La sombra de la recesión  acecha al Gobierno en año electoral

Economía admite que es imposible hacer unas previsiones creíbles con la crisis energética encima, mientras los tipos suben ante una inflación que devora crecimiento, salarios y ahorro.

Decía José Saramago que los momentos no avisan cuando vienen. Algunas de las sacudidas que ha recibido en los últimos años la economía mundial tampoco. La crisis energética y la guerra en Ucrania han dado al traste con las expectativas de recuperación tras una pandemia impredecible. “La vida se ríe de las previsiones”, añadiría Saramago. En Fráncfort lo han comprobado de primera mano. Ahora se encuentran ante la difícil tesitura de tener que seguir subiendo los tipos de interés oficiales para atajar una inflación que está devorando el crecimiento, los salarios y los ahorros. Y esto, sin agravar la recesión a la que se encaminan países como Alemania o Italia por su dependencia energética de Rusia. Un ejercicio de funambulismo que pilla a España a las puertas de su año electoral.

Con la inflación en el 9,1% en la zona euro en agosto, de acuerdo con los datos publicados por Eurostat, y la perspectiva de que los precios sigan subiendo con fuerza a medio plazo (la entidad ha elevado su cálculo de inflación para el año que viene al 5,5%), Christine Lagarde dejó claro el jueves que habrá más alzas de tipos. Las habrá en las reuniones de octubre, diciembre y, probablemente, en la de febrero. Los tipos se encuentra ya en el 1,25%, su nivel más alto desde 2011. En España, la subida del coste de la vida sigue sin dar tregua: la tasa anual del IPC apenas se moderó al 10,4% el mes pasado y, ante el previsible impacto de las crisis ucraniana y energética en el consumo, el Ejecutivo revisó a la baja su estimación de crecimiento al 4,3% este año y al 2,7% el próximo.

Fuentes del Ministerio de Economía aseguran que el Gobierno se siente “cómodo” con el cálculo para este ejercicio. Reconocen que van a seguir de forma pormenorizada todos los datos y que tendrán en cuenta cómo evoluciona la situación en Europa de cara a la presentación de los Presupuestos de 2023 (ahí la clave estará en el ajuste que se haga a las perspectivas del año que viene). España tiene a Francia, Alemania e Italia como principales socios comerciales por lo que el escenario de estancamiento con recesión elevada al que apunta el BCE le toca de lleno. El PIB de los países que comparten moneda apenas avanzará un 0,9%… en el mejor de los casos.

Grandes firmas como Bank of America, Goldman Sachs o S&P Global prevén, de momento, que la economía española resista este nuevo embate. No será sencillo. La última actualización del modelo de previsión en tiempo real (MIPRed) que elabora la AIReF contempla un retroceso del PIB del 0,3% en el tercer trimestre, si bien es cierto que ese cálculo apenas incorpora un 42% de los indicadores que evalúa. La incertidumbre se ha dejado sentir en indicadores como la actividad del sector servicios o la industrial el mes pasado que, pese a tratarse del mejor agosto desde 2008 en términos de paro, vio cómo el desempleo encadenaba su segundo mes al alza y cómo las afiliaciones descendían en 189.963 personas en términos absolutos.

Desde Economía calculan que las medidas desplegadas para hacer frente a la crisis energética han evitado que la inflación sea 3,5 puntos superior. Apuntan a la conocida como ‘excepción ibérica’ para limitar el precio del gas en España y Portugal y a los descuentos en los precios de los carburantes y en los abonos y billetes de transporte público, a las que más recientemente se ha añadido también la reducción del IVA del gas y la electricidad al 5%. El Gobierno no tiene, en principio, previsto mantenerlas el año que viene, si bien los expertos consideran que su continuidad podría ser asumible al calor de una recaudación tributaria récord a causa de la inflación.

Los ingresos vía impuestos se han incrementado un 18,2% en el primer semestre hasta los 107.009 millones de euros, en relación al mismo periodo del ejercicio pasado. El tributario es uno de los balones de oxígeno con los que el Gobierno contará los próximos meses. En crisis pasadas, como la financiera, las evidencias de la contracción llegaron más tarde a España por las particularidades de su economía y existe un cierto temor a que ante este nuevo shock suceda algo parecido. Los cuellos de botella en las cadenas de suministro tardarán aún en disiparse y las tensiones energéticas podrían ir a más.

Otra de las bazas con las que contará España serán los fondos de recuperación. El Gobierno tiene intención de presentar antes de finales de año la adenda al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para solicitar el toral de los 84.000 millones de euros en préstamos que se nos han asignado a cargo del ‘Next Generation’. La Administración deberá pelear contra las trabas burocráticas que dificultan una ejecución más rápida de los mismos. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, aseguraba esta misma semana que ya se han autorizado el 66% de los fondos presupuestados para este año y que el importe comprometido supera el 53%.

El presidente, Pedro Sánchez, dejó claro que su objetivo es agotar la legislatura para poder terminar de desplegar todo el arsenal de medidas con las que capear la incertidumbre y los efectos aún no visibles de la guerra sobre nuestra economía. Se avecina un invierno frío en Europa y un otoño caliente en lo social, con la incapacidad de sindicatos y empresarios de ponerse de acuerdo en una subida del Salario Mínimo Interprofesional y las dificultades que conlleva también la consecución del pacto de rentas que viene reclamando de forma insistente el Ejecutivo. Hacer previsiones a estas alturas es, como poco, arriesgado.