Los costes de la extensiva

Así mide España la calidad de su carne: "No solo importa el cómo se produce"

Los sellos distintivos regionales y la garantía de producción ecológica suponen el primer gran baremo de calidad del producto cárnico, con exigencias que van desde el modelo productivo hasta el producto final. 

Varias vacas pastando en una actividad ganadera extensiva en Colmenar Viejo, a 12 de enero de 2022, en Madrid (España). Esta producción de ganadería extensiva cuenta con 70 hectáreas de terreno con vacas y toros. La consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid ha anunciado que van a poner en marcha una campaña de comunicación para destacar la calidad de la carne de las explotaciones ganaderas madrileñas y las técnicas de bienestar animal que desarrollan los productores a raíz de la polémica surgida por las declaraciones del ministro de Consumo.
12 ENERO 2022;VALLA;PASTO;GANADO VACUNO
Carlos Luján / Europa Press
12/1/2022
Así mide España la calidad de su carne: "No solo importa el cómo se produce".
Europa Press

¿Cuál es mejor, la carne de ganadería intensiva o extensiva? Esta pregunta ha recorrido la mente de miles de consumidores en España durante las últimas semanas, tras las palabras del ministro Alberto Garzón en The Guardian y el posterior debate público que se ha vivido en nuestro país, con las asociaciones de ganaderos exigiendo la dimisión del miembro del Gobierno, que también se ha dividido en esta cuestión. Pero, ¿qué factores influyen realmente a la hora de catalogar la calidad del producto?.

De acuerdo, con el portavoz de la Unión de Pequeños Agricultores Lorenzo Ramos, que en los últimos días ha cursado una invitación a Alberto Garzón para que conozca de primera mano instalaciones agrícolas extensivas, el modelo que ha venido defendiendo en contraposición a las macrogranjas, "no solo hay que fijarse en la forma de producción, en si es extensiva o intensiva". "Cuando hablamos de si una carne es mejor hay que distinguir entre sus cualidades organolépticas, es decir, lo que marca su sabor, o si nos referimos a su calidad alimenticia, en cuyo caso todas las que se comercializan, da igual de dónde provengan, están cumpliendo", recuerda Ramos.

 Porque otro de los factores que se ha pasado por alto durante la vorágine que se ha vivido alrededor de la ganadería en los últimos días ha sido el de la raza de los animales, especialmente en España, donde existen diferentes familias en el ovino, porcino y aviar que hacen de la carne española una de las de mayor calidad de Europa. "La raza de cerdo ibérico tiene unas cualidades en las grasas respecto al blanco, especialmente en las grasas por sus altos niveles de omega 3, lo que lo hace estar más valorado", apunta el representante de UPA.

No obstante, los ganaderos que quieran dotar a sus productos de un sello de producción distintivo se enfrentan a una serie de especificaciones que van desde la forma en la que se cría al ganado hasta el producto final que acaba en los supermercados. En el caso de la producción ecológica, el modelo que ha venido defendiendo Garzón y los ministros de Unidas Podemos, los requisitos se enfocan hacia la forma en la que los animales cumplen con su ciclo vital en las granjas españolas, según especifíca el portavoz de Asaja en Bizkaia, Íñigo Bilbao. 

"La etiqueta de producción ecológica solo te entra en el método de producción, que garantizes que los animales están alimentados con un pienso ecológico e incluso garantizar el pasto natural. También en los cuidados veterinarios, pero no entra en lo que acaba siendo el producto final", reseña Bilbao. 

Por su parte, los sellos de diferenciación territoriales recogen algunas de las exigencias del reglamento ecológico, pero su atención se focaliza en el producto final que llega a los consumidores, como es el caso del Eusko Label, el sello de origen del País Vasco. "El Eusko Label se olvida de algunas de las cuestiones más restrictivas de la normativa de producción ecológica, a cambio de que se cumplan unos requisitos en el producto final, sobre todo en el aspecto del engrasamiento y conformación de la carne", desgrana. 

Todos estos procedimientos acaban por encarecer el proceso productivo de las explotaciones ganaderas que se inclinan por la extensiva respecto a las macrogranjas, que viven en el punto de mira desde hace unas semanas. Así lo expresan desde Asaja, que reconoce que, a día de hoy, el mercado no está "pagando la diferencia" que permita sobrevivir a este tipo de producción, señalada por la UE como el modelo a seguir en los próximos años. 

"Hay una serie de ayudas estatales y europeas que buscan acompañar a estas explotaciones, pero el mercado no lo está asumiendo. Lo que conseguimos con el producto diferenciado no es obtener más beneficio, sino simplemente poder permitirnos seguir en el mercado", admite Íñigo Bilbao. Es decir la rentibilidad se ve comprometida y de esta forma, los pequeños productores tienen difícil el competir con las denostadas macrogranjas, que por una aplicación de una economía de escala tiene más garantizada su supervivencia.

Aún con todo, Bilbao, portavoz de Asaja en una región históricamente extensiva, acaba echando un capote a la ganadería intensiva, asegurando que está seguro de que cumple "con todos los estándares" exigibles para estar en el mercado. También sale en defensa de las instalaciones de gran tamaño Lorenzo Ramos, que apunta que existen "unos controles muy exhaustivos que garantizan que se cumpla toda la normativa" en materia de seguridad alimentaria. "Está claro que hay categorías y variedad de productos, pero también hay unas calidades mínimas que todos cumplimos", sentencia.

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