Ante las dificultades para comprar una vivienda, gran parte de la población apuesta por el alquiler para tener un hogar, ya que esta modalidad ofrece un menor compromiso, así como menos requisitos y un desembolso económico inferior a medio plazo. Sin embargo, antes de alquilar un piso es necesario tener claros una serie de aspectos que son clave para no llevarse sorpresas desagradables en el futuro.
Para empezar, es importante que tengas muy claro tu presupuesto destinado al alquiler, siendo aconsejable que este no sobrepase un tercio de los ingresos brutos mensuales. Además, ten en cuenta que existen ayudas para el alquiler de viviendas, por lo que si cumples con los requisitos podrás optar a ellas.
Más allá del importe mensual a desembolsar en concepto de alquiler, a la hora de alquilar un inmueble habrá que contemplar el pago de la fianza, que en la actualidad puede suponer, como máximo, dos mensualidades. En cualquier caso, si cuando se abandona el inmueble todo está tal y como se encontró, se debería poder recuperar ese dinero.
Por otro lado, no hay que olvidarse de las inmobiliarias que actúan como intermediarias en el proceso de alquiler, ya que estas podrían solicitar una mensualidad de alquiler en concepto de honorarios, aunque según la Ley de Vivienda actual, este coste debería repercutir sobre el arrendador y no sobre el arrendatario.
Al suscribir un contrato de arrendamiento, es necesario leerlo con detenimiento para que todos los aspectos queden claros, debiendo aparecer en el documento tanto el precio del alquiler como el periodo de arriendo, el reparto de gastos y el importe de la fianza. Comprueba que todos los datos son correctos y que no recae sobre ti ningún gasto que se pueda atribuir a la propiedad.
¿Qué gastos paga el propietario y cuáles el inquilino?
Una duda frecuente antes de alquilar un piso tiene que ver con esos gastos inevitables a los que hay que hacer frente al alquilar un inmueble. En este sentido, conviene saber qué gastos debe abonar el casero y cuáles son responsabilidad del inquilino.
Salvo que en el contrato de alquiler se estipule lo contrario, el propietario de la vivienda debe hacerse cargo de los gastos del IBI, el seguro de la vivienda y la comunidad de vecinos, mientras que el inquilino tendrá que abonar las facturas de los suministros de luz, agua, gas o internet, entre otros.
El problema llega cuando surgen problemas que necesitan una reparación. Según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), el propietario tiene la obligación de efectuar tantas reparaciones como sean necesarias para mantener la vivienda en condiciones de habitabilidad con las que responder al uso convenido, a excepción de aquellos casos en los que la reparación se pueda imputar al arrendatario. De hecho, las pequeñas reparaciones que sean necesarias por el desgaste del uso ordinario del inmueble correrán a cargo del inquilino.
