La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, está sufriendo durante estos días el escenario más complejo desde que asumió la cartera ministerial. Así, dos asuntos todavía sin resolver se han cruzado en una misma semana. Por un lado, los socialistas han provocado la ira de sus socios en el Congreso al rechazar las enmiendas con la que estos trataban de introducir algunas medidas de una Ley de Vivienda atascada casi un año en las Cortes. Por otro lado, los transportistas autónomos agrupados en la Plataforma preparan este domingo un paro indefinido con una manifestación incluida el propio lunes.
El fantasma de una nueva movilización de camioneros ha hecho sonar las alarmas de Transportes. La ministra, arropada por sus compañeros de gobierno, han pedido responsabilidad y paciencia. Según la ministra, los acuerdos sellados a altas horas de la madrugada hace unos meses con la patronal aún necesitan algo de tiempo para que sean una realidad. Pero la Plataforma aprieta. "Estamos ahora casi peor que antes", afirman. Ni la ayuda de 1.250 euros por camión, ni tampoco la bonificación de 20 céntimos el litro de gasolina les sirve porque los costes, argumentan, siguen disparados. Un escenario que preocupa mucho en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, conscientes del importante papel del transporte en la cadena alimentaria.
En medio de este escenario de tensión, la Ley de Vivienda vuelve a ser protagonista en el Congreso. Los socios del Gobierno se quejan de que no hay avances en las negociaciones. El ambiente es de pesimismo. Una batalla que, sin embargo, Unidas Podemos tratará de mantener hasta el final. La prohibición de los desahucios para personas sin alternativa habitacional es una de las insignias del partido morado. Son conscientes que lograr arrancarle a los socialistas esta medida podría hasta justificar una legislatura.
La ministra Sánchez ha aprovechado esta semana para acelerar proyectos ferroviarios en distintos puntos del país: desde el tranvía en la Bahía de Palma hasta nueva estación de alta velocidad en el Aeropuerto de Girona-Costa Brava. Sánchez tiene delante ahora mismo dos de los retos que más preocupan a Moncloa a falta de un año para las elecciones y la actuación de la ministra tendrá que ser clave para solucionar la crisis.
Se esperan movimientos dentro del Gobierno. En las últimas semanas han sido continuas las interpelaciones al Gobierno sobre posibles candidatos procedentes del Ejecutivo para luchar por la alcaldía de ciudades clave en las próximas elecciones municipales. Uno de los nombres más sonados ha sido el de la actual ministra de industria, Reyes Maroto, a la alcaldía de Madrid. Pero, de momento, son solo hipótesis. De hecho, la ministra está hoy centrada en atraer inversores para instalar una fábrica de chips en España, a través de uno de los PERTE en los que el Gobierno ha depositado más confianza. Desde Moncloa saben que un cambio en su cartera, quizá, podría generar dudas para los gigantes de chips. El otro nombre que ha sonado es el de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, como candidata a la alcaldía de Las Palmas.
La exalcaldesa de Gavá (Barcelona) fue una apuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por renovar un ejecutivo, que consideraba agotado tras la crisis de la Covid, con nuevos nombres procedentes del municipalismo. Junto con Raquel Sánchez también llegó la exalcaldesa de Puertollano (Ciudad Real), Isabel Rodríguez -que es hoy la portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial- y la exregidora de Gandía (Alicante), Diana Morant, que ejerce en la actualidad como ministra de Ciencia.
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