas.

Albert Einstein
Albert Einstein: "Si no puedes explicar algo de forma sencilla es que ni tú mismo lo has entendido bien".
Cordon Press

"No sé qué le pasa a la gente: no aprenden comprendiendo; aprenden de alguna otra forma, por la rutina, o de algún otro modo. ¡Qué frágil es su conocimiento!", se quejó en una ocasión Richard Feynman, el físico que ganó el Nobel en 1965. Sus trabajos en mecánica cuántica y física de partículas contribuyeron decisivamente al cambio de paradigma científico en la primera mitad del siglo XX y forma, junto a Albert Einstein o Erwin Schrödinger, una de las generaciones de mentes más brillantes de la historia. Por eso, su método de aprendizaje sigue siendo objeto de estudio y permanece vigente cuatro décadas después de su muerte.

En realidad, el método Feynman fue explicado James Gleick en el libro 'Genius: The Life Science of Richard Feynman' (1992), una biografía póstuma en la que se detallan los pasos que solía utilizar el genial físico a la hora de estudiar. Teóricamente, tal y como explica el psicólogo Francisco Pérez en este artículo, el objetivo de esta técnica es que cualquier persona pueda "adquirir nuevos conocimientos de manera eficiente si se lo propone. De hecho, también es una poderosa herramienta de estudio para preparar cualquier examen". Incluso cuando el temario es tan denso y extenso como el de unas oposiciones.

Esencialmente, es lo mismo a lo que se refería Albert Einstein cuando afirmaba que "si no puedes explicar algo de forma sencilla es que ni tú mismo lo has entendido bien". Por eso, el método Feynman trata de construir el conocimiento comprendiendo absolutamente todo lo que se estudia, en vez de repetir un frase una y otra vez para memorizarla (aunque no sepamos de qué diablos estamos hablando). En este sentido, el objetivo final es que uno sea capaz de contarle a otra persona lo que acaba de aprender con sus propias palabras y que se le entienda perfectamente. Pero antes hay una serie de pasos a seguir. 

1. Escribir el concepto

Pérez explica que "para empezar, hay que coger una hoja de papel y escribir en su parte superior el nombre del concepto que estamos estudiando. Por ejemplo, si estamos estudiando el teorema de Pitágoras deberíamos escribirlo en la parte superior del folio o papel". Es decir, que cuando estemos estudiando varios conceptos, vale la pena detenerse en cada uno de aquellos que no comprendamos para identificar qué partes debemos reforzar antes de continuar con el aprendizaje.

2. Describirlo con nuestras propias palabras

"Una vez escrito el concepto, hay que describirlo con nuestras propias palabras y utilizando un lenguaje sencillo, como si se lo estuviéramos explicando a otra persona", explica Pérez, que señala que "si seguimos con el ejemplo del teorema de Pitágoras, tendríamos que escribir algo así 'en un triángulos rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos'". Sin embargo, ¿basta con repetir conceptos que no terminamos de entender a edades muy tempranas?

3. Completar la explicación

"El tercer paso consiste en revisar todo lo que hemos escrito con el objetivo de identificar aquellas partes que no están perfectamente explicadas, que son confusas o que no están bien redactadas. Para ello, podemos volver a nuestros apuntes o incluso buscar nueva información al respecto. También es de utilidad utilizar ejemplos que refuercen el conocimiento", apunta Pérez. Es probable que la definición canónica del teorema de Pitágoras nos resulte complicada de entender al principio. Por eso, conviene completar la explicación definiendo previamente qué es la hipotenusa en un cuadrado, qué son los catetos y, si hiciera falta, que es el cuadrado de algo.

4. Revisar el lenguaje

"El último paso consiste en realizar una última revisión de lo escrito. Así, si hemos utilizado un lenguaje demasiado complejo podemos reescribir el texto para hacerlo más simple e inteligible. Para ello, podemos utilizar metáforas o analogías", explica Pérez. Aquí es importante el uso de mensajes visuales que refuercen la idea y sirvan para 'aterrizarla', como por ejemplo una rampa de un parque de 'skate'. "Lo importante es asegurarnos que el discurso puede ser entendido por cualquier persona. Si después de seguir estos sencillos cuatro pasos, nuestra explicación sigue sin entenderse puede ser que no hayamos comprendido del todo bien lo que hemos estudiado. En este caso, deberíamos empezar el proceso de nuevo", concluye.

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