Ante el interés del capital riesgo

Las cooperativas se rearman y agrupan para ser el último refugio del agricultor

El campo español cuenta con casi 4.000, la mayoría de muy pequeño tamaño pero con un millón de socios y que dan empleo a 110.000 personas de manera directa. Sus grandes retos, ganar tamaño entre ellas.

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Las cooperativas se rearman y agrupan para ser el último refugio del agricultor.
L.I.

Lo denuncia la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que subraya en su balance anual que durante el año de la pandemia se ha acelerado el proceso de ‘uberización’ del campo español, concentrando el valor de la producción en menos manos y, sobre todo, en la cartera de fondos de capital riesgo. Y es que en el sector agrario español cada vez son más habituales los nombres de fondos como Miura, ProA, Magnum, Abac, Alantra, GPF, DeA Capital Alternative Funds, Aurica, CVC Partners... Un proceso de concentración particularmente significativo en sectores como el de la uva de mesa, los cítricos, los frutos rojos o el aceite.

Lo dice Antonio Luque, el presidente de la mayor cooperativa agroalimentaria española, DCOOP, principalmente dedicada a la producción de aceite de oliva, y de la que dependen 75.000 familias, en un encuentro con periodistas organizado por OliMerca esta misma semana: "El riesgo del olivar está en los fondos de inversión. Nuestro objetivo es que nuestros socios vivan mejor, pero sobre todo hay que estar atentos a la llegada de los fondos de inversión y otras sociedades financieras que seguramente no mirarán tanto por los agricultores como lo hacemos las cooperativas". 

Y es que la cooperativa se ha convertido en el refugio del agricultor y ganadero tradicional español ante los fondos de capital riesgo, que han visto en el sector agroganadero de nuestro país una excelente oportunidad de inversión de capital. Según los datos de Cooperativas Agro-alimentarias de España, la organización que representa y defiende los intereses económicos y sociales del movimiento cooperativo agrario español, en España existen 3.700 empresas cooperativas agrarias, con una facturación de más de 30.000 millones de euros y con más de un millón de socios cooperativistas en todo el territorio nacional, en prácticamente todos los subsectores agroalimentarios, y que proporcionan empleo a 111.000 trabajadores directos, la mayor parte en el medio rural, "lo que convierte a este tipo de empresas en un auténtico motor económico, social y cultural de las zonas rurales y menos pobladas de nuestro país". 

Las cooperativas agroalimentarias españolas juegan un papel preponderante en algunos sectores, destacando especialmente en frutas y hortalizas, aceite de oliva, vinos, lácteos, ovino y caprino, cereales y alimentación animal. Desde 2007, a pesar de la situación del entorno, la tendencia general de las cooperativas ha sido positiva, incrementando su facturación en un 46% y el empleo en un 22%. En resumen, la cooperativas suponen el 65% de la producción final agraria española.

Unos datos que muestran "una cierta concentración empresarial del colectivo, al disminuiir un 8% el número de cooperativas, a la par que ha aumentado su facturación un 40%, lo que pone de manifiesto los esfuerzos realizados por captar un mayor valor añadido". "Asimismo, podemos constatar cómo las cooperativas han incrementado de manera significativa su dinamismo exportador, especialmente las de mayor tamaño, lo que viene a reforzar la importancia de la integración comercial para alcanzar la dimensión necesaria para competir en los mercados exteriores. La facturación de las cooperativas en los mercados exteriores representa el 31,5% de la facturación total del colectivo y el 31% de las cooperativas españolas realiza actividad exportadora. Las cooperativas representan un 16% de la facturación exportadora del conjunto del sector agroalimentario español, excluida la pesca", señalan.

Cooperativas Agro-alimentarias de España pretende "impulsar un modelo cooperativo empresarial, rentable, competitivo, profesionalizado, generador de valor y con una dimensión relevante, contribuyendo así a la sostenibilidad del sector agroalimentario español". En los próximos años, reflexionan, "sólo los agricultores y ganaderos más organizados van a poder mantenerse en un mercado globalizado, más competitivo y exigente, donde la demanda continuará su proceso de concentración, al igual que los principales suministradores de inputs agrarios". Aquí, "hay que destacar el importante papel de las cooperativas en el desarrollo rural, ya que son a menudo las únicas empresas ubicadas en las zonas rurales y generan mucha más actividad económica que la propiamente circunscrita a sus socios y trabajadores. Además, están vinculadas al medio rural de forma continuada y su permanencia está garantizada por su propia naturaleza, ya que sus socios y dirigentes son agricultores y ganaderos de las regiones de producción donde las cooperativas están establecidas. En definitiva, las cooperativas producen riqueza en y para el medio rural y, socialmente, generan empleo fortaleciendo así el tejido rural".

