Este joven de 26 años rechazó 100 millones por su startup y no se arrepiente

  • No vender un proyecto creado desde cero puede ser una de las decisiones más difíciles de tomar, pero este emprendedor tuvo éxito.
Quek Siu Rui, fundador de Carousell.
Quek Siu Rui, fundador de Carousell.

Una de las decisiones más difíciles de tomar cuando se monta una startup se produce cuando se alcanza un volumen de negocio lo suficientemente grande como para pasar a tener un precio específico en el mercado. Suelen aparecer entonces competidores más fuertes o grandes tecnológicas que quieren diversificar sus líneas de negocio. Y es en ese momento cuando uno debe plantearse si continuar con el proyecto que ha parido o venderlo por un cantidad astronómica. Aunque la segunda opción resulte tentadora, hay quien decide arriesgarse, como un joven de 26 años que no se arrepiente de haber rechazado 100 millones de dólares por su startup, tal y como recoge este artículo de Bloomberg.

Carousell, una app de compraventa de artículos de segunda mano, empezaba a despuntar hace unos años en Singapur. Uno de sus creadores, Quek Siu Rui, vio un gran nicho de mercado en los productos usados en un país con una desigualdad social casi extrema: con un PIB per cápita de 52.960 dólares, es uno de los lugares más prósperos (y caros) del planeta, si bien más casi un 20 % de la población no se puede permitir vivir en él. Por eso, desde hace una década las plataformas de intercambio de bienes de segunda mano han tenido una especial incidencia en el país asiático.

“Construir una compañía duradera”

Así nació el proyecto de Rui, quien decidió hace seis años crear Carousell. Cuando se le presentó la oportunidad de vender la compañía por 100 millones de dólares, lo tuvo claro: el mercado sólo estaba por explotar, por lo que no tenía sentido deshacerse de su proyecto. “Queremos construir una compañía duradera”, explicaba entonces en una entrevista. Y la jugada parece haberle salido bien. Actualmente, Carousell tiene un valor de unos 500 millones de euros y ya opera en siete países, incluyendo Singapur, Hong Kong o Australia.

Imagen promocional de Carousell.
Imagen promocional de Carousell.

Su modelo de negocio es similar al de Vibbo o Wallapop, y permite la compraventa de todo tipo de artículos usados: desde coches hasta videoconsolas, pasando por muebles o todo tipo de productos electrónicos. Y, tras una ronda de financiación en la que ha conseguido captar 85 millones de dólares, Carousell ya se plantea desembarcar en otro mercados de la zona de Asia y el Pacífico como Indonesia, Filipinas o Taiwán. El plan a largo plazo es establecerse como referente en la región y competir con otras plataformas en el resto del mundo, como eBay.

El modelo de Mark Zuckerberg

Y es que el modelo occidental y, en particular, el de Mark Zuckerberg, es una inspiración para Carousell. Tanto Riu como sus socios, Lucas Ngoo y Marcus Tan, se conocieron en la Universidad de Songapur y pasaron un año en Silicon Valley, donde coincidieron con el fundador de Facebook. Sus charlas sobre no ceder el control de un proyecto propio con futuro les motivaron para seguir adelante con la compañía, incluso a pesar de las tentaciones de vender por precios astronómicos. Curiosamente, Facebook se ha convertido en un rival de altura de Carousell en Asia tras la introducción del Marketplace en la plataforma de Zuckerberg. Su lanzamiento “es una prueba de que el problema al que damos respuesta es masivo”, argumentaba en su momento Riu.

La gran baza tecnológica de Carousell en los próximos años es el machine learning, con el que sus fundadores pretenden acortar los tiempos de filtrado a unos pocos segundos aprendiendo de la experiencia del propio usuario. La IA que planea implementar, similar al AutoML que Google ofrece, será capaz de reconocer elementos a partir de las fotografías subidas para poder etiquetar los productos automáticamente. Además, la gran innovación que proponen es un sistema inteligente que pueda sugerir precios para establecer unos valores estándar y que no haya sobreprecios o gangas perjudiciales para los usuarios.

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