Las reservas, en su nivel más bajo en una década 

Tras la luz, el gas: así afecta a España la jugada de Putin de cerrar el grifo a la UE

Moscú no duda en dar más prioridad a su otro gran cliente: China. Sin la aportación rusa, las reservas europeas no se llenan. Están en su nivel más bajo de la última década y justo cuando comienza el otoño.

Tras la luz, el gas: así afecta a España la jugada de Putin de cerrar el grifo a la UE
Tras la luz, el gas: así afecta a España la jugada de Putin de cerrar el grifo a la UE
EFE

Pese a que la atención mediática se centra en el precio de la electricidad, una nueva ola de incremento de precios está en ciernes con la llegada del otoño. Los mercados del gas están inquietos. El repunte en los precios de esta materia prima que se vive en las últimas semanas no tiene precedentes. Las causas se encuentran en la fuerte recuperación económica mundial, que provoca un aumento en la demanda de gas, y la problemática del suministro en el corto plazo en los principales países europeos. A esto se le une el siempre inestable grifo del gas ruso que, como en otras muchas ocasiones, sirve para demostrar quién manda en las relaciones entre Bruselas y Moscú.

Dando una vuelta de tuerca más, el gigante ruso Gazprom ha decidido no aumentar el volumen de gas que exporta a Europa. Siendo una decisión legítima y soberana, lo cierto es que ha supuesto un auténtico jarro de agua fría sobre los agentes financieros que operan en el mercado de los Países Bajos (principal plaza bursátil en el mercado gasista) y en las principales cancillerías de la Unión Europea. En otros momentos esta decisión no habría supuesto más que un pequeño repunte en los precios del gas. Sin embargo, en el mismo momento que se celebraba la primera subasta antes de la entrada del otoño, la materia prima subió un 16% en tan solo una jornada, situándose por encima de los 75 euros MW/h.

Europa necesita energía y el hecho de que Rusia ratifique que no está dispuesta a aumentar su aportación gasística implica que los europeos, principalmente sus industrias y consumidores domésticos del Este, tendrán que aprender a convivir en un escenario distinto al habitual. Detrás de la maniobra rusa está la pérdida de fuerza de la UE, puesto que Moscú no duda en dar más prioridad a su otro gran cliente: China y el resto de países asiáticos que están disparando la demanda mundial de gas y con ello los precios de la energía. En tan solo un año, el gas natural ha subido un 106%, con la correspondiente alegría de los miles de agentes financieros que operan en este mercado.

Sin esta aportación rusa, las reservas de combustible europeas no se llenan, situándose en su nivel más bajo de la última década y justo cuando comienza el otoño. Es en esta estación cuando las calefacciones del norte y este de Europa comienzan a funcionar a pleno rendimiento y cuando más necesario es dotarse de unos almacenamientos plenos para afrontar una nueva época que puede ser muy fría. En la actualidad, las reservas apenas alcanzan el 73%. Gran parte de los analistas internacionales están advirtiendo del nuevo ‘tsunami’ que se puede venir encima en caso de que el ‘general invierno’ aparezca con toda su crudeza en la Europa continental.

Sin almacenamiento suficiente y con el suministro a través de gasoductos limitados, Europa debe suplir esta carencia a través de otras fuentes, como el gas licuado embarcado que llega desde Estados Unidos o África a las más de 20 regasificadoras existentes en la Unión. El problema es que este es un nicho mucho más caro e inseguro, puesto que se pueden llegar a cerrar contratos al mejor postor durante la travesía del gasero por el Atlántico o el Mediterráneo.

La primera consecuencia para España no será otra que el aumento del precio de la energía en el medio plazo. A medida que la oferta se reduzca y el almacenamiento del gas comience a escasear en la UE, los precios de este combustible se incrementarán exponencialmente

España en el ojo del huracán

La primera consecuencia para España no será otra que el aumento del precio de la energía en el medio plazo. A medida que la oferta se reduzca y el almacenamiento del gas comience a escasear en la Unión Europea, los precios de este combustible se incrementarán exponencialmente. Los precios indexados a este valor, como el de la electricidad, sufrirán un nuevo aumento que afectará directamente a la factura de la luz. La propia ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aplicó correctamente la regla de tres que demuestra la interdependencia entre mercado eléctrico y precios del gas: “por cada euro que sube el precio del gas en los mercados internacionales, sube dos euros la electricidad en el mercado mayorista”.

Obviamente, junto a la electricidad, el gas natural que se consume en España también podría ser perjudicado por la decisión rusa. Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales suministradores de GNL a España en los últimos años. Las reservas de gas en este país también están bajo mínimos. Junto a España, Corea del Sur, China, Japón, Brasil, Francia o Portugal son grandes compradores de gas americano y, en un mercado tan competitivo e inestable, el suministro podría derivarse a aquellos mercados más necesitados o bien que, simplemente, paguen más.

En el caso español, la otra gran vía de entrada de gas es Argelia. Desde su puesta en funcionamiento en 1996, el gasoducto que une Argelia con España ha suministrado el mayor porcentaje de gas natural consumido en la Península Ibérica y lo ha hecho a través de dos vías. Por un lado, el gasoducto Medgaz, que une directamente las costas argelinas con las españolas, y por otro el ramal denominado gasoducto del Magreb, que inyecta también gas argelino, pero lo hace a través de Marruecos.

Las tensiones entre los dos países del norte de África están poniendo en peligro la viabilidad de este tramo, cuya concesión termina el próximo 31 de octubre. Argelia ya ha anunciado que continuará suministrando gas a través de Medgaz, aunque también asume que el volumen no podría ser el mismo que en la actualidad. Por ello ha asegurado que continuará el suministro, si fuera necesario, a través del suministro marítimo en forma de GNL. Lo que no ha aclarado el Gobierno argelino es si estos envíos mantendrán el precio del gas canalizado, más barato. El riesgo es que es negociado en contratos a largo plazo, mientras que el GNL está supeditado a mayores fluctuaciones, cuando no especulaciones y, por lo tanto, cotiza a unos precios más elevados.

Así las cosas, junto al más que seguro aumento del precio de la energía en los mercados europeos y su traslación a la factura de la luz en España, habría que asumir un aumento moderado del coste del gas natural en nuestro país debido a dos factores: el incremento de los precios del GNL que llega vía marítima y una adaptación en la oferta procedente de Argelia, que probablemente tenga que reajustarse debido a las tensiones entre Marruecos y Argelia y su repercusión sobre el gasoducto del Magreb.

En cualquier caso, la situación es mucho más preocupante en el resto de Europa, más condicionada a los designios de Vladimir Putin que parece querer despedirse de la Europa de Angela Merkel de la manera más fría posible.

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