Con un horizonte incierto ante la volatilidad de los precios de la energía, IAG, el holding-hispano británico propietario de Iberia y Vueling, así como de British Airways y Aer Lingus, modela sus coberturas frente al precio del petróleo para el resto de 2022. El porcentaje fijado hasta junio creció frente al 70% fijado anteriormente para la media del año, si bien para el tramo restante de ejercicio ese porcentaje se ha rebajado, a la vista de una posible caída del queroseno en el corto plazo. Este juego en las coberturas blinda la partida de gastos en un contexto de elevada inflación, donde el carburante supone un capítulo importante.
El ajuste en los ratios de cobertura para el final del ejercicio tiene como meta no pasarse de frenada. La lección está aprendida. Las grandes aerolíneas sumaron 4.000 millones de pérdidas por la sobrecarga de sus reservas de combustible. En otras palabras, pagaron muy caro el petróleo en los primeros compases de la pandemia tras cerrar acuerdos a un precio mucho más elevado al que más tarde fijó el barril de brent. Las alarmas las había encendido antes IATA, que apuntó que este "exceso"lastraría el beneficio de las compañías aéreas en un 31%.
La estrategia de la compañía de acortar coberturas también responde a su objetivo global de contener costes durante los próximos meses, como explicó su consejero delegado, el español Luis Gallego, ante el mercado. Además de aumentar los ingresos, IAG está muy centrada en ajustar gastos como los de los proveedores. Pero el control del carburante es una necesidad todavía mayor, ya que sigue siendo clave al representar en torno al 35% de los gastos. Este impacto, según su informe semestral, "se dejó sentir a partir de marzo principalmente y se redujo gracias al programa de coberturas".
Los analistas han tomado nota de este movimiento tras las cifras publicadas este verano, cuando anunció que regresó por primera vez a beneficios desde la covid en lo que respecta solo a los meses de abril, mayo y junio. Las distintas casas de research coinciden en que el resultado final ha sido mejor de lo esperado. Los peligros por despejar giran en torno a la devolución de la deuda contraída tras la pandemia -sería reducida si se excluyeran los efectos de los arrendamientos-, algo que divide al mercado.
En una nota para inversores del pasado 6 de agosto, Bankinter considera que podrían implicar que la situación patrimonial se podría devaluar al cierre del año por las pérdidas de la pandemia, si bien tiene a su favor la elevada liquidez y los lejanos vencimientos de deuda. Otras firmas son más escépticas y creen que IAG podría llevar a cabo una nueva ampliación de capital, sobre todo después de que rivales como Easy Jet y Air France hayan actuado en este sentido. Gallego ya descartó hace meses una nueva emisión de derechos.
En plena recuperación del tráfico
Junto a los costes de personal, el control del precio del combustible va a seguir siendo fundamental. Así lo han recordado recientemente las voces del sector como la agencia especializada Scope Ratings, donde aluden a este peligro especialmente para las aerolíneas europeas, entre otros, por la debilidad del euro frente al dólar. "Están actualizando su estrategia y optando por un comportamiento más racionalizado", argumentan en su nota. Y apuntan a que las coberturas son más complejas de acordar en los ciclos de reserva cortos por la dificultad de predecir las necesidades de combustible.
La importancia es todavía mayor en la recta final del año, cuando el tráfico aéreo está más cerca que nunca de volver a volúmenes de pasajeros de 2019. Los datos del gestor aeroportuario Aena publicados el viernes así lo indican. También las cifras de la consultora OAG, de referencia en el sector, también ponen de manifiesto cómo avanzan los países del Viejo Continente, especialmente España, que ha sufrido en menor medida el caos operativo que se ha desatado en plena temporada de verano.
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