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Javier Milei presidirá Argentina bajo la promesa de dolarizar la economía

Argentina acudía a las urnas sumida en una catástrofe económica, con inflación desbocada y una pobreza superior al 40% de la población. Milei será el presidente tras ganar a Massa por más de once puntos.

Javier Milei
Javier Milei
EFE

"Cambio" es una de las palabras más repetidas en la campaña electoral  de Argentina. Y eso ha llegado. El país ha elegido el cambio más radical posible desde que inició su proceso electoral meses atrás y Javier Milei será el próximo presidente a partir del próximo 10 de diciembre, tras imponerse al oficialista Sergio Massa con más de once puntos de ventaja. Era la segunda vuelta de los comicios presidenciales y nadie quería que el país siga en una inercia que le lleva directo a la hiperinflación, el repunte de la pobreza y el fantasma de los préstamos del FMI.  

Javier Gerardo Milei, el 'outsider' que revolucionó el avispero de la política argentina, que desde hace meses acapara titulares con sus discursos disruptivos y que ha ido moderando algunas de sus propuestas para evitar rechazo en la sociedad, venció este domingo con un 55,69 % de apoyos frente al 44,30 % del peronista Sergio Tomás Massa, quien pese al 142,7 % de inflación, 40,1 % de pobreza y brecha cambiaria superior al 200 %, logró convencer a 11,5 millones de argentinos (frente a los 14,5 millones que respaldaron a Milei). 

Su último mensaje, que dejará su vida política. Pero sea como sea, la transición no va a ser sencilla, puesto que, más allá de las críticas a la gestión de Fernández y Massa (al frente de la cartera económica) y de la complicada situación socioeconómica del país, la noche electoral incluyó un cruce de dardos al respecto.

Desde el expresidente Mauricio Macri (2015-2019), aliado del candidato ultraderechista Javier Milei para esta segunda vuelta, al propio ministro de Economía Sergio Massa, pasando por la excandidata Patricia Bullrich -quien también respalda al libertario-, todos usaron la palabra "esperanza" como sentimiento para Argentina a partir de esta elección, que tiene lugar cuando se celebran los 40 años del retorno a la democracia tras la última dictadura militar (1976-1983).

Sin duda, todas las esperanzas de los argentinos están puestas en la estabilidad económica para un país que con el actual Gobierno de Alberto Fernández (peronismo) acumula un 142,7% de inflación interanual, un 40,1% de pobreza y una brecha cambiaria superior al 200%.

El discurso más extremo, el del líder de La Libertad Avanza (ultraderecha), Javier Milei, es el que alcanzó el balotaje: "Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre". Entre sus mensajes, acabar con instituciones claves como el Ministerio de las Mujeres o el Banco Central; además de posicionarse a favor de la venta de órganos y ser negacionista del cambio climático o de la dictadura argentina (1976-1983), justo en el aniversario de la vuelta de la democracia.

Enfrente, peleará por la Presidencia el candidato de Unión por la Patria (peronismo), Sergio Massa, cuya mayor carta de presentación es, al mismo tiempo, su peor baza: haber sido integrante del actual Ejecutivo y responsable de la cartera más comprometida: la de Economía.

Panorama incierto

Unos 35,8 millones de argentinos estaban convocados para votar en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales sin un favorito claro: las encuestas han arrojado un empate técnico.

No es menos cierto que pocos se fían de los sondeos, después de que, en las primarias de agosto, nadie predijo el triunfo de Milei y de que, en las generales de octubre, nadie dio a Massa como ganador y sí anunciaron la victoria de Milei, algunos incluso en la primera vuelta.

Por otro lado, el hecho de que los argentinos se debatan entre el actual ministro de Economía que ha acompañado a su país a la catástrofe inflacionaria y de la pobreza o por un candidato que amenaza con planes que, según numerosos expertos, son "irrealizables" y pasea una motosierra como metáfora de su política sobre el gasto público podría llevar a muchos ciudadanos a votar en blanco.

Por eso, uno de los trabajos de los candidatos en la campaña ha sido intentar convencer a quienes no fueron a sufragar y a quienes sí lo hicieron, pero a favor de las otras candidaturas: entre la centroderechista Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), el peronista disidente Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) y la líder del Frente de Izquierda Myriam Bregman sumaron 8,8 millones de votos.

Ellos han podido decantar la balanza, sin que sus líderes -salvo Bullrich- diesen indicaciones: Schiaretti y Bregman se pronunciaron a favor de la "neutralidad" en campaña, mientras que la exministra de Seguridad olvidó que Milei la había llamado "montonera tirabombas" y le respaldó hasta el punto de que participó en su mitin de cierre en Córdoba -segundo núcleo electoral del país y feudo antikirchnerista-.

A esas otras fuerzas, incluida Juntos por el Cambio, tendió la mano Massa para su prometido Gobierno unido y, para distanciarse de la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015), que mueve los hilos de la política peronista en los últimos años, dijo: "A mí no me maneja nadie", diferenciándose de Alberto Fernández, a quien la actual vicepresidenta anunció como candidato en 2019.

Enemistado con el kirchnerismo durante muchos años y tan cercano en una época al expresidente Mauricio Macri (2015-2019) -quien ahora hace campaña por Milei- que en 2016 fue elegido como integrante de su comitiva al Foro de Davos, el ministro de Economía -al que sus detractores llaman "arribista" y "mentiroso"- ha hecho gala de saber moverse en la arena política con astucia, destaca EFE.

Su rival es un recién llegado a la política, un economista que alcanzó repercusión en tertulias televisivas, que es diputado desde 2021 y, en sólo dos años, ha logrado que su fuerza política tenga opciones de ganar en la segunda vuelta presidencial. Nadie puede pronosticar qué ocurrirá el domingo, pero lo que sí se espera es un "cambio".

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