Los médicos de familia, al límite

El colapso de la primaria amenaza con un otoño negro en hospitales de Madrid

Los centros de salud atienden a decenas de pacientes al día en medio de la segunda oleada sin que se hayan reforzado sus plantillas y con los contagios subiendo. 

MADRID, 19/08/2020.- Un sanitario toma la temperatura a un hombre antes de acceder este miércoles al Centro de Salud de Los Ángeles, en el distrito de Villaverde, donde el gobierno regional ha puesto en marcha uno de los dispositivos de pruebas PCR para tratar de detectar asintomáticos de 15 a 49 años en las áreas de la región con mayor incidencia de COVID-19. EFE/Mariscal
El colapso de la primaria amenaza con un otoño negro en hospitales de Madrid
EFE

La preocupante situación de Madrid por el repunte constante de casos de coronavirus parece no tener fin. Y aún puede ir a peor. El crecimiento de los contagios día tras día en un mes como agosto, en el que no se esperaba esa segunda oleada, ha agravado el colapso que ya sufrían de por sí los centros de salud de la región. A los pocos médicos y enfermeras disponibles por los recortes de años anteriores, tener que asumir tareas de rastreo de contagiados y contactos de los mismos y el periodo vacacional se sumó un incremento de la transmisión del virus que está obligando a los facultativos a hacer muchas horas extra y a alcanzar incluso el centenar de pacientes atendidos al día. Lo que ha consolidado una tendencia negativa en la sanidad que está cerca de afectar a los hospitales en forma de más ingresos y de problemas en las urgencias, según los especialistas consultados por La Información. Y que puede abocar a un 'otoño negro' en los centros hospitalarios, como ya ocurrió en los primeros meses de confinamiento.

La carga de trabajo que tienen los médicos de familia es denunciada de manera unánime por ellos mismos y por las asociaciones que les presentan. Además de la tarea de examinar a los pacientes que les corresponden, doctores y doctoras están encargándose de hacer PCR junto a los profesionales de enfermería. Pero además, les ha tocado asumir el rastreo de los contactos de aquellos positivos que detectan en sus consultas, ya que la falta de efectivos de Salud Pública para ejecutar esta labor les está dejando solos. Y estas gestiones no se reducen a una llamada de teléfono de vez en cuando, sino a localizar a todos los que hayan estado junto a ese contagiado, pedirles una prueba diagnóstica (y a veces, realizársela) y luego hacerles el seguimiento durante la cuarentena por teléfono o de manera presencial si empeoran. Y así, hasta que cumplen el aislamiento sin síntomas, su PCR da negativa o su situación requiere de un ingreso hospitalario. 

"De todos los positivos y contactos que me ha tocado atender, no han llamado a ni uno. Pero porque no dan abasto. Son muy pocos rastreadores para una zona inmensa", explica Irene, una doctora de primaria que se ha tenido que multiplicar en las últimas semanas. "Antes del virus se podía llegar en los grandes núcleos a atender 60 pacientes al día, por los recortes y la falta de inversión y personal. Pero ahora se ha disparado todo. Y estamos haciendo labores que corresponden a Salud Pública. Pero prácticamente no existe", expone esta sanitaria, que advierte de que esto está provocando que "muchos pacientes se queden fuera de la atención que merecen". "Esto tendrá consecuencias para la salud de la población en el futuro. Todos los estudios y recomendaciones hablan de reforzar la primaria. Y en Madrid se desoye", insiste. 

Según explica esta facultativa, este mismo miércoles ha atendido a 79 personas por teléfono y a otras 20 de manera presencial. Normalmente, su jornada terminaría a las tres. Esta misma semana, ha tenido que alargarla hasta las 17h o incluso hasta las 18:30h para poder cumplir con la mayoría de citas posibles, ya que en su centro de salud es la única médico. Una enfermera y una administrativa conforman el resto del equipo. No hay nadie más, y así han pasado casi todo el mes más complicado desde el comienzo de la pandemia en la Comunidad madrileña. Irene admite estar "muy cansada" y desmotivada con una labor que eligió por vocación. "Hay compañeros tomando antidepresivos y diazepam para poder afrontar el día a día. No queremos ser cómplices de quienes quieren acabar con la primaria", asegura.

