"Nos han abandonado"

El SOS del sector del autobús: "Estamos arruinados y ya no hay ni para despedir"

Las lágrimas de Julio, un empresario de 60 años que lleva casi 40 al frente de una empresa de autocares discrecionales, pone el foco en unos trabajadores que aseguran estar al límite "y sin recibir ayudas". 

Un autocar de Agarbus el día que se movilizaron en Madrid
Un autocar de Agarbus el día que se movilizaron en Madrid
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Las lágrimas de Julio son el llanto de un sector que ve como poco a poco empresas familiares con 40 años de historia van a tener que ir echando el cierre. "Estamos olvidados", lamenta este empresario de autobuses, que junto a cuatro familiares más -tres hermanos y un cuñado- intenta cuadrar las cuentas de la empresa Agarbus, sin lograrlo. "Estamos en la ruina", insiste afligido a La Información horas después de que su dolor ante las cámaras de televisión "haya servido para al menos poner el foco en la crisis que estamos atravesando y en la que estamos abandonados". Desde la asociación de transporte discrecional y turístico Direbús aseguran que, de las 3.000 empresas que puede haber en estos momentos dedicadas a este negocio en España, la mitad puede que no lleguen a Navidad "y sin dinero ni tan siquiera para despedir a los empleados". 

De los 14 autobuses que tiene la empresa de Julio, solo cinco están operativos a día de hoy "pero tres son microbuses". De los 17 empleados con los que trabaja, entre ellos una hija suya, diez están en ERTE y los siete que siguen al volante es solo a media jornada. "No hay trabajo", lamenta. Con las dos rutas de colegio y dos servicios a empresas que están haciendo ahora mismo "no llega ni para pagar las letras de los autobuses". Con la pandemia del coronavirus muchas son las actividades que tenían contratadas que han dejado de existir.  Los colegios ya no organizan excursiones. Los equipos de fútbol, así como otras modalidades deportivas, ya no disputan encuentros los fines de semana. Los jubilados no tienen desplazamientos. Los museos no organizan rutas.... Sí queda el servicio de llevar a los niños al colegio "pero no todas las empresas lo tienen contratado", aclara Yolanda Bayo desde la asociación. 

En el caso de Julio sí han empezado a hacer rutas escolares pero porque  "hemos optado a un concurso del ayuntamiento porque por las medidas que hay que tomar ahora no pueden viajar tantos pequeños en un solo autocar y se necesitaban desdoblar la contrata que ya tenían". Este hombre de 60 años que llegó a la localidad de Leganés (Madrid) con 13 años se sigue levantando a día de hoy a las cinco de la mañana para hacer parte del poco trabajo que les queda: una ruta de empleados farmacéuticos y otra de las dos escolares que han podido adquirir.  Muy atrás parece quedar esos días en los que en la nave de la empresa no había ningún autocar. El 80% de ellos se iba más de dos semanas a hacer circuitos de excursiones por toda Europa "con el acuerdo que teníamos con algunas agencias de viajes". Ahora "aquí se quedan sin batería haciéndose viejos sin un solo kilómetro más". Se lleva las manos a la cabeza en solo pensar el día que se tengan que poner todos en marcha "porque habrá que hacer frente al cambio de batería de muchos de ellos". 

Un autobús de Agarbus en París
Un autobús de Agarbus en París

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Una de las quejas de Julio es por qué el Gobierno está apoyando tanto el turismo "y se ha olvidado de nosotros cuando también lo somos". No quiere ni oír hablar de las agencias de viajes. La empresa tiene dos, una en Leganés y otra en un pueblo de Toledo, "pero las dos también están cerradas". No recuerda Julio una crisis económica en el sector tan mala "y con el futuro tan negro" en todos los años que lleva al frente de esta empresa a la que llegó después de irse a hacer el servicio militar. De eso hace ya 39 años, pero recuerda como si fuera ayer el día que su padre en Madroñeras (Cáceres) conducía el que fue el primer autobús que llegó a la familia. Tuvieron la mala suerte de que se quemó.

Julio junto al primer autobús que conducía su padre
Julio junto al primer autobús que conducía su padre

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Cuando esta familia de extremeños emigró a Madrid continuaron con el negocio. Julio trabajaba en una empresa de muebles, pero una vez volvió de la mili, con 20 años, "pedí la cuenta y el dinero que me dieron se lo di a mi padre para comprar el que fue nuestro primer autobús", uno de segunda mano. Le siguió su cuñado "y ya teníamos dos de segunda mano" y después sus hermanos, hasta llegar a alcanzar la flota de 14 con la que cuentan hoy y que tantas alegrías les ha dado, hasta ahora. Julio confiesa que se han llegado a plantear dejar de tener tanto vehículo "y quedarnos uno cada hermano para seguir adelante pero nadie los quiere comprar ahora", asegura con la voz entrecortada de solo pensar en el futuro. 

Al final de mes las facturas "no las para nadie", ni los impuestos, "mientras los ingresos son mínimos, ni el 20%, o nulos en otras empresas". Como ellos, son numerosas los empresarios del sector que se enfrentan a tener que pagar parte de los autobuses todavía. "Los créditos ahogan al sector". En Agarbus seis de los vehículos son de  leasing, lo que obliga a pagar a final de mes cerca de 20.000 euros. No son los únicos. "De media la letra de un autobús adquirido con leasing cuesta al empresario unos 5.000 o 6.000 euros", asegura Yolanda Bayo. Y estas empresas familiares, la mayoría, cuenta con parte de la flota en estas condiciones -un vehículo puede rondar los 300.000 euros-.

Pero ese no es el único pago al que se hace frente, aseguran desde la asociación que temen no encontrar una solución hasta por lo menos el año 2022 "si seguimos sin ser escuchados". El pasado martes fueron numerosos los autocares que ocuparon varios carriles del céntrico Paseo de la Castellana de Madrid para precisamente reivindicar "que estamos en grave riesgo de insolvencia" y "no por mi mala gestión, sino porque dada la situación que hay no se nos está prestando ninguna ayuda". No entienden por qué no se les ayuda con moratorias en los créditos o flexibilizando los ERTE. 

La asociación denuncia que el sector no ha recibido ninguna respuesta por parte del Gobierno central ni los autonómicos a las medidas solicitadas en los últimos siete meses para paliar la situación de inactividad. Cansados de recibir respuestas del tipo "entendemos la situaciones pero no podemos hacer nada", denuncian "cargas impositivas desmesuradas sin muy poco o ningún tipo de actividad, salvo el transporte escolar", que temen también desaparezca tal y como está evolucionando la segunda ola de la pandemia, así como la falta de ayudas. Así son muchos los que ven el futuro a medio plazo como Julio "incierto". En su caso no quieren ni oír hablar de tener que cerrar porque "no he hecho otra cosa en mi vida. No se más que conducir".  Y reflexiona: "A mis 60 años ¿qué hago? Tengo que tirar para adelante sí o sí. Como sea". 

Ese mismo pensamiento está en la mente de otros tantos empresarios que día a día ven como llega el día en el que tener que perderlo todo "y no tener ni dinero para despedir a mis empleados". Lamentan desde la asociación que muchas empresas acabarán en un concurso de acreedores y los empleados esperando a cobrar de Fogasa mientras los empresarios ya no solo perderían un negocio, sino muchos sus casas porque están intentando mes a mes continuar con la persiana abierta pero gastando unos ahorros que no son infinitos. 

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