Balance del año agrícola

La paradoja del campo: marca récord de ingresos pero se cae la renta agraria

Lo producido en los campos españoles alcanzó los 63.770 millones de euros, pero el dinero no llega a los bolsillos de los agricultores porque los costes de producción aumentaron casi un 30% en 2022.

Agricultura
La paradoja del campo que marca récord de ingresos y caída de la renta agraria.
JUNTA DE EXTREMADURA

El valor de la producción agraria en España en el año 2022 alcanzó una cifra récord de 63.770 millones de euros, un 11,71% más que en 2021 y la mayor de toda la serie histórica, pero la renta agraria total (el valor de la producción descontados gastos, impuestos y amortizaciones) experimentó el pasado año una importante caída del 8,7% en términos reales respecto a 2021, hasta los 27.861 millones de euros, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), que dirige Luis Planas.

Si comparamos la renta agraria real de 2022 con la media de los últimos cinco años, se puede observar que se encuentra un 6,4% más baja. Si nos fijamos en la evolución, la renta agraria está un 11,5% por debajo de los niveles de 1990, tal y como se demuestra en el análisis realizado por el Departamento de Economía Agraria de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Y esta misma organización agraria define la situación “real” del campo español: “El valor récord de la producción agraria no se queda en el bolsillo de los agricultores".

Este descenso de la renta agraria se debe principalmente a que el crecimiento del valor de la producción no compensa el “impresionante ascenso” del coste de los insumos, ya que “producir hoy es un 29% más caro que hace un año y un 71% más que hace una década”. Los incrementos más significativos durante el año que toca a su fin los encontramos en fertilizantes (62%), energía y lubricantes (50%), piensos (35%) y productos fitosanitarios (20%).

La producción vegetal creció en valor un 4,2%, debido a que, a pesar de que sufrió un fuerte descenso en el volumen producido (-14,7%), fue compensado con el crecimiento de los precios (+22,1%). En la producción ganadera se incrementó el valor un 24,5% debido al aumento de los precios en la misma cuantía, mientras que el volumen producido se ha mantenido sin variaciones respecto a 2021. Todas las producciones agrícolas y ganaderas presentan incrementos en el valor final, excepto en el caso de las frutas, en las que el aumento de precio no ha compensado la caída de producción. El propio Ministerio de Agricultura reconoce que “la caída de la renta agraria en 2022 se debe a que el fuerte aumento de los costes de producción del sector motivado por la guerra de Ucrania no es compensado en su totalidad por el incremento de valor de la producción de la rama agraria. Además, las adversidades climáticas han causado descensos en determinados cultivos”.

Además, esta difícil coyuntura ha supuesto un retroceso del 4,4% en el número de activos agrarios (-40.000 UTAS -unidades de trabajo agrario- en 2022), y nos situamos en niveles inferiores a la pandemia, dato que contrasta con la tendencia general al aumento de ocupados del conjunto de la economía española.

El incremento de los costes de producción agropecuarios es el elemento que más destacado del panorama agrario en 2022. Se trata de “un incremento de costes de tal magnitud que no existen precedentes del mismo en los últimos 50 años”, explican desde COAG. A ello se une un riesgo de desabastecimiento de insumos esenciales para la producción, como es el caso de los fertilizantes. Según los datos del Ministerio de Agricultura, los costes de producción se han incrementado un 55% en los dos últimos años, desde enero de 2021. 

Esta situación nos lleva, según COAG, a dos riesgos fundamentales: por un lado, el alza del precio de los alimentos para la población, "impulsada por la subida de los precios de la energía y las materias primas y también por los recortes de producción por la situación de sequía en España". A ello se une actualmente un escenario donde puede producirse un descenso de producciones en las cosechas de 2023 por los altos costes de los insumos e incluso dificultades de acceso a algunos de ellos como los fertilizantes. Y por otro lado, hay incertidumbre entre los agricultores, ya que los altos costes de producción “nos abocan a un elevado riesgo financiero si se llegase a producir una caída de los precios al productor en las cosechas de 2023”. Esto está llevando a los agricultores “a extremar la prudencia” porque además los tipos de interés están subiendo y dificultando el acceso al crédito. “El problema es que un descenso de la producción presionaría los precios y la inflación al alza”.

Efectos del cambio climático

Igualmente, el año ha sido muy complicado desde el punto de vista de los daños sobre las producciones agrícolas y ganaderas. “Los efectos del cambio climático cada vez son más patentes sobre el campo y tienen implicaciones directas sobre la viabilidad de las explotaciones de las personas del sector”. Las caídas en las producciones han sido bastante generalizadas, desde la fruta de hueso, la almendra (en la que ya la previsión fue de un 30% inferior al año anterior) o los cítricos (-13% de aforo frente a la media de las últimas cinco campañas), pasando por los cereales de otoño-invierno (hasta un 26% menos de producción respecto al año anterior), hasta las producciones de olivar (un 50% menos que la campaña anterior en algunas zonas, como Andalucía) o de uva para vinificación.

A comienzos del mes de abril se produjeron graves heladas que afectaron a amplias zonas de producción, pero también afectaron a los cultivos la calima y el polvo sahariano, así como las lluvias persistentes que generaron múltiples daños en diversas zonas productoras. A esta situación, hay que sumar otros eventos como los incendios que afectaron a muchas áreas, generando importantes pérdidas para agricultores y ganaderos.

La situación en verano se agravó por los efectos de la sequía. El estrés por falta de agua y calor redujo los rendimientos en los cultivos de secano hasta en un 80%. Olivares y viñedos sufrieron paradas vegetativas y “graves problemas de cuajado de fruto”, lo que ha derivado en reducciones sustanciales de las cosechas. En regadío, las restricciones de agua condicionaron las siembras de los cultivos habituales en las cuencas del Guadiana, Guadalquivir y Duero. Se redujo un 90% la superficie de arroz en Extremadura y el tomate para industria se sustituyó por girasol, con menores necesidades hídricas.

Alza de los precios ganaderos

La producción animal también alcanzó un valor récord de 25.495 millones de euros (+24,5%) debido a un incremento de sus precios y al buen comportamiento de la cantidad producida, que se ha mantenido estable respecto al año anterior. Destaca el ganado bovino (+33,7% en valor), porcino (+22,8% de valor, a pesar de un descenso de su volumen de un 0,4%) y aves (+19,3% del valor por el incremento de precios).

La leche también aumentó su valor un 22,6%, fundamentalmente por el buen comportamiento de los precios, que subieron un 25,6%, ya que la cantidad producida descendió, principalmente por le abandono de explotaciones, un 2,4%. Cabe mencionar la importante subida del valor de los huevos, un 53% más que en 2021, debido a un alza de un 62,6% de sus precios en origen.

En los sectores ganaderos también se dispararon los costes “por un uso mayor de la refrigeración, una menor tasa de transformación de pienso a carne, menos peso de los animales alcanzado en el mismo tiempo de los ciclos, dificultad de acceso a pastos por la sequía y necesidad de llevar agua a los animales de extensivo para que puedan hidratarse, puesto que se secaron numerosas charcas y puntos de suministro de agua”.

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