El atasco marítimo en China, principalmente en el puerto de Shanghái, se ha agravado en las últimas semanas por la expansión de la variante ómicron y por la guerra en Ucrania, que limita las posibilidades a la hora de reestablecer las cadenas globales de suministros de complicaciones como ésta. Desde el inicio de la pandemia el gigante asiático ha mantenido su política de 'cero covid' y los confinamientos estrictos como modo de atajar el avance de la enfermedad. Esos cierres han paralizado puertos y prácticamente ciudades enteras. La diferencia, ah0ra, es la coyuntura.
Nuria Lacaci, secretaria general de la Asociación de Cargadores de España, explica a 'La Información' que sus asociados (entre los que se encuentran grandes empresas como Repsol, El Corte Inglés, DHL, Galp, 3M o Gullón) ya están notando los efectos del parón en Shanghái -el mayor puerto del mundo- en sus exportaciones. Los barcos con sus contenedores están atascados. "Tenemos allí mercancía fondada y esperando", explica, y advierte de que hacia mediados de mayo y si la situación se mantiene "estarán todos los barcos y equipos allí, por lo que ya no habrá contenedores ni barcos para mover nuestras mercancías".
En su opinión los efectos de este cierre pueden ser más severos que los de la pasada crisis de los contenedores debido a la concurrencia de la guerra en Ucrania. Mientras, Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis, considera que los efectos de este shock (que en realidad no es una situación nueva para el país) se suman a un entorno macroeconómico que ya se había torcido para la segunda potencia del mundo. El crecimiento chino se ha estancado si se tienen en cuenta las importaciones y al Gobierno de Xi Jinping le va a costar cumplir las previsiones que se había marcado.
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