Los precios no frenan su escalada

Las cifras que vende el Gobierno chocan con la realidad del PIB, el gas y el IPC

Moncloa insiste en que la economía española será la que más crecerá, pero lo hará después de sufrir una de las mayores caídas a causa del Covid. El tope al gas no está teniendo el efecto esperado por el Ejecutivo.

Calviño
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
EFE

La economía española crecerá este año entre un 4 y un 4,5%. Así lo prevén las diferentes instituciones económicas y también el Gobierno, tras recortar la estimación para el producto interior bruto (PIB) desde el 7 hasta el 4,3% en 2022. Con todo, Moncloa defiende que el crecimiento va a ser muy intenso y saca pecho de que el PIB español sea el que experimente un crecimiento más intenso durante este ejercicio. Pero este mensaje, igual que el hecho de que la inflación había "tocado techo" en marzo o que el tope al gas iba aliviar la factura eléctrica para los españoles, tiene una doble cara que el Ejecutivo no muestra y que contrasta con las cifras.

España crecerá a un mayor ritmo este año que otras economías comunitarias. Las previsiones de la Comisión Europea estiman que el PIB alemán avanzará un 1,6% este año. El italiano, lo hará un 2,4% y el español, un 4%. Sin embargo, tanto Italia como Alemania alcanzarán el nivel previo a la pandemia a finales de este año. En cambio, nuestro país tendrá que esperar, según Bruselas, hasta el tercer trimestre de 2023 para recuperar la fortaleza económica anterior a la crisis del coronavirus. La dependencia del sector turístico asestó un golpe al PIB en 2020 mucho mayor que el que sufrieron otros países de nuestro entorno. Así, aunque el crecimiento de este 2022 será superior, la situación de España no permite sacar músculo ante los socios europeos.

Otra de las situaciones en las que el Gobierno ha comparado las perspectivas para España con las de otros países es la de la inflación. "Este no es un fenómeno solo de nuestro país", apuntaban recientemente desde el Banco de España. La crisis energética agravada por el conflicto de Ucrania y los cuellos de botella en las cadenas de suministro mundiales han supuesto un alza de los precios que hacía décadas que no se veía. No obstante, la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aseguró a principios de mayo que el IPC había "dejado atrás el pico". Tras marcar el 9,8% en tasa interanual en marzo, el índice de precios al consumo (IPC) se redujo al 8,4% en abril. Sin embargo, los precios de los carburantes y de la alimentación hicieron repuntar al índice otra vez en mayo.

Además, no es solo que el IPC haya vuelto a subir, sino que la inflación subyacente -que excluye los productos energéticos y los alimentos frescos de su cómputo- no ha dejado de crecer desde junio del año pasado. El último dato publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra una tasa interanual del 4,9%, la más alta desde 1995. Tanto el Banco de España como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han actualizado recientemente sus previsiones con revisiones al alza para este índice, por lo que no descartan que siga subiendo durante los próximos meses.

Para contener los precios, el Gobierno aprobó un plan de respuesta a las consecuencias económicas de la guerra. Sin embargo, además de las ayudas para el transporte y el incremento de la cuantía que reciben los beneficiarios del ingreso mínimo vital (IMV), el resto de medidas iban destinadas a abaratar los precios energéticos, pero no el resto de productos de la cesta de la compra. Además, tras dos meses en vigor, el descuento a los carburantes ha quedado anulado por las subidas de precios del diésel y de la gasolina. La medida más ambiciosa del plan, el tope al precio del gas para generar electricidad, tampoco está surtiendo el efecto esperado por el Ejecutivo.

En los primeros días en los que el límite de precio ha estado en vigor, la compensación a pagar a las eléctricas ha llevado a un importe total superior al de los días previos. Aunque la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, calculó que esta medida supondría un ahorro de hasta un 15% en la factura de la luz, lo cierto es que tras su puesta en marcha, los españoles han pagado más. Aunque se trata de un dato que se debe juzgar a lo largo de todo el año que durará la medida, desde el Gobierno cuentan con que este tipo de distorsiones se van a producir durante más tiempo y pueden comerse una parte importante de la rebaja prevista por el propio Ejecutivo.

La cara B del empleo

Si hay un dato económico que hace sonreír a la Moncloa es el del empleo. La contratación indefinida avanza a un ritmo que ha superado todas las expectativas, el paro ha bajado por primera vez desde 2008 de los tres millones de desempleados y la Seguridad Social jamás había tenido más cotizantes. Sin embargo, también hay cifras que contrastan con el optimismo del Ministerio que lidera Yolanda Díaz. En los dos últimos meses, los contratos indefinidos a tiempo parcial representan el 22% de este tipo de contrato. Es decir, aunque la reforma laboral está haciendo del indefinido el tipo de relación laboral más habitual, lo cierto es que no todos son a tiempo completo.

El Gobierno se ha puesto la meta de reducir el desempleo al 10% en 2025, para ello, espera que el descenso sea hasta el 12,8% este año hasta el 11,7% en 2023 y al 10,6% en 2024. Tanto la Comisión Europea como el Banco de España son más moderados y creen que, aunque el paro descenderá en los próximos dos años, seguirá en el entorno del 13%. Otra tarea pendiente será el paro juvenil, que aunque se sitúa ya en su cifra más baja, sigue liderando el ranking en la Unión Europea.

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