El clamor de los expertos

La Covid se sienta a la mesa en Navidad: "Pocas garantías... y demasiado riesgo"

Las fiestas navideñas se aproximan y la reciente mejoría de las estadísticas queda lejos de ofrecer garantías suficientes para descartar una tercera oleada después de las celebraciones.

Nerea de Bilbao
La Covid se sienta a la mesa en Navidad: "Pocas garantías... y demasiado riesgo"
Nerea de Bilbao (Infografía) | Nerea de Bilbao

Ni Nochevieja en vela, ni cabalgata en Reyes. Las próximas navidades no serán como las pasadas. Y los datos advierten de que tampoco deberían. La leve mejoría en las estadísticas no ofrece garantías. El borrador de medidas del Ministerio de Sanidad para las próximas fiestas es contundente en cuanto al toque de queda o las multitudes, pero presenta fisuras para los entornos familiares. Según en qué salones, el metro y medio de separación entre comensales resulta inviable. La ventilación y el uso de mascarillas también es más débil en este tipo de encuentros. "Si ves riesgo, no lo hagas", zanja Ildefonso Hernández, epidemiólogo miembro de la Sociedad Española de Salud Pública. El clamor de los expertos es unánime: sin responsabilidad individual, cada celebración allanará el camino del virus.

Gráfico cenas navideñas

Nochevieja, 21:00 horas. Dos anfitriones dan la bienvenida a sus cuatro invitados. El aforo límite que marca el documento de 'Propuestas de medidas de salud pública frente a la Covid-19 para la celebración de las fiestas navideñas'. Momento saludo. "No beso a mi madre desde marzo", apunta Ignacio Rosell, secretario del comité de expertos del coronavirus de Castilla y León, "Dentro de las casas, hay que apelar a la responsabilidad de cada uno. Es importante entender que el cariño y el respeto a los mayores, ahora, se demuestra más no abrazando que abrazando, no besando que besando". Pasan al salón, cuatro paredes donde el grupo permanecerá hasta que suenen las campanadas. Tres horas de conversación y algún que otro cántico. ¿La mascarilla? Probablemente en el bolsillo desde los entrantes.

El texto de Sanidad trata de aplacar el impacto de los aperitivos en la curva de contagios. "Se reforzará el mensaje de hacer uso de la mascarilla cuando no se esté comiendo ni bebiendo y de evitar el picoteo". Un infectado, en una misma estancia con otras cuatro personas, sin mascarillas y hablando en un tono alto durante varias horas, tiene muchas probabilidades de contagiar al resto del grupo. "Hay que extremar el cuidado y la ventilación aquí es clave", explica el doctor Hernández. El texto de la cartera insiste en las medidas básicas o 6M: mascarilla, lavado de manos, minimizar contactos, maximizar la ventilación y "Me quedo en casa si tengo síntomas, diagnóstico positivo o contacto con un caso". ¿La última? Un distanciamiento social que choca con las comilonas navideñas.

"No nos juntaremos en Nochebuena porque queremos reunirnos más veces... en el futuro"

El reloj marca las 21:45. Hora de sentarse a la mesa. Los seis comensales toman asiento. Una mesa rectangular que acoja a seis personas exige un espacio 'extra' con del que carecen muchos salones de tamaño medio. "Como en todo plan de Salud Pública, hay un componente socioeconómico", afirma Álvaro Goñi de Francisco, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, "No todo el mundo tiene una habitación de sobra para acoger al familiar que llega de fuera". Podría ser el caso de nuestros comensales, entre los que se encuentra un hijo universitario que habitualmente reside en una gran capital y ha vuelto a casa por Navidad. 

"Existe un riesgo de que se produzca el fenómeno de siembra", avisa Goñi. Se trata de un trasvase de casos, desde las zonas con alta incidencia a las que presentan niveles más controlados. El borrador deja en el aire la restricción de movilidad entre CCAA. Aún es pronto para anticipar qué regiones sufrirán mayor o menor tasa de contagio. La cartera emite su recomendación. "Se evitarán, como norma general, aquellos viajes que no sean estrictamente necesarios". Y pone el foco en el probable 'éxodo' de universitarios. "Se recomienda a los estudiantes que regresan a casa para las vacaciones que limiten las interacciones sociales los días anteriores de su regreso a casa y que extremen las medidas de prevención". 

El pasaporte sanitario se limita a los viajeros internacionales, así que no es descabellado que en la misma mesa coincidan el abuelo y el familiar asintomático. "Reunirse ya es un riesgo", insiste Goñi. "No basta con las medidas, todo lo que pueda hacerse por proteger, especialmente a los grupos de riesgo, debe hacerse", sentencia Hernández. "Por primera vez en nuestra vida no nos juntaremos en nochebuena... pero es solo porque queremos juntarnos más veces en el futuro", sella Rosell. El plato fuerte ha terminado. Son las 23:00. Hora del postre.

Dos de los invitados salen a fumar a la terraza. El aire del salón se renueva por primera vez en las dos últimas horas y el riesgo de contagio desciende ligeramente. Aunque los seis hubieran llevado mascarillas todo el tiempo, por si solas, estas no evitan la transmisión, si el tiempo de exposición a ese paciente 0 y la ventilación. La clave está en los aerosoles, esas partículas con un diámetro inferior a las 100 micras, que pueden quedar en suspensión en el aire durante varias horas. Si no se renueva el aire con cierta frecuencia, los aerosoles se condensan en la sala. Hacía tiempo que no coincidían. Los seis se han puesto al día y, al hablar, han emitido diez veces más aerosoles que en silencio. Con la euforia del momento, el tono se ha ido elevando y, al gritar, han liberado cerca de 50 veces más partículas respiratorias que callados. También el único infectado de la sala. 

"La mejoría de las cifras es inestable", apunta Hernández. España ha logrado ralentizar la transmisión. Es el efecto tardío de las restricciones. "El decalaje de una sema o semana y media entre los contagios y los ingresos, entre los ingresos y la mayor ocupación en la UCI, obligan a un análisis en panorámica de las cifras", apunta Goñi. 

Igual que las limitaciones tardan en mostrar sus efectos, el alivio de las mismas también trae consecuencias a largo plazo. "El riesgo es que, a los días de una reunión sin medidas suficientes, el abuelo empiece a experimentar síntomas", sigue el especialista. Las campanadas suenan a medianoche. Es el momento de las uvas y algún que otro abrazo por el cierre de etapa. Despedida y mascarilla para volver a la calle. La sugerencia de Rosell es clara: "Podemos plantearnos una Navidad alternativa, post-vacuna". Para que el Año Nuevo no se traduzca en una nueva ola. 

Mostrar comentarios