José María Martínez es presidente de la Unión de Cooperativas Agroalimentarias de Navarra (UCAN), y asegura que "el cooperativismo es un sentimiento". Es socio de la Cooperativa San Isidro Labrador de Tudela (Navarra), con unos 50 socios y que produce cereales, hortalizas y frutas. En toda Navarra existen 126 coooperativas agroganaderas, con más de 19.000 socios y más de 2.000 empleados. "La cooperativa es, en muchos pueblos, el principal sostén económico, su pulmón, porque crean riqueza, empleo y arraigo al territorio, pero existe una gran competencia en el mercado agrario y debemos trabajar para ser rentables y competitivos".

Y quizás sea el principal problema con el que cuenta el movimiento cooperativo agrario español. La dimensión de estas cooperativas, ya que muchas de ellas son micropymes. El tamaño medio de la cooperativa agraria española es de 317 socios y una facturación anual de 8,5 millones de euros, pero el 40% de las cooperativas son ‘micro’ y apenas aportan el 3% de la facturación. Del 60% restante, que suponen el 97% de la facturación, poco más de 120, el 5%, son consideradas grandes empresas, con una facturación media de cerca de 100 millones de euros, según se recoge en el estudio sobre el cooperativismo agrario español, ‘Diagnóstico económico-financiero de las cooperativas agrarias en España’, elaborado por la Universidad Politécnica de Cartagena. 

Y es que sólo unas pocas cooperativas agrarias españolas, las tres o cuatro más grandes, Coren (Galicia), Dcoop (Andalucía) o el Grupo AN (Navarra), se acercan a los 1.000 millones de facturación anual. En este sentido, el sector es claro: "Hacen falta más cooperativas y de mayor tamaño". Sólo así se puede ser "productivo y, a la vez tener fuerza para poder ‘pelear’ por unos precios dignos para los productos que que producimos", verdadero caballo de batalla del campo español. 

Tal y como expresaba Agustín Herrero, director general de Cooperativas Agroalimentarias de España, en su comparecencia a finales de enero ante la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados para dar la visión de las cooperativas sobre el Proyecto de Ley para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, "debe perseguirse una retribución adecuada al esfuerzo y la aportación del sector productor, así como el resto de los eslabones de la cadena alimentaria, que le permita mantenerse, invertir, innovar y desarrollar proyectos empresariales viables".

Para el presidente de DCOOP, "no hay nadie vinculado a este sector que niegue la necesidad de compensar los costes al productor y si no fuera por DCOOP el precio del aceite de oliva hubiera sido muy inferior al que se ha fijado a lo largo del 2020. En DCOOP tenemos claro que los beneficios que se están obteniendo en la comercialización del aceite está llegando al agricultor". En este sentido, DCOOP no tiene problemas de tamaño. La empresa produce el 7% de la producción de aceite mundial, unos 120 millones de kilos, y factura más de 1.000 millones de euros en 70 países de todo el mundo. Además de aceite, también opera en el sector del vino, la ganadería, los frutos secos o los cereales. Pero Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España también alertan, aparte de el del tamaño, de otro reto al que se enfrenta el sector cooperativo del campo español: su necesaria y urgente digitalización. 

Mientras tanto, en la Sierra de los Ancares, a caballo entre Lugo y León, la cooperativa A Carqueixa, formada por 200 cooperativistas con una media de 25 cabezas de vacuno por explotación en ganaderías de producción extensiva, puso en marcha a mediados de 2019 la venta de carne on line de Ternera Gallega Suprema con DOP, bajo la marca de ‘O sabor dos Ancares’, y esta venta ya supone más del 35% de sus ventas. La cooperativa tiene una facturación anual de 700.000 euros y en los últimos 25 años han vendido 20.000 terneros. Los ganaderos cooperativistas reciben entre 100 y 200 euros más por ternero que el precio medio del mercado "y el consumidor final recibe carne de calidad a menor precio que en las cadenas de distribución habituales". 

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