Industria musical

Así es la cláusula 'anti Taylor Swift' que transformará la industria musical

Algunas grandes discográficas como Sony o Warner Bros están hartas de las cantantes que intentan imitar a Swift, que brilló en la noche de la Super Bowl. 

Taylos Swift celebra la victoria en la Super Bowl
Taylos Swift celebra la victoria en la Super Bowl
Getty Images

Taylor Swift también ha brillado en la final de la Super Bowl. El gran romance de la NFL se llevó este domingo el premio gordo en Las Vegas. Los Kansas City Chiefs vencieron por 25-22 a los San Francisco 49ers en el tiempo extra y Travis Kelce y la cantante, la pareja del momento en EEUU, tuvieron el final de cuento de hadas que tanto deseaban. Fundidos en un largo abrazo y sobre el césped del Allegiant Stadium. Así celebraron la cantante y el jugador el tercer anillo en cinco años para unos Chiefs que se proclamaron campeones del Super Bowl por segundo año. Esta épica victoria de los de Patrick Mahomes colocó la guinda a la mediática y muy seguida historia de amor entre Swift y Kelce, quienes han protagonizado incontables titulares.

Había un poco de incertidumbre por ver si llegaría a tiempo al partido, ya que tenía un concierto en Tokio el sábado, pero finalmente (y 'ganando tiempo' por la diferencia horaria) se presentó en el Allegiant Stadium algo más de dos horas antes del comienzo. Con camiseta y pantalón negros y una chaqueta roja de los Chiefs al brazo, Swift llegó acompañada de su madre Andrea Swift, de la actriz Blake Lively y de la rapera Ice Spice. Llevaba asimismo un pequeño bolso con forma de balón de fútbol americano y un colgante, ambos accesorios con el número 87, que es precisamente el dorsal de Kelce con los Chiefs. La imagen que todo el mundo buscaba llegó al final, cuando Kelce (después de cantar eufórico "Viva Las Vegas" sobre el escenario del pospartido de la NFL) bajó al césped y se encontró con Swift para cerrar con un abrazo sin fin una noche ideal para la pareja. Toda una revolución. 

Fuera del terreno de juego la industria musical, ese coloso que parece inmutable a pesar de la profunda transformación de la sociedad de consumo, está presenciando otra revolución silenciosa pero determinante. Como cuando nació Napster. Como cuando llegaron iTunes o Spotify. Una vez más, en el centro del debate se encuentran los derechos de autor, que durante las últimas dos décadas han ido a parar cada vez más al bolsillo del artista. Sin embargo, con las ‘Taylor version’ empresas como Sony o Warner Bros han dicho basta. Y, tal y como señala este artículo de Billboard, han terminado imponiendo una cláusula 'anti Taylor Swift' que transformará la industria musical para siempre.

Esta cláusula está inspirada y ha sido desencadenada por la estrategia de Swift, conocida no solo por sus éxitos musicales, sino también por su aguda astucia empresarial. Y es que, en plena lucha por recuperar los derechos de sus canciones, la artista ya ha vuelto a grabar seis de sus discos, lo que ha provocado un antes y un después en la manera en que las discográficas manejan los derechos de las obras de sus artistas. Y, en consecuencia, los contratos que firman con ellos.

Una lucha por el control artístico

La 'cláusula anti Taylor Swift' no es más que grandes sellos discográficos como Sony y Warner Bros tomando cartas en el asunto para evitar que sus artistas puedan seguir los pasos de Swift. Porque la cantante comenzó con esta estrategia después de que los derechos de sus primeras seis obras fueran vendidos a terceras partes sin su consentimiento. Algo que, a día de hoy, nadie puede hacer sus 'Taylor version' de cada disco.

Esta situación ha abierto un debate sobre la propiedad intelectual y el poder en la industria musical. Según datos de Billboard, Taylor Swift no es la única afectada: el 70% de los músicos no poseen los derechos de su música. La respuesta de las discográficas ante este tipo de maniobras ha sido la de ajustar sus contratos para limitar la capacidad de los artistas de regrabar su trabajo (es decir, hacer una ‘Taylor version’ de un álbum anterior). Una práctica que, si bien es legal, coloca a la industria en una situación muy complicada desde el punto de vista ético.

Regrabar discos de éxito

La iniciativa de Swift ha provocado que los sellos refuercen sus contratos con nuevas cláusulas que buscan extender el período durante el cual un artista no puede regrabar su música después de que el contrato original haya expirado. Aunque los detalles específicos varían entre los 15 años o incluso 30 años, el objetivo es claro: retener los beneficios económicos generados por las grabaciones originales el mayor tiempo posible. Actualmente, el estándar es de 7 años sin poder regrabar sus discos.

En una industria donde el streaming representa el 83% de los ingresos totales de la música grabada en los Estados Unidos según la Recording Industry Association of America (RIAA), el control sobre las versiones originales de las canciones se torna imprescindible para quien posea sus derechos. Las versiones regrabadas de Swift no solo han generado millones de reproducciones sino que también han servido como una poderosa declaración de independencia artística (y económica).

Porque la batalla de Swift no es solo personal, es la lucha de muchos artistas que ven en ella un faro de esperanza. Y aunque el camino hacia la emancipación de la influencia discográfica es complejo y está lleno de obstáculos legales, la determinación de Swift y el apoyo que ha generado indican que tal vez estemos presenciando el comienzo de una nueva era en la música: una era de mayor control creativo, de reconocimiento al mérito artístico y de redefinición de los derechos de autor.

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