La startup tras el ‘chivato’ de los plagios nació en Berkeley y vale 1.000 millones

  • Turnitin fue fundada en los 90 por profesores de EEUU y hoy está en manos del capital riesgo.  Su herramienta detecta el porcentaje de texto copiado.
Equipo fundador de Turnitin
Equipo fundador de Turnitin
Arnold Yip

Es un nombre que dice muy poco para el común de los mortales. Pero en los últimos años se ha convertido en una herramienta muy extendida en la universidad pública (y privada) española. Su fin: detectar el porcentaje de plagio potencial en un trabajo, comparándola con decenas de miles de diarios o revistas, millones de páginas en internet o trabajos almacenados de otros estudiantes.

Es Turnitin, construida en el seno de la compañía privada estadounidense iParadigms, fundada por un puñado de profesores de la Universidad de California Berkeley (Estados Unidos) a finales de los 90. Hoy mucho se habla de ella, tras la detección del plagio en el trabajo fin de máster de la ya exministra de Sanidad, Carmen Montón. Pero, ¿quién está detrás? ¿Cuál es su negocio actual?

John M. Barrie era un asistente de profesores de dicha universidad a mediados de los 90. Descubrió de primera mano los problemas de copias y plagios. Después de graduarse en 1998, lanzó junto a otros ocho amigos una web con la que ayudar a los profesores a detectarlos. Nació como Plagiarism.org, que se cambió por Turnitin dos años más tarde. Operaban bajo la compañía iParadigms. Era el germen de lo que hoy es una tecnológica cuya valoración ronda los 1.000 millones de dólares y su negocio suma varios cientos de millones a través del cobro de comisiones por el uso de su programa informático.

Su modelo de negocio

El modelo de negocio de la compañía es lo que en el argot tecnológico se conoce como SaaS. Es decir, ofrece un servicio basado en software por el que cobra una cantidad de dinero mensual o anual a sus clientes (no hace públicos los precios en su web, por lo que la Universidad o la institución ha de ponerse en contacto con ellos). Entre esos clientes se encuentran muchas de las universidades españolas y también de otros mercados. Ellos aseguran que cuentan con 10.000 organizaciones que pagan por sus herramientas en 135 países.

Un ejemplo: la Universidad Politécnica de Valencia adquirió hace ahora justo un año las licencias de software de la empresa estadounidense por 73.000 euros por dos años. Esta y otras licitaciones se hace a la empresa estadounidense, pues no opera con una filial local.

Para sus primeros pasos acudieron al capital de amigos y familia. En total lograron 2 millones de capital para arrancar. A partir de ahí no dejaron de crecer. En 2003, casi un lustro después de su fundación, los ingresos superaron los 5 millones de dólares, según publicaba la revista Emprendedores en Estados Unidos. Era sólo su arranque.

Vendida al capital riesgo… a la espera de la bolsa

En 2008 despertó el interés del capital riesgo. El ‘megafondo’ Warburg Pincus adquirió una participación de control en la empresa por una cantidad que no se hizo pública. Era un espaldarazo para una empresa que no hizo demasiado ruido en el ecosistema startup estadounidense.

Fruto de su crecimiento, lo que en 2003 eran más de 5 millones de dólares de ingresos, en 2012 se convirtieron en 50, diez veces más. Desde el año 2006 generaba beneficios netos. Las cifras llamaron la atención de otros dos grandes fondos que en 2014 sacaron la chequera para hacerse con ella.

El estadounidense Insight Venture Partners, antiguo accionista de la tienda outlet online Privalia, junto con GIC, el fondo soberano de Singapur, pagaban 752 millones de dólares a Warburg Pincus para adquirir la totalidad de la empresa (y su deuda). Suponía valorar la tecnológica en 7,5 veces el Ebitda del año 2013 (50 millones de dólares), según confirmaba el diario 'The Wall Street Journal'.

Las cifras de negocio actuales son una incógnita. Hoy por hoy sigue siendo una empresa privada, por lo que no tiene por qué rendir cuentas. Lo único claro es que ha mantenido su rentabilidad, que cuenta con una plantilla de 300 empleados (repartidos entre la sede central en Oakland -California- y otras en Estados Unidos, Reino Unido, Holanda, México, India, Australia y Corea del Sur) y se encuentra en una fase previa a su estreno en bolsa, tal y como reconocen ellos mismos.

Recelos por la privacidad y otros pleitos

El negocio no ha dejado de crecer. También lo han hecho algunos recelos por la gestión de la privacidad en contenidos sensibles y con derechos de autor como son estos trabajos universitarios y de investigación -todos se guardan en el repositorio de la empresa en la nube para luego ser comparados en el futuro con otros- y diversos pleitos a los que se ha enfrentado en este tiempo. Quizás el más significativo fue el que ganó un joven de 19 años que se negó a entregar sus ensayos a Turnitin para verificar su originalidad en el año 2004. Hubo más.

Sabedores del problema de la privacidad, desde la compañía insisten en su web en que abogan por “la protección y salvaguarda de los datos de nuestros usuarios en nuestras interacciones con nuestros clientes, con otras compañías y con los gobiernos”.

Las últimas semanas, la herramienta ha ganado importancia con las dudas sobre el plagio tanto en la tesis del presidente, Pedro Sánchez, como en el trabajo fin de máster de la ex ministra de Sanidad. Veinte años después de su fundación, Turnitin sigue ganando terreno en el mercado español.

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