Con la vuelta al colegio cercana y llena de dudas, lo que advierten los sanitarios es que se está obviando al auténtico elefante en la habitación: el mal tiempo, el fin de la vida al aire libre y la posible proliferación del virus de la gripe. Será ahí cuando pueda estallar un otoño muy complicado. Y la presión que sufre la primaria, si nada lo evita, se empezará a sentir también en los hospitales. "Cuando venga el frío, y vengan procesos respiratorios malos, las infecciones respiratorias serán más severas, y es posible que se agraven. Y en ese punto se trasladará a los hospitales. Si no frenamos a tiempo puede volver a ocurrir lo de marzo", estima Ignacio Sevilla, vocal de Primaria del Colegio Oficial de Médicos de Madrid. "No nos esperábamos esta ola de positivos en pleno agosto. Por lo que hay mucha incertidumbre de cara a octubre o noviembre. Hemos aprendido muchas cosas, pero hay que estar alerta", advierte.

Hasta el momento, la atención telefónica está siendo una gran ayuda para poder tratar con pacientes de una manera más ágil. Aunque eso implique costes, como la pérdida de la relación que mantenían estos y los médicos. "Es la mejor manera en esta situación. Nos sirve para ordenar y decidir quién tiene que venir al centro de salud, porque no nos interesa tener salas de espera llenas que puedan ser un foco de contagio", apunta Sevilla, que admite que "es obvio que no se puede ofrecer la mejor atención, pero en ningún caso se está dejando desatendidos a enfermos crónicos".  Lo que es consecuencia de la cantidad de PCR y de seguimientos que tienen que realizar en los centros de salud. "Lo positivo es que estamos detectando muchos casos asintomáticos. Pero no damos para más. A nosotros nos tocaban los contactos menos estrechos, y a Salud Pública los más cercanos. Y nos estamos encargando de todos y de gestionar las llamadas de los propios pacientes sospechosos de virus, ya que nadie les contacta", incide este experto. 

Desde organizaciones como el Colegio de Médicos aseguran que no pueden esperar más. Señalan que necesitan más compañeros para poder afrontar los próximos meses. Pero no para el futuro, sino de manera inmediata. "Reclamamos al gobierno madrileño que suma la inversión hasta el 20% para primaria. Nos faltan al menos 600 médicos y 150 pediatras. Y si nos falta personal y no baja la demanda en verano, sino que incluso sube, ya se han visto las consecuencias", insiste Sevilla. Además, estima que se deberían mejorar los sistemas telefónicos de los centros de primaria para que así no se pierdan llamadas y los usuarios puedan contactar mejor con sus facultativos para cualquier duda o urgencia. Mientras, desde la Consejería de Sanidad madrileña alegan que lo ocurrido en agosto es por las "merecidas vacaciones" de los profesionales y por un incremento de la actividad inusual para estas fechas. 

"Lo que estamos haciendo ahora mismo no es atención primaria. Es una especie de sucedáneo centrado en el Covid al que se le añaden algunas de las funciones que nos corresponderían", señala Javier Padilla, médico de familia en Madrid y autor del libro 'Epidemiocracia' (Capitán Swing), que apunta a la "crisis estructural del sistema por la infrafinanciación" y al agotamiento de las plantillas de sanitarios "tras los meses que hemos vivido". Todos los sanitarios consultados apuntan a que ya empiezan los movimientos para convocar una posible huelga. Que no se retrasaría a una etapa mejor de la pandemia, ya que consideran "insostenible" la situación". "La única respuesta que nos da la Gerencia de Sanidad cuando advertimos del colapso que sufrimos es de la cerrar los centros. Y eso es más una amenaza", desvela Irene, que mañana tendrá que afrontar otro día con casi un centenar de pacientes. Casi la mitad, relacionados con el coronavirus.

Mostrar comentarios