Incertidumbre económica

El Banco de Francia sigue al Bundesbank y mete la tijera a las previsiones de 2024

Los bancos de las dos mayores economías de la Eurozona han empeorado de forma notable sus perspectivas económicas para el año en curso, frente a la mejora de los cálculos para España anunciada por el BdE esta semana

El presidente francés, Emmanuel Macron, durante una conferencia en Praga
El presidente francés, Emmanuel Macron, durante una conferencia en Praga
DPA vía Europa Press

El Banco de Francia ha seguido la estela de su homólogo alemán, el Bundesbank, y ha empeorado de forma notable sus previsiones para la economía gala este año. Sus cálculos no incluyen la recesión que sí contempla la entidad con sede en Berlín para la 'locomotora' europea, pero suponen de facto una revisión drástica del escenario con el que el Ejecutivo de Emmanuel Macron había elaborado sus presupuestos para este año. Así, espera que el PIB francés crezca este año un 0,8% de media frente al 1,4% que se empleó como referencia para confeccionar las cuentas vigentes. 

Esa revisión tiene mucho que ver con el hecho de que la segunda mayor economía del euro se comportó peor de lo previsto el año pasado -con un avance de apenas el 0,9% frente al 2,5% registrado en 2022-, tal y como ha explicado el gobernador del BdF, François Villeroy de Galhau, en una entrevista a la emisora France Info.

La actividad se estancó a lo largo del segundo semestre por la caída del consumo y de la inversión. Esta segunda variable se ha convertido, de hecho, en un quebradero de cabeza para los socios del euro cuando los tipos de interés permanecen en máximos desde 2001. Esto ha provocado un fuerte encarecimiento de los costes de financiación para las empresas y los hogares. 

El Banco Central Europeo (BCE) aplicó un serio correctivo a la economía de la región con su agresiva política monetaria, precisamente para enfriar la actividad y controlar así una inflación desbocada a causa de la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética. El impacto de sus decisiones ha sido evidente en Alemania que, según el Bundesbank, entrará en recesión técnica este trimestre tras acumular dos consecutivos en negativo. 

Su industria, más vulnerable a las alzas de tipos y muy intensiva en consumo de energía, debe pelear contra unos costes energéticos que permanecen elevados por su dependencia de Rusia. A esa mayor factura se suman los problemas para cubrir las vacantes en una economía que, pese a su debilidad, prácticamente registra pleno empleo. La falta de mano de obra es otro de los problemas que viene afectando a la región tras la salida de la pandemia de forma más acusada. 

Las perspectivas arrojan incertidumbre para Francia y Alemania y eso afecta al conjunto. En la última reunión de su consejo de gobierno, el BCE presentó sus nuevas previsiones macro, también a la baja. Moderó su cálculo de inflación y redujo dos décimas su estimación de PIB para este año hasta el 0,6%, al entender que la actividad económica se mantendrá "moderada a corto plazo". 

La actividad permanece paralizada en la Eurozona y atenta al BCE

La economía de los países que comparten el euro avanzó un 0,4% el año pasado en el conjunto de la zona euro, tras estancarse (crecimiento cero) entre octubre y diciembre en relación al trimestre previo -ya venía de crecer apenas un 0,1% entre julio y septiembre-. De cara al futuro, hay motivos para ser más optimistas sobre la actividad, en opinión de Martin Wolburg, economista senior de la gestora Generali Asset Management. 

"Aunque todavía se mantienen en niveles muy bajos, los indicadores de confianza tienden al alza y los componentes prospectivos apuntan a nuevas mejoras. Con el cambio de ciclo de los inventarios, la solidez del mercado laboral y el retroceso de la inflación, la actividad volverá a crecer", sostiene el experto.

En su última comparecencia, la presidenta del BCE, Christine Lagarde insistió en el conocido mensaje sobre la amenaza de las presiones salariales y el sector servicios, sobre las que consideró habrá mucha más visibilidad en junio. "En cualquier caso, indicadores más actualizados como los salarios ofrecidos en los anuncios de trabajo vienen ya señalando moderación", explican desde la consultora de análisis de mercados MacroYield.

La Eurozona en particular y la Unión Europea en general deberán capear los efectos de esta atonía económica a la vez que los socios vuelven a poner la consolidación fiscal en el centro de sus políticas tras la recuperación de las reglas fiscales desde enero. El Eurogrupo ha pedido que las cuentas de 2025, las primeras que se elaborarán con el nuevo marco, incluyan un "ligero ajuste". En la práctica, los países deben aplicar ya la contención para rebajar de forma paulatina su déficit y, sobre todo, su nivel de deuda, que se dispararon para poder hacer frente a los efectos de la pandemia y de las crisis que se sucedieron después.

España, a la cabeza del avance... pero todavía pendiente de ajustes

Es lo que sucede también a nivel nacional. El Banco de España ha incidido en que el país deberá aplicar un ajuste adicional tras prorrogar el Gobierno algunas de las medidas anticrisis para poder ceñirse a la meta de déficit del 3% este ejercicio (de hecho situó este desequilibrio en el 3,5% todavía en 2026). 

En su último Informe Trimestral de la Economía, la entidad capitaneada por Pablo Hernández de Cos calculó que la deuda pública se reducirá hasta el 106,5% este año (desde el 107,7% al que despidió 2023), pero volverá a elevarse al 107,2% el año que viene y hasta el 108,4% en 2026. Este escenario contrasta con el compromiso del Gobierno de ir rebajándola de forma paulatina para cumplir las exigencias de la Comisión Europea. 

Con todo, la entidad sí ha mejorado el horizonte para el PIB nacional, que crecería un 1,9% este año (tres décimas más de lo que calculaba en diciembre y muy cerca del 2% que contempla el Ejecutivo), lo que volvería a permitir al país liderar el avance entre las grandes economías del euro

Mostrar comentarios