Negociaciones 'in extremis'

Sánchez sale victorioso de la crisis de la reforma laboral y deja a Díaz en un brete

La vicepresidenta insiste en que la vía Ciudadanos no suma los votos suficientes para la convalidación de la norma en el Congreso y se empecina en atraer a los socios de investidura con contactos el fin de semana.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplaude junto a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso.
Sánchez sale victorioso de la crisis de la reforma laboral y deja a Díaz en un brete
EFE

Pase lo que pase, Pedro Sánchez gana. El presidente del Gobierno saldrá victorioso de la compleja partida de ajedrez en la que se ha convertido la negociación de la reforma laboral porque, como solía decir quien fuera su jefe de gabinete, Iván Redondo, la política es el arte de lo que no se ve. Y estos días están sucediendo muchas cosas entre bambalinas. El desenlace es todavía una incógnita, pero prácticamente cualquier resultado alza como vencedor político de la contienda al líder socialista, quien, además, en según qué escenarios, pondría en un brete a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

El real decreto ley de la reforma laboral se votará en el Congreso de los Diputados el jueves, 3 de febrero, y el Gobierno todavía no tiene amarrados los votos suficientes para convalidarlo. El compromiso del Ejecutivo con la patronal y los sindicatos es que el texto se apruebe tal cual se pactó en la mesa de diálogo social y se publicó en el BOE, por eso quiere evitar a toda costa que se tramite como proyecto de ley y se esfuerza estos días por aunar mayorías que respeten lo acordado. Dado que necesita más síes que noes, la labor es complicada. Yolanda Díaz se ha empecinado en sacar adelante la norma con los socios de investidura, pero ante la negativa de éstos, el PSOE ya explora la vía Ciudadanos, que requeriría del apoyo de grupos minoritarios que aún no se han posicionado de manera clara. Héctor Gómez ya ha hablado con Edmundo Bal y la próxima semana, Félix Bolaños tiene previsto llamar al portavoz naranja. La maquinaria está en marcha.

Si finalmente el texto sale adelante con el apoyo de los nueve diputados de Inés Arrimadas, sin alterar ni una sola coma, Sánchez no solo vería cumplido uno de los hitos más importantes comprometidos con la Comisión Europea en el marco del Plan de Recuperación, respetando el pacto social, sino que, además, se colocaría en el tablero político en una posición más cercana a la centralidad, en plena campaña electoral en Castilla y León y dejaría en una situación muy complicada a Díaz, que vería cómo su reforma estrella acabaría aupada por la derecha parlamentaria y rechazada por los partidos minoritarios de la izquierda que facilitaron la investidura y antes, la moción de censura. Esta carambola, a las puertas del lanzamiento de su proyecto político propio, pondría elevados baches a la vicepresidenta, especialmente en territorios tan sensibles como Cataluña y País Vasco, donde los socios ya han advertido que se juega apoyos clave. La geometría variable sería una zancadilla para Díaz, que ha llegado a calificar la reforma de "histórica".

Pero incluso si Díaz logra convencer a sus socios prioritarios, con los que está intensificando los contactos este fin de semana para tratar de disuadirlos, según revelan fuentes de su equipo, Sánchez tendría motivos para sacar pecho, defendiendo el valioso patrimonio que supone para el presidente sacar adelante esta reforma clave con el bloque que le dio investidura y que le permitiría así afrontar lo que queda de legislatura con mayor comodidad. Y habría logrado este hito, además, sin desgaste, ya que es la vicepresidenta y ministra de Trabajo la que está haciendo encaje de bolillos con ERC, Bildu y el PNV para encajar sus demandas en una fórmula que le facilite alumbrar su reforma sin hacer estallar por los aires el pacto social. Sánchez, mientras, espera en Moncloa.

El affaire se las trae. Si finalmente ERC y el resto de los grupos que se han mostrado críticos con la reforma pactada en el diálogo social por considerarla insuficiente entran al acuerdo, será a cambio de cesiones por parte del Gobierno que tendrán que ser lo suficientemente disimuladas como para que la CEOE no se baje del barco, pero en las que, sin duda, los empresarios pondrán la lupa en los meses venideros. "No vamos a aceptar que nos metan cambios con cuñas en otras normas", advierten desde la patronal. Y si no entran, el debilitamiento del bloque de la investidura podría poner en riesgo la agenda reformista del Gobierno para el resto de la legislatura, en la que se juega mucho dinero de Europa. Ya lo ha advertido esta semana el presidente del EBB, Andoni Ortúzar. El PNV, por el momento, no ha fijado una posición definitiva.

Pero, en tiempo presente, Sánchez gana. En Moncloa dan por hecho que la reforma laboral será convalidada el próximo jueves en el Parlamento y piden el voto a todos los partidos de la cámara. El PSOE está moviendo sus peones para asegurarse el apoyo de Ciudadanos ante el plantón que han escenificado sus socios habituales. Pero para ganar la partida tiene que sumar a Más País, Compromís, el PDeCAT, Coalición Canaria, Nueva Canarias, el PRC, Teruel Existe y Navarra Suma. Los socialistas confían en esta posibilidad, si bien desde el equipo de Yolanda Díaz insisten en que esa suma no da y mantienen el guion de negociación in extremis con independentistas y nacionalistas. El PNV facilitaría aún más la votación.

"Yolanda tiene la capacidad de lograr pactos que en principio parecen imposibles y eso puede volver a suceder", aseguran fuentes de su entorno que recuerdan cuántas negociaciones del diálogo social han parecido descarrilar por la negativa de la patronal y finalmente han salido adelante con la firma de Antonio Garamendi. El problema es que, en esta ocasión, el juego de equilibrios es harto complejo, porque las demandas de los socios son inadmisibles para la CEOE y la vicepresidenta solo puede asumirlas con compromisos a futuro, algo que sus interlocutores no parecen dispuestos a aceptar, ya que su intención es incorporarlas a esta reforma vía enmiendas.

Así las cosas, el único escenario en el que Sánchez pierde (el primer asalto) es en el caso de que el Gobierno no logre amarrar los votos necesarios, ni a uno ni a otro lado. Ahí el Ejecutivo podría terminar aceptando la tramitación como proyecto de ley, lo que favorecería el respaldo de los socios de investidura, pero postergaría la aprobación definitiva de la norma hasta dentro de varios meses. Otra posibilidad sería dejar caer el real decreto ley y devolverlo al Consejo de Ministros para intentar después una nueva convalidación. Pero la patronal y los sindicatos ya han hablado y la reforma está sellada. Y aunque eso daría más margen al Gobierno para negociar con los socios parlamentarios y dejar pasar las elecciones autonómicas en Castilla y León, Sánchez tiene que garantizar el cumplimiento del hito ante Bruselas para que la Comisión no cierre el necesario grifo de los fondos. Yolanda Díaz tiene cuatro días para evitar que Sánchez salga victorioso.

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