"Las cifras son las de marzo, la escena, no"

España, al límite: ¿Son solo rebrotes o ha llegado la segunda ola en agosto?

Las previsiones pusieron la lupa en otoño, pero el repunte ha llegado con antelación, poniendo en jaque a un país que apenas ha tenido tiempo para tomar aire. 

Urgencias Castilla y León
La segunda ola Covid azota en agosto y obliga a blindar España a contrarreloj.
EFE

"La segunda ola ya está aquí. Hablar de nueva normalidad no es posible". Por primera vez desde la desescalada, al otro lado de la pantalla, una voz pública ponía nombre y apellido a un escenario que lleva semanas teniendo a los españoles con la mosca detrás de la oreja. La consejera de Sanidad del País Vasco, Nekane Murga, juntó las dos palabras que nadie esperaba pronunciar hasta septiembre. Segunda oleada. Apenas una hora después, el balance oficial del Ministerio de Sanidad confirmó que el análisis de las autoridades vascas tiene poco de exagerado: 1.683 nuevos casos en solo 24 horas. Aunque Fernando Simón evitó se desmarcó del término empleado por el Gobierno vasco. Ola o cascada, la terminología  no condiciona el escenario. España ha vuelto a pulsar el botón rojo antes de lo esperado.   

El 21 de junio el país se adentraba en la 'nueva normalidad', con 246.272 casos de coronavirus en sus registros y 141 positivos confirmados el día previo. Este miércoles, apenas 45 días después, los datos oficiales sumaron 1.772 nuevos casos en 24 horas, el peor dato desde el 25 de mayo, momento en que Sanidad empezó a incorporar a sus tablas diarias solo los contagios con  diagnóstico confirmado por PCR en el día previo. El leve descenso de los datos de ayer, con 1.683 positivos, tampoco sonaron tranquilizadores, pese a experimentar un leve descenso. 

Frente a la contundencia de las autoridades vascas, Fernando Simón insiste en que no se puede hablar de una segunda ola hasta que no haya un contagio "descontrolado" entre la población. La cartera tiene un objetivo claro: llegar a septiembre "con la menor transmisión comunitaria posible", de cara a la vuelta al colegio y el regreso al trabajo después de las vacaciones. El  azote adelantado de la temida segunda ola, desbarataría los planes de la cartera y pondría en jaque la gestión de unas CCAA que aún tienen flecos por cortar.

El caso de Aragón abre la puerta a la pregunta: ¿la nueva ola ya está aquí? La región sobre la que pesan todas las miradas, sufre la incidencia acumulada más alta de Europa, con 532,79 casos diagnosticados por cada 100.000 habitantes. No es un caso aislado. Castilla y León ha reculado en varias zonas y ha confinado a los 32.000 habitantes de Aranda de Duero por el incremento de contagios. La alarma sobre España ya ha traspasado los Pirineos y cada vez son más los países europeos -como Bélgica o Alemania-, que obligan a los viajeros españoles a guardar cuarentena obligatoria. Las áreas en rojo se extienden por todo el país y el propio Simón ya las cifra en 580. 

"Los números son los de marzo, pero la escena es muy diferente"

La epidemióloga Andrea Burón, vicepresidenta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), trata de aportar algo de luz sobre una fotografía que, si se atiende solo a los números, se parece demasiado a la de marzo. "Aunque las cifras absolutos de aquel momentos y los que se registran ahora sean similares, el escenario es muy diferente". La especialista explica a La Información que ahora se hacen muchos más test: "Como mínimo, las regiones han triplicado las pruebas". Burón apunta que más de la mitad de los casos diagnosticados son asintomáticos, "se somete a las pruebas a aquellos que ingresan por otros motivos, también por cribado, como parte del rastreo...". 

Los sanitarios de buena parte de las autonomías vuelven a verse en un escenario de contención. "Se está diagnostricando rápido, cuarentenando a los positivos y sospechosos. Si bien es cierto que las redes de rastreo nunca son completamente eficaces, ahora funcionan mejor de lo que lo hacían en marzo", insiste Burón. La detección precoz es fundamental para frenar la transmisión, más ahora que el muro del confinamiento ya no existe. Esta particularidad, redobla la preocupación sobre aquellos territorios donde se teme que el rastreo presente fisuras. Madrid, epicentro del brote durante el pico, es uno de ellos.

Tarde, pero con fuerza, la comunidad madrileña ha sufrido un aumento exponencial de positivos. La región ha informado de 3.363 casos de Covid-19 en los últimos siete días, el doble que la semana anterior, cuando no superaban los 1.700. Retroceder aún más es agrandar la brecha: hace dos semanas los contagios diarios se situaban en el umbral de los 700. La eficacia de la red de vigilancia del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha quedado en entredicho, ante la falta de rastreadores y el desplome de la tasa de asintomáticos, que apunta a que la región no logra 'cazar' a los nuevos afectados -al menos no con la precisión necesaria-, hasta que no presentan síntomas. 

Este dato no ha calado bien en los círculos de Salud Pública. Simón no dudó en afear esa tasa del 7,6% de asintomáticos en Madrid (cuando la media nacional ronda el 60%): "No es un buen indicador". "Lo deseable sería que el porcentaje de asintomáticos fuera mayor. Nos gustaría que fuera, al menos, de la media nacional", valoró el director del CCAES en la rueda de prensa de este jueves.

Para Simón lo importante es que, a diferencia de lo que pasó hace meses, se mantenga el control sobre los focos. "Por el momento, de cada caso nuevo, conocemos la cadena de transmisión y tenemos más éxito a la hora de frenarla", asegura Burón. La epidemióloga narra el descalabro de marzo: "Lo que ocurrió entonces es que habia transmisión comunitaria, lo que significa que dejamos de identificar las cadenas de transmisión lineal, entonces perdimos la trazabilidad de cómo el virus fue pasando de una persona a otra". Es a esto a lo que se refieren los especialistas cuando aseguran que, hablar de brotes, tiene una parte positiva

Es precisamente en este punto, donde Simón (y el Gobierno), han dibujado la frontera entre hablar de 'cascada de rebrotes' y hacerlo de una 'segunda ola'. "En caso de que no se controlen los brotes, tanto los ya existentes a principios de julio, como los nuevos que surjan, o en caso de que se descuiden las medidas de seguridad por parte de la población, entonces cierto nivel de afluencia turística podría llegar a suponer el detonante de una segunda oleada de la pandemia", advierte un extenso estudio publicado por la Universidad Miguel Hernández de Elche. 

La epidemióloga apuesta por restricciones de movilidad parcial en aquellas zonas donde sea necesario, "sin efectos colaterales tan dañinos como el confinamiento". Más allá de debates nominativos, es innegable que el virus ha vuelto ha golpear con fuerza. Entre las filas de los hospitales de las zonas más afectadas, la sensación general es de que las camas se están volviendo a copar de Covid antes de lo previsto. 

"Todo es mejorable, sobre todo en ciertas CCAA que podrían hacer más, pero tenemos en marcha una estructura de Salud Pública capaz de frenar mejor cada uno de los brotes que se están dando", insiste Burón. La naturaleza de la enfermedad no admite fisuras. El ciudadano es una pieza crucial del tablero y debe asumir su responsabilidad en una partida en la que se juega mucho. Si se escapan casos en algunas CCAA, una suerte de efecto dominó podría dinamitar el esfuerzo de todo el país. Si algo nos ha enseñado la Covid es que la linea entre el 'todo controlado' y el botón rojo, no es tan dificil de cruzar.

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