Informe de Estabilidad Financiera

El Banco de España descarta que el PIB recupere niveles precovid antes de 2024

El regulador alerta de los riesgos vinculados a las tensiones geopolíticas por la evolución de la guerra en Ucrania y sobre la persistencia del episodio inflacionista actual y su impacto en hogares y empresas.

Pablo Hernández de Cos
Pablo Hernández de Cos
EFE

El Banco de España descarta que la economía nacional vaya a recuperar los niveles de crecimiento previos a la covid antes del primer trimestre de 2024, debido al impacto de una inflación más alta y persistente de lo previsto en medio de un panorama internacional muy complejo, agravado por la guerra en Ucrania. Este año, el PIB cerrará alrededor de 2,3 puntos porcentuales por debajo del nivel anterior a la irrupción de la pandemia y, en adelante, la recuperación será "menos intensa que la proyectada anteriormente", debido al fuerte ascenso de los precios. De hecho, la revisión al alza de la inflación en 2023, tanto en España como en el área del euro, comienza a deberse también al encarecimiento que están registrando otras rúbricas de la cesta de consumo diferentes de la energía y de los alimentos. 

El endurecimiento de las condiciones de financiación, con la subida de tipos iniciada por el Banco Central Europeo en julio para atajar la elevada inflación, y el deterioro del entorno exterior también contribuyen a reducir las expectativas de crecimiento. El hecho de que el contexto exterior haya empeorado notablemente también "menoscaba las expectativas de las exportaciones españolas", pese a la ganancia de competitividad que implica la depreciación del euro frente al dólar (la mayoría de nuestras exportaciones se producen a países de la UE). Por el lado positivo, tanto la resistencia del turismo, como los fondos vinculados al programa Next Generation o la solución paulatina de las roturas en las cadenas globales de suministro pueden suponer un estímulo adicional de la actividad.

Las perspectivas de la economía española en el escenario central están sujetas a una incertidumbre extraordinaria, y los riesgos se orientan a la baja. "En nuestro escenario central no se prevé recesión, pero sí que es cierto que la probabilidad es mayor", asegura Ángel Estrada, director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del BdE. Ese escenario contempla una moderación de la inflación hacia un nivel cercano al 2% en 2024. Sin embargo, si se intensificase la guerra en Ucrania, podrían producirse mayores distorsiones en el suministro energético de Europa y una inflación más acusada y más persistente que la anticipada. Esto repercutiría sobre el poder adquisitivo y la confianza de familias y empresas, y volvería a incidir negativamente sobre sus decisiones de gasto y sobre el empleo y la actividad. 

Un contexto exterior muy complejo

La persistencia de tasas de inflación elevadas, el endurecimiento de las condiciones financieras, el mantenimiento de determinadas distorsiones o cuellos de botella por el lado de la oferta, la reducción de la confianza de los agentes, y la existencia de un elevado grado de incertidumbre, contribuyeron a un debilitamiento de la actividad en el tercer trimestre de este año. Estos factores, previsiblemente, seguirán presionando a la baja las perspectivas de la actividad económica española en los próximos trimestres.

La mayor incertidumbre sobre la evolución de los factores de oferta también constituye un riesgo. Las posibles disrupciones sobre el transporte y la oferta de materias primas y bienes energéticos, así como el mantenimiento de restricciones sanitarias en Asia-Pacífico, pueden agravar los cuellos de botella sobre las cadenas globales de valor. Además, si se produjese una reducción drástica del suministro de gas a Europa desde Rusia, la actividad industrial de los países miembros de la UE más directamente dependientes podría verse muy afectada, lo que se transmitiría a través del comercio al resto de los países del área. 

Más vulnerables por la deuda pública

El déficit de las Administraciones Públicas se ha reducido en lo que va de año hasta el 4,6% del PIB (en junio de 2022), lo que supone 2,3 puntos porcentuales menos con respecto al valor observado al cierre de 2021. Esta reducción ha sido más rápida de lo anticipado en las previsiones macroeconómicas previas. En términos de la ratio de deuda pública sobre el PIB, se mantendría estable en 2022 con respecto al valor observado al cierre de 2021 (118,4% del PIB) y la expansión del PIB nominal posibilitará una cierta reducción hasta 2024 (109,9% del PIB). No obstante, el elevado endeudamiento público existente supone una vulnerabilidad de la economía española, en particular en un contexto de alza de tipos que eleva el coste financiero de la deuda pública.

Al mantenerse niveles elevados de deuda, esta se mantendría como una vulnerabilidad frente al potencial deterioro de las condiciones de financiación, por lo que España tendría limitado el espacio fiscal para reaccionar ante la materialización de nuevos riesgos. Ante una coyuntura de elevada inflación y endeudamiento público, el Banco de España insiste en que las medidas de política fiscal se focalicen y centren en los hogares de rentas más bajas, que son los que más padecen el impacto de la inflación, y en las empresas más vulnerables a esta perturbación. Además, las medidas deben ser de carácter temporal para evitar un incremento adicional del déficit público estructural.

Consolidación fiscal y fondos europeos

En paralelo, la entidad reclama que se inicie un proceso de consolidación fiscal para reducir de forma gradual de los desequilibrios fiscales actuales y ganar margen de maniobra de cara a futuras perturbaciones. Así, incide en que el despliegue de los proyectos de inversión asociados al programa europeo Next Generation EU ya supone —incluso aunque la ejecución de dicho programa esté sufriendo algunos retrasos— un impulso fiscal apreciable. De este modo, si se combina un uso intensivo de los fondos europeos (lo que no tiene efectos directos sobre el déficit público, pero sí positivos sobre la actividad económica) y ese proceso de consolidación fiscal, se mantendría un cierto apoyo a la actividad económica mientras se reduce gradualmente el elevado déficit público estructural .

La entidad constata cómo la elevada inflación y el incremento de los tipos estarían elevando ya el grado de presión financiera soportada por los hogares, especialmente entre aquellos de menor renta. "En particular, el incremento de los precios energéticos estaría dando lugar a una reducción del ahorro entre los hogares con mayores recursos financieros, y forzando una reducción del consumo de bienes no energéticos entre aquellos de menor renta", señala. Con todo, la entidad considera que la traslación de la subida de los tipos de interés de mercado al coste de la financiación bancaria de los hogares ha sido todavía moderada. Sin embargo, se espera un mayor encarecimiento de los préstamos en los próximos trimestres, en particular, conforme las revisiones de tipos hipotecarios incorporen las alzas del euríbor, lo que aumentaría la presión financiera sobre los hogares.

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