Contracción de la economía a septiembre

España envía su plan presupuestario a Bruselas bajo amenaza de caída del PIB

La Comisión Europea deberá avalar ahora el borrador de las futuras cuentas públicas, en el que Asuntos Económicos incorpora una revisión del actual cuadro macroeconómico en pleno debilitamiento de la actividad 

Montero y Calviño
María Jesús Montero y Nadia Calviño
EFE

Apurando al máximo el plazo, que vencía este mismo domingo, el Gobierno enviará a lo largo de la tarde el 'Plan Presupuestario del Reino de España 2024' a Bruselas, según han confirmado a este diario fuentes próximas al Ejecutivo en funciones. Lo hace sin haber podido aprobar aún un proyecto de cuentas públicas, como sería lo propio dadas las fechas, por la situación de interinidad en que se encuentra desde las elecciones del pasado 23 de julio. Con todo, los trabajos para tratar de sacar adelante esa hoja de ruta de la política económica están en marcha y el objetivo es que los Presupuestos puedan estar listos el próximo mes de enero -tal y como ha venido defendiendo la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero-, siempre que Pedro Sánchez logre el respaldo de la Cámara a su investidura. 

La remisión del borrador presupuestario a la Comisión Europea, que no incorpora cambios en la política económica por estar el Ejecutivo en funciones, se produce bajo la amenaza de una contracción del PIB del 0,2% en el tercer trimestre del año. Así lo refleja el modelo de predicción de la economía en tiempo real que elabora la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Con los indicadores disponibles hasta el 11 de octubre el MIPred contempla ese retroceso en dos décimas de la actividad con respecto al trimestre previo y rebaja al 1,5% el avance en relación al mismo periodo de hace un año. La economía venía de crecer al 2,2% en tasa interanual entre abril y junio y al 4,2% entre enero y marzo.

Para hacer su estimación, el organismo independiente ha contado con todas las referencias macro del mes de julio, con el 86% de las de agosto y con el 43% de las de septiembre. En esta revisión a la baja de las perspectivas económicas para el trimestre en curso han sido determinantes los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria, que dan buena idea de hasta qué punto la actividad se está enfriando. Por un lado, las ventas totales de las grandes empresas -deflactadas y eliminando los efectos de calendario- cayeron en agosto un 0,7%, su primer retroceso desde febrero de 2021, cuando la economía estaba padeciendo aún los efectos severos de la pandemia de Covid-19 y de las restricciones para hacerle frente. 

Las grandes empresas no sólo vieron contraerse sus exportaciones en un contexto de debilidad de los principales socios comerciales, las grandes economías europeas, sino que su facturación en territorio nacional aumentó mucho menos. A estos datos se suma la caída de la producción industrial por segundo mes consecutivo en julio (1,8%), otro de los indicadores que toma en cuenta la AIReF. Sin embargo, estos no son los únicos síntomas de que la economía pierde vigor. 

El hecho de que la creación de empleo se moderase en septiembre, el que la recaudación del IVA haya sido algo más floja por el frenazo del consumo en julio o el desplome de las compraventas de vivienda (y de las hipotecas) en pleno encarecimiento del crédito por el alza de los tipos de interés apuntan en la misma dirección. Así lo ha constatado también el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en su reunión anual celebrada estos días en Marrakech (Marruecos) ha presentado en términos generales el escenario de crecimiento más débil en décadas, y que ha revisado a la baja su estimación para España al 1,4% el año que viene. 

El nuevo cuadro macro que incorpora el Plan Presupuestario

Sólo unos días antes era el Banco de España el que advertía que la economía nacional se enfrenta a un escenario inflación más alta y persistente con un crecimiento más débil hasta 2025. La entidad capitaneada por Pablo Hernández de Cos redujo su cálculo de PIB para el año que viene cuatro décimas en relación a lo que estimaba en junio hasta el 1,8%. La propia Comisión Europea advertía hace medio mes de que el debilitamiento de la actividad económica esperado hacia finales de año "se extenderá al menos hasta el primer semestre de 2024". La clave está en ver si el Gobierno en funciones incorpora estas revisiones a la baja al nuevo cuadro macro que incorpora en el Plan Presupuestario que ahora tendrá que avalar Bruselas. 

El año pasado ese borrador contempló dos posibles escenarios en términos de ingresos y de gastos para este ejercicio por la enorme incertidumbre que habían generado la guerra y las crisis energética e inflacionaria. El segundo de los dos apuntaba a que las cuentas de este año -aprobadas en julio de 2022- habían infraestimado los ingresos tributarios de este año en casi 10.000 millones de euros. Esto daba margen para aplicar medidas anticrisis que no aparecían en el proyecto de Presupuestos y que, finalmente, fueron aprobadas, como la rebaja o supresión del IVA a los alimentos de primera necesidad.

Moncloa tiene de aquí a finales de año para decidir si prorroga o no el conocido como 'escudo social', que incluye la reducción de impuestos a la alimentación, pero también a la luz o el gas, así como la la subvención del abono transporte, la gratuidad de Media Distancia, Cercanías y Rodalies o la bonificación de los carburantes al transporte. Tanto Bruselas, como el BdE o la AIReF han reclamado su retirada o que se mantengan únicamente para los colectivos más vulnerables, puesto que, según cálculos de la Autoridad Fiscal, su coste presupuestario ascenderá a 15.000 millones de euros este año. El organismo cree que su eliminación es, además, el único modo de que España pueda ceñirse a la meta de déficit, que volverá a estar vigente con la recuperación en enero de las reglas fiscales. 

De momento, la incertidumbre empaña las perspectivas a futuro que pueden empujar al Ejecutivo en funciones a decantarse por su extensión o no. La inflación no termina de contenerse, la tensión ha ido a más en los mercados de gas y petróleo (por los conflictos geopolíticos en Ucrania o Israel y el fuerte recorte que han aplicado los países productores y sus socios, como Rusia) y están aún por ver las consecuencias de la subida más agresiva de los tipos desde que existe el euro. De hecho, el propio Banco Central considera que su efecto se apreciará con mayor claridad desde el año que viene. 

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