La polvareda por el SMI 'fuerza' a Calviño a calmar a los inversores internacionales

  • Economía retoca su presentación a inversores para defender que el nuevo SMI no afecta a los costes laborales ni al empleo ni a la productividad.
Fotografía de Nadia Calviño, en acto con inversores / EFE
Fotografía de Nadia Calviño, en acto con inversores / EFE

Alguna que otra inquietud ha debido despertar entre los inversores internacionales la extraordinaria subida del 22% decretada en el Salario Mínimo por el Gobierno de Pedro Sánchez para que el Tesoro haya decidido incluir en su última presentación a inversores -el documento que apoya los 'road-show' del Gobierno de España por todo el mundo para vender el atractivo de los títulos domésticos de deuda pública- un apartado dedicado en exclusiva a defender la tibieza de los efectos de esta medida sobre alguno de los indicadores que los mercados observan siempre con mayor interés, como la evolución de la productividad o los costes laborales en el país.

El documento del Tesoro -dependiente del Ministerio de Economía de Nadia Calviño- se apoya en datos de Eurostat y el INE para subrayar los hasta el momento poco significativos efectos de la subida del Salario Mínimo sobre la marcha general de la creación de empleo, la evolución de los costes laborales unitarios en relación al resto de países de la zona euro y la productividad, medida también respecto a las economías de la eurozona.

De las tres gráficas con las que Economía sustenta su defensa de la subida del SMI, en un apartado titulado 'Una recuperación intensiva en creación de empleo', la más llamativa es la que pone en relación el Salario Mínimo con la evolución de la ratio de productividad. Porque Economía reconoce que la subida del suelo salarial legal en España se traducirá en un deterioro de algo más de un punto de la ratio de productividad de la economía nacional. La cuestión es que ese descenso llevará la ratio de productividad prevista para 2019 a un nivel similar al de otros países como Alemania y Francia - que tienen un salario mínimo superior al español, según la presentación del Ministerio de Economía- o Portugal, lo que según fuentes ministeriales indica que la medida no situará a España en una peor posición competitiva respecto a sus pares.

La línea argumental parece un tanto arriesgada, cuando la baja productividad de la economía española se ha convertido desde hace tiempo en una de las variables objeto de vigilancia especial y crítica por parte de los organismos internacionales y cuando el propio Gobierno español prevé una evolución plana de la productividad en los próximos años. La Comisión Europea, de hecho, incluyó entre sus recomendaciones a España en el marco del denominado Semestre Europeo la creación de un Comité Nacional de Productividad (CNP), como los que ya existen en 11 de los 18 países del euro, para facilitar la identificación de los factores que afectan negativamente a la productividad y de las medidas estructurales para mejorar la competitividad de la economía.

El debate sobre los efectos sobre el empleo

La presentación del Tesoro se agarra al buen dato de empleo del primer trimestre del año (crecimiento interanual del 3,16%) para defender el escaso impacto de la medida sobre el ritmo normal de creación de empleo. El dato publicado por el Instituto Nacional de Estadística en el segundo trimestre vino a rebajar ese crecimiento interanual al 2,38% y reveló síntomas de que la subida del SMI sí podría estar afectando de manera significativa en los segmentos más bajos del mercado de trabajo.

El otro foco de preocupación que el Ministerio de Economía ha tratado de combatir ante los inversores es el de la evolución de los costes laborales unitarios, que los analistas internacionales observan como un buen indicador de la competitividad. El Gobierno se agarra a los primeros datos publicados por Eurostat para defender que, aunque se aprecia un pequeño repunte, éstos siguen claramente por debajo de los principales competidores de España: las grandes economías del euro.

El 'toque político' de las prestaciones del Tesoro

No es la primera vez que los gobiernos de España utilizan la presentación del Tesoro como instrumento de reivindicación política. Durante la era Rajoy, la última presentación del Tesoro antes del cambio de Ejecutivo suponía una reivindicación explícita de las reformas estructurales abordadas desde el año 2012 hasta el punto de recalcar ese legado con un balance entusiasta: "Resultado: cuatro años consecutivos de crecimiento, cinco años consecutivos de superávit por cuenta corriente. Algo sin precedentes en la historia reciente de España". 

El cambio de Gobierno trajo consigo también un cambio de tono de la presentación del Tesoro, de la que se eliminaron frases como la anterior y también toda referencia al impacto positivo de las reformas laboral, de pensiones o financiera abordada por el Ejecutivos de Mariano Rajoy. 

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