Desequilibrio para la nueva movilidad 

La odisea de cargar un coche eléctrico en la España vaciada: "Es algo inviable"

Apenas el 30% de las electrolineras y cargadores desplegados se encuentran en la España interior rural y los mismos se sitúan únicamente en las vías de alta capacidad que transcurren por estos territorios.

Coche KIA en la estación de carga eléctrica Repsol en la séptima edición de la Feria del Vehículo Eléctrico
La odisea de cargar un coche eléctrico en la España vaciada: "Es algo inviable". 
Ricardo Rubio / Europa Press / ContactoPhoto

La España rural produce la mayor parte de energía renovable -solar y eólica- en nuestro país. Sin embargo, como sucede con muchas otras infraestructuras y servicios, el mundo rural también se está quedando fuera de la nueva movilidad o movilidad verde. La España vaciada está vacía de cargadores para los coches eléctricos. Apenas el 30% de las electrolineras y cargadores están en la España interior rural y los mismos se encuentran además en las vías de alta capacidad que transcurren por estos territorios.

“Si uno se adentra en carreteras comarcales la situación ya es dramática”, reconoce Antonio, un agricultor y ganadero extremeño, que pensó en comprarse un vehículo eléctrico de trabajo hace unos meses, pero “al final me decidí por uno híbrido, pero que anda mayormente con gasolina porque la estación de carga más cercana al lugar donde tengo mi domicilio y mis explotaciones agrícolas y ganaderas está a casi 30 kilómetros. Es algo inviable”. Cargar el coche eléctrico en la España vaciada es una odisea hoy en día.

Quizás éste sea uno de los motivos por los que el vehículo eléctrico apenas ha penetrado en la España rural donde solo uno de cada 1.000 coches es eléctrico. Unos 8.000 de los 7,7 millones del parque automovilístico de estas zonas cuando en ámbitos urbanos la penetración del vehículo eléctrico quintuplica al del ámbito rural y cinco de cada 1.000 vehículos son eléctricos. Y eso que el parque automovilístico de la España vaciada está muy envejecido, ya que el 75% de los vehículos tiene más de 10 años de antigüedad y el 30% de los turismos más de 20 años, pero según un informe del Observatorio de Descarbonización Rural, el 94% de la población en el medio rural no tiene intención de adquirir un vehículo eléctrico y solo el 1% se plantea hacerlo antes de dos años.

"Mientras no haya un despliegue importante de puntos de recarga o se ayude muchísimo con esos puntos de abastecimiento propios y particulares a los habitantes de la España rural, va a ser muy difícil este despliegue del coche eléctrico  en el mundo rural porque además la gente que vivimos en estos entornos utilizamos vehículos que no son turismos. Que son herramientas de trabajo que usamos todos los días y tampoco hay tanto vehículo eléctrico que pueda trabajar en el medio rural donde se necesitan vehículos de carga, con gran capacidad de carga y fiables en entornos climatológicos duros", señala uno de los coordinadores de la Federación de la España Vaciada.

Lo cierto es que el desequilibrio territorial cuando hablamos de movilidad eléctrica es palmario y evidente. El grueso de los puntos de carga en España, un 70% se encuentra en suelo urbano, con 3.760 cargadores, mientras que solo 1162 están en áreas rurales y 1028 se ubican en corredores y carreteras principales. Sin embargo, cuando se analizan los cargadores rápidos, las cifras cambian: hay 17 en áreas rurales, 132 en urbanas y 134 en corredores y carreteras de alta capacidad.

Según un informe de Ecodes y el Observatorio de Sostenibilidad, el de la potencia disponible en los cargadores es otro de los grandes problemas para la España vaciada, ya que sólo un 0,7% de los puntos públicos instalados en áreas rurales cuenta con una potencia superior a 150 kW, lo cual impide aprovechar por completo las capacidades de recarga rápida que los coches actuales ofrecen para realizar viajes en un plazo de tiempo razonable. Por ejemplo, Galicia, Cantabria, La Rioja y Navarra no poseen en sus territorios cargadores rápidos, ni provincias como Castellón, Guadalajara, Guipúzcoa, Huesca, Jaén, Palencia, Segovia, Soria y Teruel. 

En total, aproximadamente un 28% de la superficie nacional peninsular carece de puntos de alta potencia de titularidad pública. Con estas cifras, se hace muy difícil una movilidad cero emisiones en algunos puntos de la Península. En la España rural hay un punto de carga cada 349 kilómetros cuadrados frente a uno cada 4,11 km2 en áreas urbanas. Un dato que comienza a lastrar, de alguna forma, el desarrollo económico de la llamada España vaciada.

Joseba, por ejemplo, es un vizcaíno que ha pasado hace poco un fin de semana en un pueblo de la salmantina Sierra de Francia, en un hotel rural. Él tiene un coche eléctrico, un Tesla, y el cargador eléctrico más cercano al lugar en el que se hospedó “se encontraba a 20 kilómetros cuando la gasolinera la tenía a menos de un kilómetro” y “no digamos ya el cargador de alta capacidad más cercano, que estaba a casi 50 kilómetros”. Así, “hasta que no haya una red de cargadores medianamente grande y tupida me voy a pensar muy mucho volver de turismo a muchas zonas del interior de España porque corres el riesgo de quedarte ‘tirado’ en la carretera”, sentencia José María.

Raúl Estévez, responsable de Big Data y Sistemas de Información Geográfica del Observatorio de Sostenibilidad, destaca que es la España vaciada la que está produciendo masivamente la energía renovable y “soportando sus importantes impactos sobre biodiversidad, paisaje y sus ciudadanos”, por lo que deberían ser “los primeros beneficiados en cuanto a accesibilidad y precio por esta electrificación del transporte”, pero no es así. La España rural una vez más se queda atrás, también en la movilidad sostenible.

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